Hace poco se conoció el fallo de la corte que ordena a Cerro Matoso S.A. a cumplir con el pago de indemnizaciones por daños ambientales y a la salud a los pobladores indígenas y afrodescendientes de la zona de influencia de la mina más grande de níquel que se explota a cielo abierto en el departamento de Córdoba, las reacciones no tardaron y las redes sociales han sido la plataforma de apoyo y rechazo más contundente. La empresa le informó a la opinión pública que aún no tenía conocimiento del fallo, mientras tanto algunas personas han intentado hacer viral la etiqueta #YoEstoyconCerroMatoso .
En mi caso #YonoEstoyconCerroMatoso, estuve, pero ya no. La empresa Cerro Matoso que conocí hace seis años era muy diferente a la de hoy. Cuando empecé un trabajo que tuve en una de sus fundaciones me alegró ver el impacto que la empresa tenía en la comunidad, a saber, óptimas condiciones de trabajo, beneficios por encima del promedio nacional, proyectos de mejora para la salud, la educación y el desarrollo sostenible de las comunidades adyacentes a Montelíbano y ante todo, un profundo respeto por el ecosistema, una inversión absoluta en campañas de prevención de accidentes laborales y riesgo profesional, trato respetuoso y digno hacia los empleados… todo eso obedeciendo siempre el marco legal colombiano.
Sin embargo, las condiciones cambiaron cuando el gobierno nacional se sentó a renegociar con la compañía el otrosí de la concesión que le da la posibilidad a Cerro Matoso de extender la explotación de níquel por algo más de dos décadas. La coyuntura de la firma de la concesión adquirió, como en muchas ocasiones ha pasado, carácter político y mediático. En ese momento también se hicieron marchas de parte de los empleados para respaldar a la empresa. Más de un senador opinó sobre el tema y la negociación que empezó a ser cuestionada, en parte se hizo pública. Eso llevó a que la compañía cambiara el modelo de inversión y entrega de regalías que tenía. Hasta ese momento la empresa Cerro Matoso se encargaba de hacer la inversión directa de las regalías desde de sus tres fundaciones y las mejoras para la comunidad eran un poco más evidentes. Para eso está el ejemplo del Hospital de Montelíbano que recibió una inyección de capital para la reestructuración y mejoramiento por una cifra cercana a los cuatro millones de dólares.
No se puede olvidar que uno de los grandes problemas que ha habido en la región del Alto San Jorge está vinculado con el cáncer de la Nación, la corrupción; algunas de las administraciones anteriores de Montelíbano gastaron la plata de las regalías en coimas e interés particulares y hasta se dice en las calles de ese municipio que exfuncionarios se enriquecieron con dineros de la compañía para que no se destaparan los casos de liquidaciones incorrectas de los impuestos o las demandas de empleados y exempleados. Sería muy útil que la Fiscalía investigara también los casos de corrupción empresarial, por ejemplo, en los sobornos que llegan a juzgados locales y a líderes sindicales. Cerro Matoso es una de las pocas trasnacionales que ha estado indemne de los ataques y los sobornos de grupos ilegales, eso es rarísimo y poco común en un país en el que las firmas extranjeras se abstienen de invertir y más en una zona de auge guerrillero y paramilitar. Espero que CMSA nunca haya sufrido una intimidación o un ataque y también espero que jamás le haya pasado dinero a uno de estos grupos para que los dejara explotar el metal o para comprar “seguridad”.
La concesión.
Cerro Matoso no la ha pasado bien los últimos años, tiene los ojos de la sociedad encima, algunas entidades de control que también están al tanto, gran cantidad de demandas de los empleados y exempleados. Difícilmente da ganancias, en parte por el precio del níquel, que es uno de los más bajos históricamente, en parte, por el alto costo de producción que con el tiempo ha aumentado debido a que la cantidad de mineral por tonelada de tierra es menor. Pero lo que no recuerdan la empresa y sus accionistas es que conocieron de las vacas gordas que les aumentaron sus arcas considerablemente. Los directivos de la empresa han manifestado que el objetivo principal es que los accionistas deben seguir recibiendo sus ganancias y parece que jamás contemplaron que se trataba de un bien natural no renovable que jamás volvería a dar el pico histórico de producción y rentabilidad, ingeniosos ingenieros. Esa fue una de las razones que expusieron durante la negociación que pasó de entregarle el 12% al 14% de regalías con la duplicación de la producción y la autorización para explotar el yacimiento de La Esmeralda. Interesante.
