Por crímenes de lesa humanidad, Álvaro Uribe ha sido condenado a 60 años de prisión por una corte internacional que sostiene que el ex presidente representa un peligro para la sociedad. Así tenía pensado comenzar este artículo. Aún no sabía bien hacia dónde iba, pero tenía una idea general de lo que quería hacer. Antes de continuar, me pareció que si cambiaba «crímenes de lesa humanidad» por «alimentos», quedaba mejor.

Juan Manuel Santos renunció a la presidencia del país y se fue, con todos los Santos, bien lejos. El nuevo mandatario de Colombia es el profesor de matemáticas: Sergio Fajardo. Cuando terminé la frase me quedé mirando la pantalla y me pareció que debía quitar «el profesor de matemáticas» para mejorar el ritmo de la lectura; pero consideré que el dato tenía una función dentro del texto y por eso lo dejé.

Seguí: Los terroristas de las FARC entregaron las armas y después se murieron. Marbelle, la que canta, también se murió. Y Jota Mario y el padre Chucho y los locutores de Tropicana Estéreo, también. El Procurador General de la Nación, Alejandro Ordóñez, también se murió.

La lista de los que empezaron a morirse estaba extendiéndose mucho, pero no podía controlar mis dedos en el teclado.

Hubo un gigantesco incendio en la capital colombiana. Las llamas consumieron los estudios de los canales de televisión RCN y Caracol, con Vicki Dávila y todo, en cuestión de minutos. El fuego, finalmente, fue controlado después de arder durante más de dos horas. No hubo pérdidas de ningún tipo.

Otro voraz incendio se presentó en el Congreso de la República. Se murieron todos.

Vi que seguía muriendo la gente, que mi voluntad nunca venció y que, de una u otra manera, el país se estaba arreglando por fin.

Los policías de Colombia no volverán a patrullar después de hacer un cursito de año y medio. Ahora van a tener que estudiar durante cinco años porque el oficio que desempeñan es de vital importancia y está visto que como están, matando perros y violando niñas, solo le hacen daño al país.

Entonces me detuve. Me pareció un poco mamerto lo que llevaba y por un pelo lo borro todo. Volví a leer desde el comienzo. Le di un sorbo al café que me estaba tomando. Quité una coma. Otra. Apagué el ventilador. En el cuarto párrafo, cambié «más de lo previsto» por «mucho». Borré el sexto. Lo prendí otra vez porque había un mosquito que no me dejaba en paz. Volví a empezar. Cambié «se estaba extendiendo» por «estaba extendiéndose». Puse de nuevo las comas que había quitado y le di otro sorbo al café.

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