Sigo con la imagen de la postal rota. Mil pedazos esparcidos en la suciedad de la sociedad. Una fotografía de Cartagena real pero partida porque no es para mostrar. Las postales de colección se reproducen como la mentira que somos, esas nos encantan porque esconden las lágrimas de una ciudad cada día más caótica y huérfana.

Que Getsemaní es “cool” se le ocurrió decir a una periodista del Forbes. Marcados y repetidos por la historia: con una vida sitiada y el título de heroicos por el aguante y no por la lucha. Aguante que es indiferencia, desidia, todos a punto de desmoronarnos corroídos por el salitre implacable que nos pudre por dentro.

Las ratas y aguas de alcantarilla son la alfombra de las zapatillas de cristal de una prostituta o una prepago, porque hasta para eso hacemos diferencias de clase. Le parece cool encontrar todo allí servido: la droga, el trago, el sexo, lo bohemio, lo colonial y será muy cool ser testigos de la desterritorialización, de la gentrificación, de la despedida a algo que sólo defienden los nostálgicos.  Por los demás, ¡qué lindos los hoteles boutique y los restaurantes en plazas! para entrar habrá que gastar lo que no ganamos  o vestir delantales para servir.

Es como quitar la mirada de la ventanilla cada vez que se asoma el mendigo. Almas lloran de impotencia, otras ríen y tiran par de monedas o los pisan con alevosía. Las autoridades sacan noticias de prensa porque lo “cool” es gracias a una gestión cruzada de brazos para que las inercias del hambre y las sinergias del capital destrocen la humanidad del desarrollo.

La muerte nos pela los dientes y alguien sólo repite que no hay camas en el hospital. Corazones fríos hielan nuestras sonrisas hacia una eternidad incomprendida. Un portero hace el triage y esperas con temor a infartarte porque consideró que el dolor de oídos era más fuerte que tu corazonada. Un policía te quita la vida y tu amiga la extensión de ella que llevabas en el vientre, mientras el perro se queda con tu brazo salvo del fuego que te hizo polvo.

Hay más esquirlas de postal que molestan. Son 200 mil millones de pesos más para el sistema de transporte fantasma, correteado por enjambres de motos y boicoteado por “empresarios” que desean un pedazo más grande de la torta que pellizcan a punta de tutelas improcedentes.  El eterno Transcaribe recuperó el espacio público y construyó estaciones en otra vida, en su vida las hará nuevamente, para que las dinastías coman de generación en generación. Es cuestión de estirpe, los García Zucardi están condenados al Senado aunque paguen cárcel.

No quieres que sea irónica porque prefieres la otra postal.  Dices que debo proponer antes de criticar, pero las soluciones están escritas, son las intenciones las que toman decisiones, yo sólo grito para que despierten los dormidos, son más y podrían hacer la diferencia.