Cada vez que visité la capital en los últimos dos años, pregunté a la gente por Petro.  De esa experiencia el balance fue, que sin ser Petro un dechado de virtudes, la gente sentía la persecución política que no sólo mancillaba la imagen del mandatario sino que impedía y obstaculizaba la gestión para un “mejor” gobierno.  El caso es que la mayoría de mis consultados creían que no era que Petro estuviera haciendo las cosas tan mal sino que se la “tenían montada”.

Hay quienes desestiman el argumento que la suspensión e inhabilidad proferida por el Procurador es parte de la estocada final de sus perseguidores, lo limitan a “un castigo desproporcionado” a un error por el que tiene que pagar.  Para estos, el argumento de Petro de “persecución” es parte de su paranoia y conveniencia para tapar su “incompetencia” en la Alcaldía de Bogotá.

Estos analistas no han observado que en este país estamos tan hastiados de la corrupción, que nuestra reacción natural ante una investigación a un político es culpar a priori y “aplaudir” que el “sinvergüenza” caiga. No existe solidaridad en masa, por el contrario, una satisfacción hasta morbosa.

El 90 % de los alcaldes del país están siendo investigados por la Procuraduría y de los 828 que destituyó Ordoñez en su primer periodo, no recuerdo que uno haya producido la indignación colectiva de país que produjo Petro. Ni es el desafuero más grande cometido por el “inquisidor”, ni Petro es el más carismático de todos ellos, pero sí en cambio representa lo que al establecimiento le molesta, es efectivamente la cabeza de una “real” oposición, el ejemplo para mostrar que hay democracia.  De allí la indignación.  Su gran error fue haberle arrebatado a los privados el “negocio” de las basuras para convertirlo en un “servicio público”. Si bien todos supimos que fueron 3 días de caos en Bogotá, también sabemos que era eso o prorrogarles una concesión a empresarios usureros. Como quien dice, hoy condenan a un funcionario, no por corrupto sino por matar un acto de corrupción por la cabeza.  Lo que se puso en jaque con la decisión de Ordoñez fue precisamente el sentido de una democracia. La gente está en la calle porque se metieron con esa posibilidad de participación. 

Que Ordoñez actuó en derecho, es cierto, y puso en evidencia un gravísimo error de la Constitución, no sólo porque puede destituir a funcionarios elegidos por voto popular, sino porque no da garantías cuando tal decisión pueda ser producto de una persecución política, o un abuso de poder, al dejar la instancia de apelación en las mismas manos. Es más, el hecho que faculte al procurador para evaluar la “ineficacia” o “improvisación” de una gestión de gobierno, es prácticamente darle la espada para que descabece al que quiera, una tentación a la que ningún tirano se puede resistir, ¡qué miedo! ¿Cuál democracia?