No es fácil tomar una decisión sobre cómo votar el plebiscito ante el alud de información que llega de toda índole y el ladrillo que es el texto de los acuerdos. Y la tarea es aún más ardua para quienes tenemos objeciones y preocupaciones cuando las opciones se reducen a un tajante Sí o No. Y qué difícil es escoger un camino cuando por un lado el país sigue inundado de coca, los guerrilleros en vez de ir a la cárcel van a ir al Congreso y encima siguen manifestando con cinismo que no tienen plata para reparar a las víctimas. Pero por otro lado tenemos la posibilidad de ponerle fin a un conflicto de 50 años con el grupo guerrillero que más daño le ha causado al país y con el que se ha intentado negociar sin éxito en el pasado. Qué dilema. Ante un panorama como estos y después de sopesar los pros y los contras que plantea el acuerdo de La Habana he decidido votar por el Sí.

Atragantado de sapos y consciente de que este acuerdo no significa la paz absoluta de Colombia votaré por el Sí porque considero que este acuerdo es un enorme paso hacia ese objetivo. Votaré por el Sí, para que las futuras generaciones tengan la posibilidad de vivir en un país menos violento, así esto solo sea una posibilidad. Votaré por el Sí, para que el Estado tenga más recursos para combatir al ELN, a las Bacrim y a los delincuentes que hereden los espacios que dejen las FARC. Votaré por el Sí, porque a pesar de que en los acuerdos la guerrilla no reveló su patrimonio, veo al nuevo fiscal empeñado en perseguir su dinero y sus activos. Votaré por el Sí porque a pesar de que quisiera ver a los guerrilleros tras las rejas, prefiero tenerlos arengando vacuencias en la plaza pública que extorsionando atrincherados en las montañas. Votaré por el Sí para que las FARC dejen de ser un grupo terrorista que se manifiesta con las armas y pase a ser un partido político que se manifieste dentro de nuestra ya imperfecta democracia. Votaré por el Sí porque vale la pena hacer grandes sacrificios y concesiones cuando se trata de salvaguardar un valor tan preciado como lo es el de la vida. Votaré por el Sí, porque el acuerdo le ha dado un espacio importante a las víctimas quienes han manifestado con grandeza que están dispuestas a perdonar. Votaré por el Sí, por el loable gesto del enemigo de ofrecer disculpas en un tono mucho menos arrogante que en el pasado. Votaré por el Sí para que el país tenga más recursos para invertir en el campo, en educación, salud, infraestructura y las infinitas tareas que se tienen pendientes para salir del subdesarrollo. Votaré por el Sí, para que desaparezca ese estigma que tiene Colombia en el mundo y se aumente el turismo y la inversión extranjera. Votaré por el Sí para que este conflicto con las FARC deje de cobrar vidas y se terminen sus actos de violencia de una vez por todas.

Votaré por el Sí consciente de que este acuerdo no soluciona todos los problemas de Colombia, sino con la convicción de que ahora más que nunca debemos trabajar por la reconciliación. Pues este plebiscito ha dividido al país con la misma pasión con que se había unido en torno a sus deportistas y a su Selección. Por eso siento un profundo respeto por los del No y me duele la intolerancia de los más radicales en ambos sentidos que aumentan esa brecha al creer que ostentan la verdad absoluta. Por eso ante una coyuntura tan compleja no puedo sentir un entusiasmo desbordado, pero votaré por el Sí con positivismo y mucha ilusión. Votaré por el Sí como una decisión personal, sin pretender convencer a nadie y contabilizar un solo voto. Votaré por el Sí con el temor y la incertidumbre que plantean los cambios, pero como un acto de fe y esperanza en el futuro.

Twitter: @alfrecarbonell

Foto: Atardecer en Barranquilla, Colombia