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Por: María Paula Méndez

 

Un día en la Universidad tuve que pensar un tema para mi trabajo de grado. Tenía claro que quería algo relacionado con subjetividad y género, pero no cuál sería la particularidad y el centro de estudio para esa investigación. Cuando lo propuse en clase, una de mis compañeras dijo: “Oye ¿por qué no miras los grupos de ‘Tomboys’ en redes?”. Inmediatamente reaccioné preguntando: “¿Tomboy? ¿Qué es eso?”  

“Mujeres que se visten como hombres pero siguen siendo mujeres”, respondió mi compañera. Quedé más confundida. ¿Mujeres que se visten como hombres pero siguen siendo mujeres? Sentí lo mismo que al escuchar “el hombre se complementa con el hombre…” Y por esa duda, que quizá el que me lee ya tiene, empecé a investigar.

Puede que algunos se alarmen y que otros sepan que mujeres que lucen como hombres hay, algunas desapercibidas otras dejando dudas sobre qué son, en diferentes ciudades de nuestro país. Alejandra, es estudiante de filosofía de la Universidad Pedagógica de Bogotá, y desde los 19 años tomó la decisión de romper con las normas sociales sobre el cómo debe ser una mujer.  “Hace poco rompí el molde femenino. Es un proceso, al principio una es muy niña, pero ahora, por ejemplo no tengo ropa de niña, nada. No me gusta.”

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Foto: María Paula Méndez

Ella pertenece a un estilo de vida conocido como Tomboy. Básicamente esta palabra traduce al español ‘Marimacho’. Sin embargo, en la actualidad esta categoría va más allá de una traducción tan seca, vacía y estigmatizante; es un estilo que llevan las mujeres que inconformes con los roles de género establecidos, y complaciendo sus necesidades, deciden romperlos e imponer sus propias reglas.

“Al principio sí era más la moda normal de un hombre, digamos que el corte de cabello, la ropa, más o menos como el chico del 2.000 con sus zapatillas y su pantalón ancho pero también cosas de esta época”, me cuenta Alejandra.

Como lo menciona, las mujeres Tomboy gustan de utilizar ropa masculina, lucir su cabello corto, jugar videojuegos y fútbol. Sin embargo, también disfrutan de cosas que normalmente se atribuyen a lo femenino como ser tiernas en la cotidianidad y, de vez en cuando, verse como lo que socialmente son, mujeres.

Las hormonas hacen peso, soy una mujer y a mí no me interesa un cambio hormonal, a mí me gusta ser mujer. Yo no quiero cambiar, pues igual uno también llora y se porta como una niña. A veces dicen que soy como un niño muy amanerado. De por sí no me gusta ese cliché de que entonces la mujer que se “vuelve” hombre es un machito, y vamos a hablar super fuerte, tosco, no. Considero que es muy diferente, porque uno todavía se preocupa mucho por la ropa y esas cosas, el ser tomboy es como un niño muy delicado y vanidoso”.

Aunque se piense que esto es nuevo, realmente no es así. Según un artículo de Ruth M. Pettis, especialista en antropología de la universidad Indiana University and an M.L.S. del Simmons College en Boston, desde el siglo XVI se habla de este fenómeno. Por ese tiempo, Tomboy significaba ‘Chico rudo o bullicioso’, un siglo después se identificaba con esta palabra a una mujer que fuera ruda, impura, salvaje. Hasta llegar al día de hoy, cuando ya se considera un estilo de vida, una moda; e incluso para algunos, es una forma de travestismo para mujeres.

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Foto: Soren Dadá

“Esto es como el hombre que es casado, es hetero y le gusta vestirse de mujer. Es lo mismo. Lo que pasa es que en este país todo choca si es diferente, y esto para muchos es relativamente nuevo. Digamos que tú ves al hombre vestido de mujer hace un buen tiempo y como que ya lo aceptaron, y para aceptar a la mujer Tomboy, es solo cuestión de que la gente se acostumbre, igual así son las luchas, no es de que ya todos te quieren; uno tiene que portarse bien, seguir siendo una buena persona, amable, porque eso es lo que realmente ven”. 

Si uno lo ve por encima, parece que es un comportamiento que se desarrolla en la adultez, en esa etapa en la que el cuerpo está en la confusión del ‘quién soy yo’ y ‘quién quiero ser’ en la mujer. Sin embargo, el estilo Tomboy se presenta desde la niñez y se identifica cuando a una niña, valga la redundancia, le interesan más las actividades masculinas, odia los colores rosas y ama utilizar pantalones en vez de vestidos; y sólo en la adultez se desarrolla como una conducta de identidad, de vida y de estilos.

“Mi mamá siempre me dejó ser yo. Yo siempre de pequeña jugué con carritos, videojuegos y siempre salía con niños a jugar fútbol. Ella nunca me obligó a ponerme vestidos, nada de eso. Así que no fue tan sorpresivo”, comenta entre risas tímidas Alejandra.

Muchos podrían no aceptar esta nueva apuesta de identidad. Otros dirán que es mucha bobada que las mujeres ahora quieren ser hombres. Y puede que más digan que Tomboy es una expresión de la idea que la mujer quiere llegar a ser tan igual como el hombre y necesita vestirse y actuar igual que él, pero de acuerdo con Alejandra, las Tomboy son más que eso, es una forma de que la mujer sea “construída, es inventar algo nuevo, como revolucionar”.

 

Todo lo que uno se puede encontrar y sólo por preguntar qué se puede investigar. Tuve buenos frutos, efectivamente es mi trabajo de grado y no sólo eso, ahora voy por las calles observando y mirando si a mi alrededor hay una Tomboy.

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