Hace un par de días venía viajando a Bogotá, a la altura de Puente Nacional, Santander, fui detenido por unos agentes de la Policía Nacional, me detuve como es debido y saludé al oficial, esperaba que hicieran una revisión de rutina por documentos, equipo de carretera, revisión del vehículo, etc., pero no fue así, inmediatamente el policía le dio paso a un hombre que vestía de civil con gorra, chaleco y algunos atavíos propios de la milicia, pero que en sí no lo vinculaba a la fuerza policial. El hombre empezó un discurso similar al de los agentes de seguros para venderme unas boletas o bonos de colaboración y lo interrumpí, le dije que ya había colaborado con la causa, entonces me agradeció y me dijo que para la próxima ocasión solo hiciera el cambio de luces, pues eso era señal del apoyo. Es mentira, jamás he colaborado con esas causas y jamás lo haré, me parece sumamente sospechoso que la Policía Nacional se preste para eso. Detener vehículos y cederle el paso a vendedores de boletas ¿sospechoso? Claro, muchísimo.

He tenido la posibilidad de recorrer gran parte del país en carro, disfruto la conducción y los paisajes que ofrece Colombia, pero también he visto en varios lugares la misma práctica, por eso, utilicé el ardid que en su momento fue efectivo, cuando un conductor crédulo se queda a escuchar difícilmente podrá rehusarse a la compra o colaboración, que varía según el retén, a saber, apoyo a héroes heridos en combate, recursos para los guardabosques, y otras razones que no me convencen. La primera vez que me detuvieron escuché todo el relato, vi unas boletas sin numeración y además era necesario registrar una gran cantidad de datos personales; como no quise “colaborar” observaron con todo detalle el interior del carro y los implementos tecnológicos del vehículo y de los pasajeros. ¿Cómo no va a tener para colaborar si usted carga GPS, celular y un carro fino? Eso me increpó uno de esos hombres ataviados o disfrazados. Luego me dejaron ir.

En otra ocasión, viajaba de Arboletes, Antioquia a Montería, al llegar a un puente cerca de ocho hombres me hicieron la parada, tenían conos como la Policía y un disfraz más cercano a la milicia, reduje la velocidad y cuando noté que no eran policías aceleré a fondo. Unos kilómetros más adelante me detuvieron nuevamente, esta vez policías de verdad, con gusto me detuve y les relaté con preocupación y alarma lo que sucedía atrás. Los policías ni se inmutaron, solo revisaron detalladamente los papeles y el carro, casi lo desarman. Cuando les pregunté por qué tanta pesquisa me dijeron que el carro era sospechoso y que tenían que llevarlo a Montería para un análisis más detallado, les dije que por mí no había problema. De inmediato sospeché que los que inicialmente me detuvieron contactaron a los segundos con la intencionalidad de intimidarme. Luego de dos horas me dejaron ir sin problema.

También he visto esa práctica con personal del Ejército. La recomendación es estar alerta, no entregar datos personales ni dinero, y en lo posible hacer el cambio de luces para que no lo detengan a “venderle” boletas –qué curioso, la familiaridad de la palabra boleta y boleteo. La Policía Nacional y el Ejército deben pronunciarse al respecto. ¿Cohecho? ¿Extorsión? ¿Intimidación? ¿Abuso de poder? ¿Vínculo con paras, perdón, bandas criminales? No creo, para nada, nuestras instituciones son impolutas. Dios y Patria.