Hace más de 50 años en un partido Junior-Cali, con un estadio completamente lleno, se exhibió una pancarta gigante que desató la euforia del público asistente: “Viva la República Independiente del Caribe”. Aquel grito desesperado separatista fue promovido por Tico Noguera Carbonell, acucioso y cívico abogado consagrado en la causa de la autonomía regional. El incidente trascendió de una pilatuna juvenil a desatar la ira del mismísimo presidente Carlos Lleras Restrepo, que hasta le tocó pronunciarse al respecto.
También pasaron más de 100 años del surgimiento de La Liga Costeña, un experimento de mayor sensatez con el cual un grupo de empresarios y políticos de la región Caribe dentro del cual se destacaban Manuel Dávila Flórez, Ernesto Cortissoz, Tomás Suri Salcedo y Henrique Luis Román se organizaron para luchar contra el asfixiante centralismo. Encabezaban el pliego de peticiones de la época dos asuntos que continúan inconclusos: la navegabilidad del río Magdalena y la modernización de los puertos del Caribe. El loable clamor por una distribución más equitativa de los recursos hacia el Caribe pronto fue extinguido por el gobierno central que reaccionó con firmeza ante aquel fantasma secesionista. La falta de organización, la complejidad de la política partidista y una priorización elitista de la agenda, fueron algunas de las causas que a la vez se atribuyen a la desaparición de esta cofradía.[1]
Con tonos más mesurados la causa de la descentralización del Caribe ha sido abanderada en épocas más recientes por otras figuras como Gustavo Bell Lemus, Eduardo Posada Carbó, Carlos Rodado Noriega y Eduardo Verano de la Rosa. De inconmensurable valor ha sido el trabajo que viene liderando Adolfo Meisel Roca desde la óptica académica con Casa Grande Caribe.
Pero el lanzamiento el mes pasado de la Liga Caribe llegó como una bocanada de oxígeno a esta causa regionalista. En el salón la Perla de la Universidad Simón Bolívar, con presencia del alcalde de la ciudad Jaime Pumarejo, se planteó un nuevo ejercicio para recoger, articular e introducir nuevos elementos a esta lucha de largo aliento por una mayor equidad en la distribución de recursos hacia las zonas del país con mayores necesidades básicas insatisfechas.
La presentación magistral estuvo a cargo de Julián López Murcia quien a través de su libro “Recentralización en Colombia” viene demostrando con cifras contantes y sonantes cómo el gobierno central a través de los años manda cada vez menos recursos por concepto de transferencias a las regiones en proporción al PIB. ¡El centralismo es cada vez mayor!
Durante el foro se evidenció cómo las regiones carecen de autonomía para tomar muchas decisiones elementales y siguen a merced de la tiranía de los mandos medios. Para dimensionar la absurdez de nuestra arquitectura institucional, pensemos que de un solo ministro que maneja los programas de vivienda, acueductos y alcantarillados del país depende el futuro de 1.103 municipios en tres de las principales necesidades básicas de cualquier ser humano.
Mientras tanto, los 9 millones de habitantes de la región Caribe siguen agobiados con tarifas impagables de energía, departamentos con los peores indicadores de agua y saneamiento básico y proyectos de infraestructura estancados como la navegabilidad del rio Magdalena. Paradójicamente, problemáticas que podrían solucionarse con los 12 billones que cuesta la primera línea del metro de Bogotá y que solo beneficiarán a 1 millón de usuarios de la capital.
X: @alfrecarbonell
Fotos: crédito Giovanny Escudero
[1] Casandra de Desarrollo Regional, La Liga Costeña de 1919, Adolfo Meisel Roca, Editorial Universidad del Norte.