Cafarnaúm, cinta nominada al Oscar y dirigida por la libanesa Nadie Labaki, retrata la cruda realidad de un ser humano que no tuvo otra opción más que la pobreza.
La cinta nos sumerge de lleno en la vida de Zain, un niño de 12 años que se ve golpeado por las míseras condiciones en las que vive su familia. Zain decide, a su corta edad, demandar a sus padres por haberlo traído al mundo.
Su directora nos impone un sinfín de emociones que van desde que comienza la película, hasta que termina. Incluso en algunos momentos se percibe el hastío a la imagen. Por fortuna, tiene sutiles tintes de comedia que ‘calman’ un poco la trama.
Una magistral interpretación de Zain Al Rafeea, todo es perfecto en él. Sus miradas, sus gestos, su postura, su alma completa se expone en la pantalla de una forma que personalmente, no había visto antes en alguien tan joven. Ni hablar de Yonas, el bebé que en realidad es una niña (Boluwatife Treasure Bankole). Esta complicidad que hay entre ellos solo habla maravillas de Labaki.
El montaje no lineal es un elemento que funciona pero no sobresale, ya que por momentos permite que la historia se torne predecible. La fotografía juega con la luz natural y el resultado es bellísimo, es satisfactoria su uniformidad. La música, un tanto pretenciosa en ocasiones, y en lugar de reforzar la imagen, llega a opacarla.
Cafarnaúm es un escupitajo de sentimientos que al final no se sabe bien cuáles fueron.
Esta cinta ha traído consigo un mar de opiniones divididas, hay quienes piensan que se trata de una desgarradora apología a la pobreza, que juega con los sentimientos de los espectadores desde todos los ángulos y que es pura pornomiseria. Hay quienes, por otro lado, comentan que es un bellísimo retrato de la realidad que viven la mayoría de los libaneses, y que es clave que el cine siga contando este tipo de cosas. Yo, con total sinceridad, aún no me decido.
La verdad es que en los primeros 20 minutos de la cinta sí sentí una intención de vender sin control una pobreza desoladora. Luego, debo confesar que me dejé llevar por el carisma de tan joven protagonista y pude conectar de una forma a la que aún, no encuentro explicación. Lo cierto es que es una película que da de qué hablar, que produce sentimientos que quedan divagando en la memoria y deja cabos sueltos que van más allá de la historia: rozan los límites de la vida misma. Por esa razón considero que es una cinta que vale la pena ver.
¿Si tiene todo para ganarle a Roma en los Oscar? Sí, lo tiene. Pero ya veremos, pues Cuarón se pinta como el máximo vencedor para el próximo 24 de febrero.