Por: Luisa Mercado
Hace tres meses que me voy en Transmilenio al trabajo. Es ahora cuando comprendo a las 1’300.000 personas que salen todas las mañanas a tomar un articulado en las estaciones. Antes de esto me había subido, como máximo, tres veces en un Transmilenio en hora pico. Para mi fortuna, me pasaba como a Petro cuando se subió en el 2015 a un articulado: iba vacío.
Me sumo a los usuarios que se quejan por las demoras de los buses, la congestión, el precio y todos los problemas que tenemos a diario, pero más allá de esto, nuestro comportamiento como usuarios no contribuye a que esta situación mejore.
El 10 de mayo alrededor de las 3 p.m. fui a cubrir el paro de taxistas en la Plaza de Bolívar con mi amiga Hermione. Cogimos un Transmilenio desde El Tiempo y, después de varios transbordos, llegamos a la estación San Diego. Aquí nos bajamos para hacer el último transbordo hasta la Plaza. Casi 20 personas estaban esperando para subirse a ese mismo articulado. Tan pronto llegó el Transmilenio, la gente nos metió a empujones. Hermione estaba un poco confundida, me dijo: “¿por qué la gente no espera a que salgan y luego se suben?, así pasa en Londres, Inglaterra -su país de origen-” y le respondí: eso mismo me pregunto yo todos los días.
En el siguiente video les cuento algunas cosas que algunos usuarios de Transmilenio vivimos a diario y que deberíamos dejar de hacer, así le ayudaríamos a Peñalosa a que este servicio mejore. Mi más grande apoyo a todos los que han pasado por esto. #FuerzaTMusuarios ¡podemos mejorar!