Entonces la empresa empezó desde la firma del otrosí una serie de campañas y estrategias de ahorro que le permitieran nivelar sus costos versus ganancias. Cerraron la Fundación Cerro Matoso, cambiaron las condiciones de atención y funcionamiento de la Fundación Panzenú (Salud) y están ajustando a la Fundación Educativa de Montelíbano para que sea “autosostenible”. Mentira, han dejado de invertir en sus obligaciones sociales y sus compromisos con la comunidad y sus empleados para que el margen de ganancia sea más alto. De esa empresa que respetaba a sus empleados, la comunidad y el entorno, poco queda.
No todo ha sido tan trasparente
Despidieron a los directivos de la empresa y trajeron a unos jefes expertos en estrategias de ahorro que han sabido aburrir a la gente para que renuncien y si no sencillamente los despiden. De 2014 a 2016 Cerro Matoso canceló el contrato a más de 1000 empleados y para que no se dieran señalamientos de despidos masivos lo hizo de forma sistemática. Cada quince días, los viernes, eran despedidos cuatro o cinco empleados y entonces la intimidación y el miedo a perder el sustento ha hecho que los que aún siguen allí convivan con el miedo de patronos leoninos. Por ejemplo, uno de esos nuevos directivos cuyo poder ostenta desde la intimidación y no desde los argumentos, le dijo a una de sus subordinadas que debido a que ella no entendía los llamados de atención le tendrían que hacer un memorando desde Australia.
Ha habido casos de empleados que hacen solicitudes por escrito de permisos personales y les responden negativamente de forma verbal. Otros que han hecho consultas jurídicas y se sienten en garantía de poder reclamar reciben de la empresa la respuesta en voz de un abogado, que manifiesta que: que sí, que tiene toda la razón el empleado y que inicie el proceso legal, que será largo y dispendioso y que no importa porque el colectivo de abogados de la empresa asumirá el caso en su momento. ¿Por qué tanta seguridad con el proceder de la rama judicial? ¿Por qué tanto afán de ganar tantas demandas y tutelas y no, de no generarlas?
En el año 2016 se incendió la Emisora Comunitaria la 105, esa emisora hacía parte de la Fundación Cerro Matoso y la empresa que se caracterizaba por no tener accidentes laborales y por invertir en prevención y seguridad, no tenía ni siquiera extintores de incendio en el lugar de la conflagración y decidió a la postre, cerrar la emisora para devolvérsela al Estado. Raro muy raro. Pero más raro aún es que los directivos de la mina manifestaron que aunque la emisora estaba asegurada no gestionarían nada porque según ellos “esos procesos con las aseguradoras son perdidos” No lo creo, sencillamente encontraron la oportunidad para cancelar una gran cantidad de empleos y “ahorrar más”.
Más de un campesino de la zona de influencia de la mina contó cómo durante 2016 llegaba a las parcelas el señor Carlos Mejía, alto exfuncionario, para ofrecerles la compra de sus fincas al precio que él quería. Llamó la atención que las visitas las hacía Mejía en compañía de hombres con armas al cinto, que bien pudieron ser sus escoltas o bien no. De ser verdaderas esas declaraciones ¿Para qué quería comprar tierras un hombre que no es de la región y que según tengo entendido ya no trabaja con Cerro Matoso? ¿Será que ese hombre que tenía información privilegiada sabía que parte de las obligaciones de la empresa es la de restituirle al medio ambiente parte del daño y por eso en unos años la empresa se verá en la obligación de compra tierras para reforestar? ¿Será que Mejía quería intimidar, poner precio y luego venderle a CMSA las tierras que por obligación debe reforestar?
Cerro Matoso ha sido una solución laboral para muchos y a otros les ha dado beneficios que el Estado jamás les ha asegurado, la presencia de tamaña empresa en la región es importantísima porque permite que la economía y el desarrollo sean equitativos, contrastado con el del resto del país, pero también es cierto que los últimos directivos han actuado de forma non tan sancta. Me alegra por las comunidades y ojalá las diversas entidades de control se aseguren de que los derechos de empleados y pobladores no se violen deliberadamente.