Existen películas que no permiten al espectador ponerse de algún lado. Atan sus manos impidiéndole elegir un bando. Lo hacen repensar actitudes cotidianas. Lo dejan con una sensación extraña al salir los créditos. Eso es justamente lo que ocurre con Mother! (¡madre!), la última película del aclamado director Darren Aronofsky (Black swan, 2010 – Requiem for a dream, 2000).
No se puede dejar de lado que Mother! es una película que ha levantado gran polémica. Hace parte del fenómeno de amores y odios en el cine, visto muy recientemente con La La Land. No es arbitrario que desde el título imparta una premisa de fortaleza, de crueldad. El signo de exclamación al final es solo un abrebocas del gran contenido que la cinta conlleva.
Empecemos hablando de los personajes de esta historia, los cuales no tienen nombres propios. Se les llaman: Madre (Jennifer Lawrence, interpretando el mejor personaje de su carrera), Él (Javier Bardem), y los dos intrusos (Ed Harris y Michelle Pfeiffer), quienes se roban el show por completo con unos personajes llenos de matices y que odiamos de principio a fin. Esta ausencia de nombres lo que hace es generalizar, haciéndonos partícipes como espectadores y jugando a tener esos roles. Nos igualan a ellos. Es decir, el personaje principal podría ser cualquier madre en el mundo, así mismo sucede con el esposo, los intrusos y el resto de ellos.
Siento que Aronofsky juega con el público a su antojo. Les escupe una película cruda sin ninguna parafernalia de adornos, para así, hacerlos pensar «¿qué estoy viendo?». Sencillamente no sabe cuándo parar, cosa que no debería pensarse como buena o mala, sino como un aporte gigantesco a la historia. Mother! se divide en dos actos, un acto primero que se siente como una gruesa referencia a «La casa tomada«, en donde esa gran y antigua estructura es la protagonista y todo gira en torno a ella y a su ‘dueña’. Luego, y aunque pareciera que el segundo acto (cuando todo lo raro comienza) es algo gratuito, justamente es ahí cuando infla sus paredes hasta explotar. Más allá de todas las interpretaciones religiosas a las que se pueda llegar sobre las metáforas, creo que lo que realmente destaca es que mientras pasan los minutos y los personajes se van transformando, nunca se da un respiro, ni siquiera un segundo para intentar entender lo que se ve. Solo después de salir con desconcierto de la sala de cine, se tiene un instante que deja un gran interrogante: ¿Qué acaba de pasar?
Si bien la relación con la biblia y la religión es muy interesante, lo poderoso de esta historia es su visceralidad, su profundidad, la capacidad que tiene para desconcertar y mover fibras, guste o no. Expulsa, grita, tiembla. No es sutil. No se va con rodeos. Se dice todo como se tiene que decir.
Todo eso juega con una cámara impecable, que más que ser subjetiva, es profunda. Se convierte en uno mismo. La banda sonora que acompaña es intrigante. Se fusiona con cada escena arrastrándola en un ‘crescendo’ que pareciera no tener fin, dando así tensión al que presencia (como si no hubiese suficiente tensión ya).
La gran mayoría duda acerca del género de la película. Pues, Mother! es terror, no por sustos de repente ni monstruos saltarines con maquillaje innecesario, sino por lo que representa y como lo representa. Por lo que ocurre en las mentes que son testigos y por la sensación que deja cuando termina (final que hace sentir que la vida se acaba). Muy recomendada.
9 claquetazos de 10.