La llegada de Jair Bolsonaro al poder genera varias inquietudes para la democracia.

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57 millones de brasileños le dieron el aval en las urnas al candidato de extrema derecha Jair Mesías Bolsonaro. El ahora presidente electo se ha mostrado a favor de la tortura; de la discriminación salarial, racial y de género; del pasado militarista y no democrático de Brasil, entre otras afirmaciones que ha realizado a lo largo de su vida pública. Además, está a favor de retirar a Brasil del Acuerdo de París (contra el cambio climático), desactivar el IBAMA (Agencia Gubernamental de Medio Ambiente, encargada de monitorear la deforestación en el Amazonas) y el Instituto Chico Mendes (encargado de sancionar las violaciones medioambientales) y de promover un bilateralismo comercial (como su homólogo en la Casa Blanca). Pero con este panorama, ¿qué explica el éxito de Bolsonaro en las urnas?

La política brasileña pasa por uno de los momentos de mayor descrédito y deslegitimidad  política de su limitada historia democrática. Tanto la izquierda, con los múltiples casos de corrupción que salpican al Partido de los Trabajadores y en especial a los expresidentes Dilma Rousseff y Lula da Silva, este último detenido y acusado de corrupción; la operación Lava Jato, el caso Petrobras y los resultados de las investigaciones a Odebrecht  han sacudido fuertemente a la izquierda.

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La derecha también se vio implicada en estos casos de corrupción. Aécio Neves, principal líder de la oposición en el gobierno de Rousseff, también se encuentra procesado por el Tribunal Supremo de Brasil por corrupción. Entre otros gobernadores de partidos de oposición. Sumado a esto, la popularidad del actual presidente Michel Temer ha disminuido al ritmo de las denuncias por corrupción de ministros de su gabinete o de miembros de su partido, incluso en dos ocasiones el Congreso Federal lo salvó de ser sometido a juicio por tres acusaciones de corrupción por parte de la Fiscalía. Su popularidad es la más baja de un mandatario desde el fin de la dictadura militar en 1985.

Pero no solamente la política y el hastío colectivo con el establishment fueron capitalizados por Bolsonaro, quien hace un año contaba con menos del 10 por ciento de popularidad. Este también utilizó otros temas que le brindaron apoyos políticos de sectores conservadores en Brasil: la familia tradicional y las “amenazas” por parte de la denominada “ideología de género”, la mano dura contra la desbordante violencia en zonas urbanas, la falta de desarrollo económico en las regiones y la avanzada de las bancadas cristianas, en la Cámara de los Diputados, son factores que inclinaron la balanza a favor del candidato de extrema derecha.

El apoyo de buena parte de los sectores pentecostales y católicos fue decisivo en la elección de Jair Mesías Bolsonaro, algunas importantes iglesias y líderes religiosos mostraron su favoritismo por este candidato. Como el caso de la iglesia Asamblea de Dios y la Iglesia Universal del Reino de Dios. Esto tuvo un efecto decisivo en un país con más del 60 por ciento de católicos y al menos 20 por ciento de pentecostales.

El presidente electo de Brasil también obtuvo un amplio respaldo de los mercados y los sectores económicos brasileños por anuncios de privatización y de control del gasto público, así como reformas al régimen de jubilaciones. Estas promesas han conseguido este lunes, de acuerdo con Reuters, que las acciones de ese país tocaran máximos históricos.  El índice Bovespa subió un 0,82 por ciento y el real se aprecia un 1,77 por ciento. Parece que los mercados, el sector privado y su apoyo económico fueron cruciales para el candidato.

Un outsider muy insider:                                                      

Bolsonaro no es ningún outsider político, a pesar de utilizar esa imagen. A diferencia de otras elecciones en el mundo, como la llegada de un multimillonario a la Casa Blanca, un humorista a la presidencia de Guatemala o el ascenso del movimiento Cinco Estrellas de figuras alejadas de la política tradicional en Italia. Bolsonaro ha estado en la vida política de Brasil por cerca de tres décadas como un diputado conocido por enarbolar el discurso del odio.

Lo que caracteriza sus propuestas, su discurso y su visión de sociedad se sustenta en el rechazo del actual sistema liberal de Brasil y el retorno a una sociedad de bases conservadoras, confesionales, militaristas y con una fuerte herencia colonial. Bolsonaro a través de su discurso político se acercó a la clase media, buena parte de la población creyente del país con más católicos en el mundo y a universitarios, algunos espacios de vieja militancia del PT (Partido de los trabajadores).

