275 candidatos al Concejo ¿cómo hago para estudiarlos a todos y ser responsable en mi elección? Solo podré elegir a uno, de pasada, cientos de hojas de vida, abultadas, sumadas a una verborrea imparable llena de promesas de cambios imposibles de implementar sin acabar con la estructura que hoy posibilita que ellos sean una opción.
Es difícil creer que haremos la mejor elección. Al final revisaremos qué proponen los conocidos, por trayectoria política, exposición mediática, por visibilidad de su trabajo anterior, por amistad o cercanía geográfica, sin constatar si son capaces de ejecutar lo que proponen y sabiendo que las buenas intenciones no son suficientes, ni sus buenos principios, ni su vasta experiencia en otras cosas.
También sabemos que hay ciudadanos que deciden por otras motivaciones y su ejercicio es mucho más perjudicial e irresponsable, sin tener toda la culpa, pues hacen parte de esa estructura diseñada específicamente para que dé los resultados que da.
Hacer un ejercicio de selección responsable entre tantos candidatos demanda trabajo y tiempo que normalmente no sacamos, especialmente tras la conciencia de que un solo voto no haría el cambio, y además, con el prejuicio de que no hay uno de ellos que se libre de cuestionamientos morales frente a su intención de servicio público.
No la tenemos fácil, pero la elección no debería hacerse por descarte, o porque es “mi malo conocido”, el llamado es a elegir al mejor y ellos no suelen ser los más populares, pero desmotiva que al final, ese demandante trabajo solo pone un voto.
Debemos comprender entonces que no es solo un ejercicio individual, ponernos de acuerdo como colectividad demanda otra cantidad de trabajo que no hacemos. Tenemos que ir a los debates. Los medios, las agremiaciones, colectivos grandes y pequeños deben hacer su parte del trabajo, de mostrar las mejores opciones y generar los espacios de disertación previos a la verdadera gran encuesta, e inclusive presentar y sustentar las opciones que consideran más adecuadas, bajo criterios de análisis serios y comprometidos con la responsabilidad política y ciudadana que ello amerita y sin ningún tipo de coacción. Si, ya se, todo esto se complica y al final, la inercia nos consume y no hacemos el esfuerzo por ser parte del cambio que milagrosamente queremos que llegue.
La democracia no es una utopía inalcanzable, pero tampoco una panacea infalible, en la práctica, los ciudadanos carecemos de información y de educación política suficiente para tomar decisiones acertadas. Así no se manifiesta la voluntad del pueblo, gana la influencia de grupos poderosos y agendas particulares en detrimento de la igualdad de representación. Tamaña responsabilidad tenemos de sanar la democracia. Empecemos con estudiar 275 candidatos, pero es claro que se necesita un cambio en las reglas del juego.