Sonará paradójico, pero los bogotanos perderán si se aprueba la revocatoria o si se archiva. Perderán si se aprueba porque es zanjar un proceso que está a media marcha y del que realmente poco sabemos cómo va a acabar. Perderán si se archiva porque las actuaciones de Enrique Peñalosa no han sido claras y su administración ha cometido errores, además llegó nuevamente a la alcaldía con una campaña que se basó en mentiras. Más allá de las discusiones que se han venido suscitando en redes sociales y de la absurda rotulación de petristas y mamertos a quienes desean y exigen la revocatoria, o de peñalosistas y oligarcas a quienes se oponen y argumentan que el derecho político de los ciudadanos no aplica en este caso; lo que está en juego es el desarrollo y el futuro de la capital del país. La discusión no es para nada absurda. Es válido que la ciudadanía ejerza control sobre la función y las promesas que realizó en campaña el burgomaestre de la capital. El odio que se lee en las redes sociales hace olvidar que lo que más importa es la ciudad y pareciera que en lo único que están de acuerdo los bogotanos es que no están de acuerdo. También se ignora, tal vez a propósito o por ceguera, que muchos de los que desean la revocatoria no son petristas, incluso algunos de los que le confiaron el voto a Peñalosa están promoviendo la revocatoria. En Colombia nos ha gustado darles a los políticos cualidades mesiánicas, por eso nos cuesta aceptar que los prohombres que seguimos son cuestionables y han cometido errores, vicios políticos y hasta crímenes de lesa humanidad.

Enrique Peñalosa le debe muchas respuestas a la ciudad, por ejemplo: exponer su declaración de renta de los últimos veinte años y aclarar lo de los títulos universitarios que dijo tener al momento de registrar su hoja de vida ante los órganos de control, y claro, cómo no, sus verdaderos intereses al desconocer la importancia de la Reserva Thomas Van der Hammen a la que él le parece un potrero que debería ser asfaltado y cementado como ordena el creador. Errare humanun est y errores de Peñalosa abundan, lógicamente muchos de los gobernantes, alcaldes y presidentes que han tenido Colombia, sus departamentos y sus ciudades han cometido errores, a ellos les debemos gran parte de la tragedia nacional. Lo curioso es que pareciera que Peñalosa desea pasar a la historia como el de más yerros en una sola administración. Pertinaz en mantenerse errado, ha sido sin quererlo el mayor promotor de la revocatoria con sus declaraciones y órdenes. Su despotismo, sus comentarios clasistas y hasta xenófobos prolongan el lastre ignominioso de que hay ciudadanos de primera por cuestiones de alcurnia o bienes. Es muy sospechoso que Enrique Peñalosa exhiba con orgullo que la seguridad de la ciudad ha mejorado, cosa que se ve en cifras, y sostiene que es la percepción la que no mejora. Por estos días que algunos policías han declarado que les exigen resultados, al mejor estilo de los falsos positivos, no es difícil colegir que muchos de esos índices de seguridad obedezcan a raqueteos, retenciones y hasta anotaciones en la hoja de vida de ciudadanos que no han cometido ni delitos ni infracciones, cosa para la que bien sirve el reciente Código Nacional de Policía y “Convivencia”, porque quien se abstenga o cuestione el proceder policiaco, puede estar desobedeciendo y agrediendo a la autoridad.

El que más pierde si se da la revocatoria de Enrique Peñalosa será Germán Vargas Lleras. La imagen del candidato que ya ganó en las encuestas aún tiene la mácula de la destitución de servidores públicos como Oneida Pinto y Kiko Gómez, todos ellos de la misma carpa política, Cambio Radical. El hecho de que se dé una revocatoria de Peñalosa no permitirían mantener la ilusión de un Vargas Lleras en la parte más alta de las encuestas y no se puede olvidar que en este país se vota a partir de las encuestas, los votos comprados y la coacción, porque el libre desarrollo a la elección popular es lo que menos se da. Si no se da el proceso de revocatoria estaríamos ante la normal interpretación de las leyes que suelen hacer algunos empleados públicos, en ningún momento se podría pensar que se trataría de prevaricato o cosa parecida. Tampoco hay que poner en tela de juicio la actitud de algunas casas editoriales, medios de comunicación y periodistas que se han encargado de defender la gestión del alcalde y se hacen los de la vista gorda ante los errores. Tal vez, el sentido crítico y la atención a la verdad les ha cambiado extrañamente.

Se ha dicho muchas veces que los dirigentes y los gobernantes son servidores públicos y que están al servicio de los ciudadanos y por tal razón nuestra exigencia, supervisión y fiscalización son además de útiles, necesarias y vitales. Estos servidores tienen que ajustarse a proyectos de ciudad y de país y no a sus intereses, ideas y hasta buenas intenciones. Ese error garrafal, además de no darle continuidad a los procesos aumenta la posibilidad de que haya corruptelas. Necesitamos mesura política y capacidad crítica, no ver en otros ciudadanos ni a mamertos ni a oligarcas. Que ojalá se dé la revocatoria y que sea en las urnas la participación la ciudadanía, la que dé las respuestas. Si Peñalosa considera que es inconsecuente su revocatoria no debería temer del apoyo de la ciudadanía, el hecho de que se permita la revocatoria no significa expresamente que vaya a ser destituido inmediatamente.