En tierra de guerrilleros.
El lugar preferido de la ‘Holandesa de las FARC’.
Por Diego García.
«Si el gobierno cree que todos sus medios son lícitos, porque representa el
Principio de autoridad, el ciudadano no es inferior en posición a ese
respecto, pues representa el principio de libertad, más alto que el deautoridad»
Juan Bautista Alberti
El Crimen de laGuerra
VI. De otros males anexos y accesorios de la guerra.
El diciembre pasado viaje a Orito Putumayo, y después de una travesía de más de 10 horas selva adentro, llegué a un lugar denominado «Caño Cristales» en la zona de la Macarena, departamento del Meta.
Caño Cristales es el río más espectacular del mundo, es de muchos colores, es un lugar paradisiaco que muchos quieren visitar. Al verlo no pude evitar darme un chapuzón en las psicodélicas aguas, que algunos autóctonos le atribuían propiedades curativas.
Estando allí, conocí a Julián Rivera, un ser humano misterioso. Su cara parcialmente manchada parecía estar trajinada por estar a la exposición continua del sol y su vestimenta daba la clara impresión de que jamás había estado en una ciudad; pareciera ser de esas personas que son renuentes a la civilización.
Julián me comentó que la presencia de la guerrilla en esta zona era constante, y que de época en época escogían este lugar para descansar algunos jefes guerrilleros; venían vestidos de civil para guardasen del peligro y que sólo  en excepción venían camuflados todos, cuando llegaba el contingente armado; me lo dijo sin que le preguntara nada, ya que preguntar en la selva cualquier cosa y más sobre estos temas es algo peligroso.
Entre los comentarios que me hacía libremente dejó escapar una frase que captó mi atención y me motivó a preguntar un poco más, aún arriesgándome de ser catalogado como un sospechoso.
Dijo: «este es el lugar preferido de la ‘Holandesa’, ella se pone feliz cuando viene acá».
La palabra «Holandesa» me generó curiosidad, pues hacía referencia no a una turista en general, sino a alguien que venía de cuando en cuando; yo había escuchado una historia por los medios de comunicación de una mujer que militaba en las Farc, de origen holandés, que se llamada Tanja Nijmeijer; quizás mis sospechas no fueron tan modestas, y decidí atrevidamente preguntarle cómo se llamaba la «Holandesa», me dijo: «Eillen» y es una mujer muy preciosa -agregó-, incluso cuando viene acá, sus amigos le codean para que cante en el idioma de su país.
Solo por contarle -prosiguió- que a la muchacha le gusta la poesía, la otra vez dijo en voz alta que iba a  recitar algo sobre un tal HendrikVan Veldeke, y todos le hicieron coro de  que no les gustaba escuchar esas  chimbadas, y uno de ellos -un guerrillero- con acento paisa dijo que la poesía era para maricas.
«Eillen» no se desanimó y mientras todos se fueron a bañar, ella se sentó con algunas mujeres de la zona a explicarles algo sobre sensibilidad poética; todas le prestaban atención porque tenía gracia como de maestra.
Lo que Julián no sabía era que Tanja «Eillen», había estudiado filología hispánica, que en otras palabras es lenguas romances. Yo sabía un poco de esto porque había estudiado su biografía y escuchado por los medios de comunicación algo de su perfil.
Julián, como un periodista parlanchín, me seguía hablando. No sé si quería que escuchara algo, o si era una especie de terapia de desahogo, de las que recurren normalmente las personas que están reprimidas, y que al contacto con alguien de otro lugar, lo van soltando todo.
No lo sé, pero me siguió diciendo: «yo hablé una vez con ella, cuando charlamos, sus amigos no dejaban de mirarla, parecía que le ponían un interés especial en protegerla».
Cargaba un fusil AK-47 automático, jamás había visto uno. Cuando la ví venir hacia mí me asusté;  pensé que me iba a meter un tiro porque la estaba mirando mucho rato, pero ella no sabía que lo que miraba era su belleza física y su rostro angelical.
Me dijo con una voz suave que no me asustara, que el arma estaba asegurada. Quizás lo dijo porque notó mi miedo. Y agregó que prefería mil veces el AK-47 al Kalashnicov procedente de Jordania, porque estos eran inseguros.
-¿Como está? Le dije.
