Sin duda alguna, las olas migratorias que han llegado a Barranquilla a lo largo de su historia han tenido una gran influencia forjando el ADN de la ciudad. A esa gran mezcla entre propios y extranjeros le debemos esa particular destreza para saber cantar y sobre el yunque martillar. Asimismo, nuestro espíritu alegre y abierto es un reflejo de una ciudad portuaria que permitió la entrada de las grandes innovaciones del siglo pasado a nuestro país.
Recientemente, miles de venezolanos han llegado a nuestra ciudad en su gran mayoría en condiciones precarias huyendo del régimen dictatorial y buscando nuevas oportunidades. Muchos son colombianos de nacimiento, que emigraron en su momento a Venezuela buscando un mejor futuro y que hoy llegan en calidad de retornados. Esta cifra llega aproximadamente al 12% del total de nuestra población lo que pone a prueba nuestra capacidad de respuesta a este complejo fenómeno social.
Desde la administración local hemos hecho equipo con las autoridades locales, el gobierno nacional, la cooperación internacional y la sociedad civil para poder dar una respuesta efectiva a esta crisis migratoria masiva que constituye el éxodo más significativo de occidente en los últimos 50 años. Con el centro Intégrate hemos logrado consolidar en un solo punto físico la oferta de servicios del Distrito para estas decenas de familias que llegan diariamente a nuestra ciudad buscando un mejor futuro. Este espacio ha sido reconocido por la ONU como modelo a seguir para otras ciudades. Nuestro robusto sistema de salud y de educación han podido atender a esta población que hoy suma el 20% de los niños matriculados en nuestros colegios.
Gracias a los recursos de cooperación internacional que ha movilizado la Alcaldía, estamos llegando a asentamientos como La Loma, Bendición de Dios y Villa Caracas para que a través de una oferta integral de servicios sociales, de herramientas productivas y de entornos saludables estas familias puedan salir adelante. Infortunadamente muchas de estas familias están asentadas en zonas de alto riesgo lo que impide la consolidación de estos barrios a través de la oferta de servicios públicos, de inversión en infraestructura o de titulación de predios. Serán muchos los esfuerzos que habrá que seguir haciendo para que a través del empleo y el emprendimiento por sus propios medios muchas de estas familias consigan superar sus condiciones de habitabilidad.
Está en nuestras manos sacar lo mejor de esta ola migratoria que le aporta desde ya un 0,25% de crecimiento a la economía de Colombia y que a mediano plazo podría aportar el 0,1% de crecimiento al PIB por año. De lo que si podemos estar seguros es que en Barranquilla le seguiremos apostando a la construcción de una ciudad más equitativa a través de la integración socioeconómica de estas comunidades que desde ya hacen parte de nuestro ADN.
Twitter: @alfrecarbonell
Fotografía: José Torres