La adjudicada ‘Transversal de las Américas’, proyecto de infraestructura vial con el que se desea comunicar a Panamá con Colombia, tendrá serias repercusiones de gran impacto sobre el medio ambiente de la zona del Tapón del Darién, según expertos. Además, varias comunidades que residen en los territorios implicados sienten la amenaza de tener que desplazarse de sus tierras, para la construcción de la autopista.

Por Esteban Alvarán Marín

La ‘Transversal de las Américas’ hace parte de un gran sistema colectivo de carreteras correspondiente a  la ‘Vía Panamericana’,  plan que nace en la V Conferencia Internacional de los Estados  Americanos (1923), ante la idea de una carretera que uniera los países del continente, desde Alaska hasta el sur de Argentina.  Más de 25 mil kilómetros ya han sido construidos en 13 países, y sólo los 108 kilómetros que atraviesan el ‘Tapón del Darién’ (Panamá – Colombia) hacen falta.

Durante más de dos décadas, la construcción de este tramo de la autopista continental, que une la frontera panameña con Turbo (Antioquia), ha estado suspendida multilateralmente por varias razones: En Panamá, la negativa por la construcción de la carretera, se argumenta en la gran posibilidad de que el tráfico de armas y narcóticos colombiano se traslade a su territorio.  Por otro lado, sus gobiernos durante muchos años han defendido la rica y única biodiversidad de la zona. En Colombia, los grupos guerrilleros y paramilitares, al margen de la ley, tuvieron hasta hace pocos años un representativo protagonismo sobre el territorio del Darién, provocando un difícil acceso del Estado a la región. Cuando la zona tuvo un mayor control del Estado, el gobierno pasado de Álvaro Uribe Vélez se comprometió a adelantar la construcción de la autopista, que según el ministerio de transporte de ésa administración, «incrementará la competitividad de Colombia».

Pero más allá de las posibilidades económicas que la autopista pueda traer al país, la construcción de ésta podría crear serias problemáticas ambientales y sociales, que el gobierno de Uribe no tuvo en cuenta.

El ‘Tapón del Darién’ es una región selvática, que comprende el sur-oriente de Panamá y parte del occidente colombiano, entre los departamentos Antioquia y Chocó. Internacionalmente ha sido reconocida como un punto único de confluencia de la biodiversidad de norte, centro y sur América. Razón por la cual Natalia Arango, coordinadora estratégica de áreas protegidas de The Nature Conservancy, asegura que en el Darién «hay especies que si se extinguen se pierden para toda la humanidad». La zona también funciona como resguardo de numerosas comarcas indígenas, como las Kuna Yala y Madugandí.

La biodiversidad del Darién es inimaginable. Más de 600 especies botánicas han sido reportadas allí, y algunas de ellas, como el Árbol Cativo, son únicas en el mundo; cuenta con alrededor de 550 especies de vertebrados,  y su riqueza hidrográfica, la hace una de las regiones ambientalmente más importantes del mundo. Además cuenta con el Parque Nacional Natural de los Katíos, que en el año 1994 fue declarado patrimonio natural mundial por la UNESCO, y en 2009 fue inscrito en la lista de patrimonios de la humanidad en peligro, por la misma organización.

Deforestación y explotación de las tierras de la región, esperan sutilmente la construcción de la autopista. Alfredo Molano, periodista colombiano y escritor del libro ‘Darién: diario de una travesía’, definió los planes de la ‘Transversal de las Américas’  para el periódico El Espectador, como un «proyecto paisa, con el que se quiere inundar el Darién de palma africana».

Aunque con la carretera se espera que el Estado proporcione mayor seguridad en esta región, las poblaciones que viven en el Tapón del Darién ven más consecuencias negativas que positivas. Así lo expresan «Las comunidades de Autodeterminación y Vida, Dignidad del Cacarica» (CAVIDA), compuesta por alrededor de 1200 campesinos afrodescendientes, quienes se oponen a la construcción del tramo de la carretera que atraviesa el Tapón del Darién y el PNN Los Katíos, manifestando su «preocupación por el desarrollo del megaproyecto Transversal de las Américas, el cual amenaza nuestra superviviencia en nuestro territorio tradicional y pone en riesgo la persistencia de la alta diversidad biológica que lo habita. Tenemos derecho a trabajar en lo que es nuestro, a vivir en lo que nos pertenece».

Miles de campesinos e indígenas serán obligados a desplazarse de las tierras que aman, para facilitar el proceso de construcción de la autopista. Ríos, animales y vegetación también tendrán que apartarse, de las construcciones del hombre, que egoísta, no sabe convivir con la naturaleza. Un hombre muy diferente al que la caudalosa cuenca del río Atrato ha visto navegando en chalupas durante cientos de años; el hombre de la civilización, que acaba con los recursos que lo hacen rico, por buscar parecerse al que profundamente todo lo ha acabado.

El documento CONPES 3612, donde el gobierno del expresidente Álvaro Uribe Vélez aprueba la transferencia de dineros del Estado para la construcción de la ‘Transversal de las Américas’, fue establecido el 21 de Septiembre de 2009. La adjudicación de la licitación pública No. SEA LP – 002 – 2009 del  Ministerio de Transporte, para la construcción de la carretera, fue entregada al Consorcio Vías de las Américas SAS PSF, el 5 de Agosto de 2010, a escasos dos días para la posesión de un nuevo gobierno en Colombia, y entre varias polémicas que dejan entre dicha, la claridad que tuvo el proceso licitatorio.

A las comunidades del Tapón del Darién nunca se les consultó lo que pensaban sobre la construcción de una autopista en sus tierras. Sin embargo, ellas mismas han organizado encuentros internacionales, donde exponen su preocupación ante las decisiones que el Estado ha tomado sobre ellos.  «Somos personas que somos las naturaleza misma, allí implantada. Somos personas que amamos esta tierra, amamos cada pedazo que pisamos. Somos personas que somos de la tierra, somos la tierra misma», señaló uno de los representantes de las comunidades del Cacarica, que se oponen a la construcción de la ‘Transversal de las Américas’ en el Tapón del Darién, durante el encuentro internacional ‘Hacia un Mundo Posible, Cacarica’, realizado en diciembre de 2004.

¿Hasta dónde debe sacrificar un país sus verdaderas riquezas culturales y ambientales por el progreso de su economía?

Esteban Alvarán Marín
Periodista LA LUPA
lalupaopinion@gmail.com