Ya han pasado más de dos años desde que Walter White abandonó las pantallas formales. El final de la serie Breaking Bad fue visto 10.3 millones de espectadores solo en Estados Unidos y ya el tiempo nos ha dejado ver el fenómeno cultural en el cual se convirtió. Hasta parodia de LEGO ya hay.

Las aventuras de este profesor de Química venido a menos, revitalizó la forma de ver series. Si bien el crimen siempre ha sido recurrente en las temáticas de la TV (CSI, Criminal Mind, Magnum P.I., El Cazador, Baretta, entre otros), la aproximación era desde el policía, de este modo las series policíacas siempre fueron un recurrente en las parrillas televisivas.

El cambio crucial que marca Breaking Bad es situarnos desde el otro lado, consolidando así las series criminales y desatando una fascinación por este tipo de personajes. Para muchos el valor de la serie es la glorificación del antihéroe y si bien Heisenberg no es el primero, su éxito parece estar ligado a la calidad y el tono audiovisual de la propuesta que fue Breaking Bad ¿O cómo olvidar el capítulo de la mosca?

Pero esta entrada no es sobre este hombre calvo y enfermo de cáncer. Es una excusa para revisar esa fascinación por el crimen -y el criminal- que se ha apoderado de los intereses de los televidentes. Saltaremos el caso del hábil político Frank Underwood, para pasar de lleno a hablar de la serie que en la actualidad ha llevado el tema de lo criminal a un nuevo nivel.

Claro que este paso está soportado en series como Dexter o Los Soprano, pero el caso de Fargo, la serie que retoma el nombre de la aclamada cinta de los 90s, se distingue por algunos aspectos que vale la pena destacar.

La primera temporada nos sitúa en la gélida Minnesota, en Estados Unidos. Tal como en la película, nos adentramos en un vasto y blanco escenario, donde personajes cotidianos se ven inmersos en situaciones ligadas a las mafias y el crimen organizado. Ya no se trata de una persona, es todo un mundo, una historia coral la que está en el escenario criminal. Mucho humor negro, frases lapidantes, personajes impactantes y violencia explícita.

El recurso de contar una historia unitaria a través de una sola temporada, cual miniserie, ya lo habían logrado con éxito American Horror Story y True Detective y el retomar aspectos de una película de culto para la tv no parecía una idea que llevara a buen puerto.

Sin embargo, la primera temporada de Fargo, protagonizada por dos actores de gran peso en el cine: Billy Bob Thornton y Martin Freeman, dejó el listón más allá de las expectativas. La presencia de Thornton en pantalla como el asesino a sueldo Lorne Malvo logra la contundencia precisa para que su personaje nos cale en cada aparición, por su parte el acobardado Lester Nygaard, interpretado por Freeman, va creciendo a medida que pasan los capítulos y nos hace recordar por momentos al desaparecido White.

Con estos precedentes, era muy fácil dudar que la segunda temporada de Fargo lograra igualar lo de la primera (Sino miremos el caso True Detective 2).

Sin embargo, esta temporada que transcurre ha dejado reafirmado el talento de su creador Noah Hawley. La acción ahora ocurre en 1979, ciudad de Luverne, también en Minnesota. De nuevo el mundo del crimen llega hasta dos sujetos aparentemente ajenos a esta cuestión. Un carnicero, interpretado por Jesse Plemons (sí, el mismo que aparece en Breaking Bad), se ve envuelto en una guerra de mafias luego de que su esposa, atropelle al hijo de uno de los dos bandos.

Las críticas aún no se ponen de acuerdo en cuál de las dos temporadas es la mejor, pero lo que les puedo decir de la segunda es que logra distanciarse de lo hecho en la primera. El registro de Kirsten Dunst como la esposa del carnicero le podría estar garantizando un lugar en la próxima temporada de premios, a la par de grandes momentos de los otros personajes.

Igual que la primera temporada, esta vez Fargo sigue demostrando que una historia audiovisual debe su peso, además del argumento, a la conjunción de sus elementos.  El manejo de los planos para mostrarnos ese invierno sigue siendo un sello de la serie y dado el detalle de la ambientación de época, es una delicia ver la recreación de los años 70’s tanto en imagen como en banda sonora.

Cabe destacar este esfuerzo por hablar de Fargo sin spoilear, pero la invitación está hecha. El abordar la historia desde el lado del criminal no es nada nuevo pero sí lo ha sido el cómo desde las series se ha renovado este tratamiento audiovisual. Podemos hacer el ejercicio y revisar que en la literatura -Hamlet, Macbeth y Otelo- ya mostraban las claves de lo que hoy estamos viendo.

@cyanoso