– Hola, vecino, disculpe la intromisión. ¿Por qué su hija grita tanto y llora tan duro? ¿Se van ustedes los viernes y los sábados y la dejan con alguien? Es que me impresiona cómo grita y a veces creo que la persona que está con ella la maltrata o algo.
– No señora. Ni más faltaba. Ella tiene una condición llamada Artritis Idiopática Juvenil. Y pues los viernes y sábados debe tomar unas pastillas. Y le da miedo. Y grita. Es un poco complejo.
La anterior es una conversación real que tuve con una persona que vive al frente de mi apartamento. Pero seguro no será la única. De hecho, estoy listo a que muy pronto me ‘citen’ a ‘dar explicaciones’ ante la administración del conjunto, que está en manos de una señora a la que jamás le he caído bien.
¿La razón? El poder pulmonar de Antonia cada vez que debe tomar sus medicinas. Sus gritos son, más o menos, como si en una sola voz se mezclaran los alaridos de Yoko Ono ‘cantando’ , con la voz de, digamos, Max Cavalera, de Soulfly. A a ese nivel llegan los decibeles.
Obvio. Cualquiera pensaría, con esos gritos, que la están desollando viva. Pero no. En realidad ella grita mientras los papás corren detrás de ella con las cinco pastillas de metotrexato (viernes) o la de ácido fólico (sábado). Más allá, en su cuarto, Majo corre de un lado a otro o intenta, como puede, ayudar. Pero se angustia. Y mucho. “Los viernes quisiera desaparecerme”, le dijo una vez a mi mamá.
A ‘resignificar’
Claro, todo ese ‘show’, convirtió los viernes en una especie de ‘ritual oscuro’, en el que nosotros hacíamos cara de tragedia con las pastillas y ella empezaba su concierto. La cosa se tornó desesperante. Así que decidí acudir a una amiga grandiosa. Karina Giraldo. Sicóloga y sicopedagoga que nos ayudó en un especial periodístico. Y ella, en medio de varios consejos, me dijo una palabra mágica: resignificar. “Tienen que resignificar las pastillas. Con juego, con naturalidad. Si ustedes no toman el control y se tranquilizan, ella va a tener siempre el poder de desestabilizarlos”, fueron sus palabras.
Pues bueno. Intentarlo. Se nos ocurrió crear un personaje inspirado en otra maravillosa amiga que nos apoyó cuando Anto estaba hospitalizada. Luz Adriana Neira. La Doctora Clown. Ella fue a ver a nuestra chiqui a la clínica. Y nos dio como regalo tres instrumentos poderosos. Tres narices de clown. También ayudó un dibujo que le hizo el ‘lelito’: una niña vestida como Supermán pero con unas pastillas como escudo. Y a su lado, unas píldoras felices.
Entonces: decidimos. Pues hagamos al ‘Superhéroe de las pastillas’. ¿Y el susto de Majo? Pues así como el Hombre Radioactivo tiene a Niño Fisión, pues que este tipo tenga a su par. Se llamaría Pastillita’.
Sí. Lo sé. No son un derroche de imaginación los nombres. Pero parte de ‘resignificar’ implica dar un mensaje sencillo y fácil de entender. Listo. Una nariz de payaso para el ‘Superhéroe’, una nariz y un gorrito de unicornio para ‘Pastillita’ y la nariz de Anto. Estábamos listos.
Y llegó el día. Mamá tomó las pastillas y cuando Anto se aprestaba a lanzar su primer alarido sonó la música de Supermán (la de John Williams, por supuesto) y aparecieron los héroes en escena. Anto accedió a ponerse su nariz. Y… ¡pum! Se tomó sus pastillas. No hubo alaridos. No hubo concierto. Celebramos a rabiar. Lo gritamos más que el grandioso gol de Henry Rojas en la final ante Santa Fe. ¡Por fin!
Van cuatro sesiones con la presencia del ‘Superhéroe’ y ‘Pastillita’. De esas, en sólo una hizo pataleta. Pero con menos decibeles. Y al final accedió a tomar el medicamento. “Ojo, la rutina también los aburre. Está bien el juego, pero tienen que meterle elementos nuevos”, fue otro de los consejos de Karina Giraldo.
Así las cosas, nos va a tocar comenzar a pensar en algo más. Se me ocurre hacer algunos truquitos de magia sencillos, de esos que solía hacer con mi hermano ante la familia cuando éramos niños y que sacábamos de una enciclopedia viejísima llamada ‘Mis primeros conocimientos’.
Ahora bien, si usted, querido lector, tiene ideas que puedan servir, las recibimos con cariño. Y les contaremos cómo resultan a medida que las apliquemos.
Que todo sea por los ‘viernes de resignificar’.
Nos vemos la próxima semana…