Por estos días en los que la realidad nacional vuelve a demostrarnos que acá sucede de todo y que siempre hay algo que nos pueda sorprender, me acordé de esta carta abierta que le había escrito a Darío Arizmendi. Cuando la publiqué inicialmente no tuve inconvenientes, pero cuando quise hacer una segunda carta dirigida a Gustavo Gómez, el medio digital al que estaba adscrito no la publicó, ¡claro, qué la iba a publicar si Gómez también hacía parte de ese medio de comunicación!

Agradezco la lectura o relectura. Un abrazo.

Carta Abierta a Darío Arizmendi

Colombia, agosto 7 de 2014

Apreciado Darío… perdón, ese adjetivo me es prohibido con usted, la verdad es que no lo aprecio; tampoco lo odio, pero me es imposible decirle apreciado luego de escucharlo en las mañanas. Hace más de ocho años escucho el programa que usted lidera en la cadena Caracol, he sido testigo de grandiosas entrevistas, reportajes reveladores y hasta el cubrimiento de funestas noticias como fue el caso de la bomba que pusieron en inmediaciones de la cadena radial poco después de que usted llegara. La verdad, me parece vergonzante más que cobarde, el que hubiese abandonado su lugar de trabajo luego de producirse tan reprochable acto. ¿Cobardía? No creo, para nada…

Tal vez a este punto de la lectura sospecha que le escribo para recriminar algunas de sus actitudes, verbigracia: hace unos días aceptaba de una de sus coequiperas una sobredimensionada profecía atmosférica, algo así como “Darío, usted fue el primero en decir que se venía el fenómeno del niño…” Eso no me incómoda, me da risa. Sin embargo, presiento que hay un anhelo mesiánico en usted, cosa que no le permitió rechazar tal aseveración; ¿será que la lisonja lo invita a que se comporte como un déspota?

Pero no es por eso que le escribo, le escribo porque me encuentro además de indignado, burlado como oyente y como ciudadano. Enumeraré un par de cosas para que usted sume y divida: 1.) no soy adorador ni defiendo a ultranza la gestión del alcalde Petro, pero me incomoda que su animadversión y su ramplonería se tomen segundos vitales de la radio. Sé que usted tiene todo el derecho a expresarse, pero la opinión en los medios de comunicación no es el objetivo de los periodistas o locutores; eso es para los invitados, para los columnistas, para los líderes de opinión; claro que sé que usted tiene sus opiniones y que sus estudios en ciencias políticas lo hacen un par en la discusión de la gestión pública, pero por favor, absténgase de opinar y de enardecer a la audiencia con referencias ofídicas sobre el alcalde. Reitero, no tengo por qué defender a Petro; denuncie sus equívocos, pero hágalo con objetividad. No lo haga por nosotros los oyentes, hágalo por respeto al casi medio centenar de premios obtenidos, por respeto a las personas que confían ciegamente en su matutino saludo e indicaciones, no sea incendiario… y si lo quiere hacer, hágalo, pero no en el programa radial en el que finge, perdón, funge de director.

Ahora bien: 2) si le parece que hacer chistes o proponer regalar, a modo de rifa, boletos de la aerolínea más señalada y más perjudicada por estos días a causa de la desaparición de uno de sus aviones, y la caída de otro por causa de una escena bélica, hágalo. Pero piense en lo que sentiría un periodista malasio si lo escucha diciendo con ventruda jocoseria semejante sandez. Pero no me iré tan lejos, 3) se refirió hace poco a la indio-sincracia(sic). Todo para aludir de forma peyorativa a la conducta de unos nacionales. Darío, no me vaya a salir con eso de que se equivocó porque estaba en vivo, usted y yo sabemos que con el juego de palabras usted se permitía el más ruin de los sarcasmos. Mire, vivimos en un país que carece de identidad porque su arraigo y su idiosincrasia son propios del mestizaje y el mal tomado mote de indio para referirse a un nacional de forma peyorativa es tan agresivo y bárbaro como cualquiera de los abusos que sufrieron los aborígenes hace más de cinco centurias. Es precisamente la mezcla y parte de la sangre indígena que nos corre a usted y a mí por las venas la que nos hace colombianos. Eso que usted hace es como escupir a la mamá y reírse.

Pues bien Darío, espero que mañana, luego de haber leído mi carta abierta recapacite, espero que tenga un feliz amanecer, que los días con chubascos no le nublen el ego y que respete a los oyentes de la cadena radial más importante de América.