En una reconocida conferencia de 1997 en Cali, Jaime Garzón decía algo así como: hablar de los problemas de Colombia es de por sí redundar; la frase se me ha quedado en la cabeza, he pensado qué tanto más le espera a Colombia y sospecho que para cuando llegue el fin de todo no haya mucho por hacer. En el final de la misma charla Garzón instaba a la juventud a que tomara el mando de un rumbo histórico definitivo y emprendiera cambios con: el uso del voto de forma autónoma e inteligente, el uso de herramientas jurídicas como la Acción de Tutela, el estudio en diversas áreas del conocimiento, y más. Me referiré al voto, al que le adjudico la responsabilidad debido a la no toma de decisiones de manera oportuna, que no se hace a conciencia y presenta altos índices de abstención bajo premisas como: a. Yo para qué voto si el que va ganar ya tiene todo listo, ese gana, tiene la maquinaria. b. Votaré por este que va repuntando para que no haya segunda vuelta y sea todo más rápido, no me convence pero le ayudaré con mi voto. c. Mi voto en nada cambiará el resultado, un voto de más un voto de menos, con toda esa fila, eso para qué ir. d. Aquel es bueno, tiene buenos proyectos, algo adelantados para este tiempo, pero todavía no va a ganar, le faltan unos años más… y otras excusas que van en desmedro de la llamada fiesta electoral.
Y por estos días que crece tanto la indignación nacional en las redes sociales por el aumento del IVA al 19%, la nueva “reforma tributaria”, la consolidación del 4×1000, me pregunto dos cosas: qué uso le dio al voto aquel que publica su indignación mediática y si realmente asistirá a las marchas y a los cacerolazos que promueve desde sus redes sociales. Dentro de esos montajes llamados memes y la recopilación de videos me llama la atención aquel en el que el exministro de Hacienda y hoy presidente de Colombia en su campaña electoral firmaría en piedra el no aumento de impuestos y el desmonte de un 4X1000 del que estaba en desacuerdo, el asunto fue aplaudido por Antanas Mockus que sí consideraba un alza tributaria y una exhaustiva revisión a los contribuyentes en mora. Lo de Santos fue claramente un comentario populista, politiquero y de absolutos intereses electorales, lo cual de entrada es cuestionable. Sin embargo, queda en el fondo la responsabilidad o la inocencia de los colombianos que votaron creyendo semejante cosa, y en esas estamos. En piedra se quedó el 4×1000, en menos que canta un gallo llega otra reforma tributaria y el IVA ya va por el 19%, es decir, la quinta parte de un bien o servicio es un impuesto, haga de cuenta un dedo de su mano.
Que haya necesidad de impuestos es absolutamente cierto, que haya necesidad de aumentarlos, claro en su justa medida y con proyecciones serias, pero bajo qué proyecciones si es que se trataría de la segunda reforma tributaria en menos de seis años. El gobierno de la austeridad se justificará con cosas como que la paz cuesta o hay necesidad de mejorar ciertas carreteras que serán entregadas en concesión, pero muy en el fondo debe ser que el frasco de la mermelada se acabó hace rato. Tal vez Santos esté corroborando que como ministro de Hacienda no hizo bien las cosas porque como presidente esa cartera se ajusta constantemente. Si a su vehículo se le acaba la gasolina probablemente tenga una o varias fugas.
A manera de colofón:
Llama la atención que sigamos eligiendo en las urnas por simpatías, amistades, agradecimientos, continuidades, promesas imposibles o por llevarle la contraria a un político o a un sistema con el que no comulgamos, es más, duele pensar que no logremos aceptar una propuesta innovadora por ser innovadora, eso dice lo mucho que aceptamos el estancamiento. Es doloroso ver que los proyectos de gobierno salen de la mente de los gobernantes en campaña como mago sacando conejos y no obedecen a soluciones de necesidades sociales o para desarrollar políticas y proyectos de Estado o de ciudad a los cuales se les debería dar continuidad. Por eso cualquier calle pavimentada o puente se convierte en el legado de los gobiernos, tanto locales como nacionales. Muestra de la falta de esas políticas y proyectos de ciudad y su continuidad se evidencia en la transición Petro-Peñalosa, el asunto del metro da la razón, y así, nos pasaremos la segunda administración de Peñalosa en la que con seguridad tampoco hará algo por el metro para una ciudad que como mínimo necesita de ocho líneas interconectadas y un sistema integral de transporte y movilidad serio. Ante tales situaciones sería más conveniente ejercer el derecho al voto y evitar lo mediático para citar a manifestaciones y cacerolazos que acabarán con agua y gas lacrimógeno.