Por: Lina Parra
El jugador del equipo rojo sujeta el balón entre sus tobillos, se prepara dando un salto mientras sostiene su posición y luego hace dos mortales hacia atrás. Una vez toca la zona de juego patea la pelota con el pie derecho y aprovechando el impulso de su caída hace un saque exitoso. Ahora la jugada le corresponde a los de naranja.
Saltar en camas inflables y rebotar en trampolines podría verse como actividades exclusivas para niños, pero el bossaball, deporte que mezcla el fútbol, la gimnasia y el voleibol, acaba con ese estereotipo. Este juego fue creado por el belga Filip Eyckmans, que se inspiró en los movimientos fluidos de Capoeira para unir la música y la actividad física.
“El encanto del bossaball es que cuando uno se sube a la cancha descubre al niño que lleva dentro”, dice Jonathan Bermúdez, entrenador y jugador. Explica que éste no es un deporte de competencia. “No tenemos contrincantes, ellos son más amigos”, comentó Bermúdez.
El bossaball se juega sin zapatos, con música y en una cancha inflable, con camas elásticas y dos trampolines. Durante el juego la música es protagonista, mientras se ejecutan movimientos de gimnasia. El objetivo, como en el voleibol, es que la pelota toque el campo de los oponentes. Todos los jugadores se divierten.
La cancha tarda más de 45 minutos en inflarse y está dividida por una red que los jugadores no pueden tocar. Hay tres zonas de importancia: el trampolín, donde un integrante de cada equipo salta constantemente; el área de juego, por la cual los jugadores se desplazan; y el espacio de seguridad, que protege a los participantes de caídas.
Debido a que el bossaball es una fusión de tres deportes, la pelota se puede tocar con cualquier parte del cuerpo, por lo que existen los toques de fútbol y volei. Los equipos están conformados por cuatro o cinco personas, pero mínimo una debe ser mujer.
La experiencia del bossaball empieza antes de dar ese primer salto en la cancha inflable. El espíritu de cooperación y camaradería se siente desde que, en una competencia, el locutor anuncia los nombres de los jugadores que ingresan a participar y los compañeros forman una línea para tocar sus manos y saludarlos, celebrando así su entrada.
De acuerdo con Bossaball Colombia, las posiciones de los jugadores corresponden a sus destrezas. Quien se posiciona frente a la red y a mano derecha es el colocador que tiene la mayor habilidad de volea. A la izquierda está quien mejor maneja las técnicas de fútbol, en la parte trasera está el de la recepción que debe manipular tanto las habilidades de volei como de fútbol. Finalmente, la persona que está en el trampolín es conocida como el rematador, quien maneja todas las modalidades pero principalmente la gimnasia.
Como en voleibol, el equipo que primero gane dos de tres sets es el vencedor. Para ganar un set hay que anotar 21 puntos en dos rondas.
Si la pelota pega en el área de juego con un movimiento de mano o antebrazo, equivale a un punto, pero cuenta por tres si se golpea con un toque de pie, mientras que si el balón cae en el trampolín con un toque de volei son tres puntos, y si fue golpeado con los pies, cinco.
Apoyada por la música, la jugadora número 3 recibe el balón con una cabecita, luego se la pasa al 6, quien se la deja servida al joven del trampolín, el cual después de tomar impulso golpea la pelota con su mano derecha y el partido se acaba. Los dos últimos puntos fueron a favor del equipo rojo.
Actualmente en Bogotá, este deporte se puede practicar de forma gratuita los fines de semana de 8 a.m. a 12 p.m. en el Campus 170 de la Universidad ECCI. Todo lo que se necesita es inscribirse por la página oficial de Bossaball Colombia.
El bossaball llegó a Colombia en enero de 2015 y desde junio de ese año estuvo en periodo de prueba en la ‘Jornada Completa 40×40’ del Instituto Distrital de Recreación y Deporte (IDRD). Ya en noviembre del mismo año fue declarado un deporte escolar oficial, al que pueden acceder alrededor de 10.000 estudiantes de 40 colegios de Bogotá.