Los comerciales que circulaban en redes sociales contenían afirmaciones como las siguientes: “necesitamos un presidente honesto. Un presidente que respete a la familia, […] no admitiendo la ideología de género. Un presidente que no divida entre: homo y heterosexuales, padres e hijos, norteños y sureños, blancos y negros, ricos y pobres. Un presidente que deje atrás el comunismo y el socialismo, que sepulte el Foro de San Pablo (foro de partidos y grupos de izquierda fundado por el PT).” En pocas piezas publicitarias en sus redes sociales oficiales se observan propuestas de gobierno, nada más que afirmaciones como las anteriormente descritas, conteos de crecimiento de seguidores en redes sociales o recriminaciones contra medios de comunicación.

 

La popularidad del candidato también se disparó después de recibir una puñalada en un mitin político. Desde una cama de hospital y a través de sus redes expresó “Yo me preparaba para un momento como este porque uno corre riesgos. Pero, de vez en cuando, uno lo duda. ¿Será que el ser humano es tan malo así?” Desde ese momento y faltando un mes para las elecciones el candidato fue leído como una víctima más del actual régimen, como lo manifestaron algunos analistas de OGlobo, y las encuestas de DataFolha e Ibope, estás últimas mostraron un crecimiento en la intención de voto por el candidato de extrema derecha, después del atentado.

Las redes sociales: el quinto poder

Los reportes oficiales de gastos de campaña en primera vuelta, muestran abismales diferencias: el ungido de Lula da Silva, Fernando Haddad, invirtió más de 30 millones de reales en la campaña, mientras que Bolsonaro reportó un millón doscientos mil reales. El rendimiento de la campaña del candidato de extrema derecha consistió en las redes sociales, el uso de WhatsApp y el constante bombardeo de información. Si bien sería ingenuo pensar que los millones de votos del candidato del Partido Social Liberal son resultado exclusivo de las noticias falsas y el uso irresponsable de WhatsApp (la plataforma de comunicación más usada en el país sudamericano), el uso de estas debería abrir varios debates sobre los alcances de la desinformación para las democracias.

Bolsonaro dio una sola entrevista a la cadena OGlobo, participó en comerciales televisados de ocho segundos y se negó a participar en debates. Sin embargo, su tribuna estaba en Facebook, Twitter, Instagram y WhatsApp, redes en las suma millones de seguidores, incluso superando a medios de comunicación de Brasil y a su contrincante Haddad. Desde cada una de sus redes, el hoy presidente electo, subía al menos dos videos al día con contenido en vivo, le reclamaba a los medios de su país por el cubrimiento que se le realizaba, increpaba a sus detractores, exacerbaba miedos e invocaba legitimidad a través de la religión. Con respecto a esto último, los medios de comunicación de la Iglesia Universal, sobre todo del canal Tv record, fueron un gran amplificador de las ideas del Partido Social Liberal.

Facebook se convirtió en el mejor aliado de difusión de información para la campaña de Bolsonaro, con cerca de diez millones de seguidores en esa red. El hoy presidente electo tenía un canal de comunicación directo, sin ser increpado o cuestionado. Por ejemplo, después de cerrar los escrutinios, el presidente electo se comunicó al país a través de esta transmisión en vivo.

WhatsApp fue la red más importante para compartir información falsa que beneficiaba al hoy presidente electo. El diario Folha de S.Paulo publicó una investigación que ponía en evidencia cómo presuntamente algunas compañías privadas contrataron los servicios de agencias de marketing como Quickmobile, Yacows, Croc Services y SMS Market para distribuir contenido que beneficiaba al hoy presidente electo.

La elección de un candidato como Jair Mesías Bolsonaro deja bastantes temas de debate y reflexión sobre el futuro mismo de la democracia. También es necesario abrir la discusión sobre los alcances de las redes sociales, del retroceso de la democracia en la región y el auge de la antipolítica como mecanismo para deslindarse de las estructuras tradicionales, así como el ataque a los regímenes internacionales de medio ambiente y derechos humanos. Por otro lado, el vertiginoso ascenso de proyectos políticos que amenazan a las minorías y desprecian el sistema a través del cual consiguieron elegirse abre una puerta para hacernos preguntas sobre cuál es el horizonte político que nos depara y porqué un país con la mitad de su población afrodescendiente y cerca de un diez por ciento de población lgbti apoyó un candidato con estas características, ¿cómo entendemos ese voto antisistema?

Bolsonaro se convierte en un reto no solo para las instituciones de Brasil sino también para la teoría política y para el estudio de estos fenómenos que van más allá de las teorías pendulares de alternancia del poder y necesitan entender contextos culturales como la religión, las emociones en la política y las paradojas de la democracia.

 

Julián Ramírez Castro
@putopias