-«Mal, hasta  la  mierda, -me respondió-, quiero irme para mi país, no sé porque putas me dejé convencer del PC3 en Holanda para venirme a este cagadero; los zancudos me están matando, y extraño el color naranja, acá solo se mira verde por todo lado. El único color naranja que puedo ver es cuando vengo a este precioso lugar -Caño Cristales- extraño el queso, el vino, y las calles de Ámsterdam».
Y mientras decía esto, cabizbaja, empezó a exasperarse,  y en cuestión de momento pateó una planta y dijo en voz fuerte: ¡Hijueputa!
Me asusté, porque una persona enojada es capaz de cualquier cosa, además sus compañeros empuñaron sus armas y preguntaron en forma de grito: ¡pasa algo Alexandra!, ella respondió: ¡no! todo bien, solo es que me pico otro puto zancudo. Mintiendo para ocultar su rabia o su dolor interno.
Interfiriendo le dije: – tranquila, tómelo con calma, Alexandra… o «Eillen»……?
-Dígame como quiera -repuso-, acá le ponen a uno sobrenombres para todo, la otra vez vino una vieja tetona al grupo, y se la comieron 3 manes y resulta que la vieja tenia gonorrea y le pusieron de apodo, el pulpo Paula.
Paula porque así se llamaba y pulpo porque su gonorrea en sus genitales parecía los brazos del pulpo.
Me asqueé por un momento,  pero seguí escuchando lo interesante que me contaba Julián, al fin y al cabo eran cosas que no las oía uno directamente en sus orejas todos los días.
En cuestión de momentos -me siguió comentando Julián-, parecía que ya era su confidente, pues sintió una confianza tal que me contó cosas, como que aún conservaba en su campamento, los dos pequeños suecos -zapatos-de madera, color rojo,  que usaba cuando era niña; así mismo cargaba en su mochila siempre una foto de Beatriz, la reina de Holanda, y que admiraba las montañas colombianas porque en su país no había muchas. Casi que en tono melancólico y en voz suave me manifestó que si tuviera la oportunidad de tener otro estilo de vida, lo haría. Quería librarse de ese infierno en la selva.
Por un momento parecía que se enjugaban las lágrimas al decirme que recordaba una y otra vez cada noche la voz de su hermana Marloes y de su madre Hannie cuando desde aquel helicóptero Black Hawk de los militares colombianos, reproducían ese mensaje que entendió en un holandés perfecto: «Aquí hay gente buena que te está ayudando a salir. Vuélate. Sal de allá».
«Que tonta fui, -Refunfuñó «Eillen»- no pude gritar para decir aquí estoy, si lo hubiera hecho «caliche» -quizás hacía referencia  al comandante Carlos Antonio Lozada- me hubiera matado  como lo hicieron con Jansie y Christie cuando dejaron las armas y se fueron; por la espalda las mataron a las dos.»
Julián parecía ser ahora una mina completa de información y no estaba seguro  si saldría con vida de aquel lugar, pues las miradas de los demás jefes que se refrescaban en el río estaban sobre él; Tanja se había desahogado, necesitaba hacerlo, ya que se aburría siempre de sólo escribir en su diario, aunque  lo hacía en tres idiomas para romper el tedio y para comparar el significado de un idioma a otro, como haciendo juegos lingüísticos.
Lo último que Tanja le comentó a Julián fue que estaba atrapada, imbuida, por la pasión de la justicia y la libertad humana. Luchaba en una guerra que no era la suya, -lo admitía-pero las ideas de la justicia le habían transmitido la costumbre de luchar por una causa noble, no la causa de las Farc, sino de la libertad a favor de las personas oprimidas por la oligarquía y las condiciones desfavorables.
Jamás -dijo Julián- se le escuchó mencionar a Marx, ni a Lenin, ni a Camilo Torres, solo citó algunas palabras de Miryam Narváezy Judith Grisález, y se sentía orgullosa de combatir honestamente, no como las mujeres guerrilleras de Sri Lanka o las «mujeres bombas» suicidas  del LTTE.
Antes de irse -aseveró Julián- me aseguró que se identificaba con las palabras de Hugo Grocio que decían: «Cuán bello, cuán glorioso, cuán dulce a nuestra conciencia, será el poder decir con confianza, cuando un día os llame Dios a su Reino: Esta espada que he recibido de vuestras manos para defender la justicia, yo os la devuelvo inmaculada de toda sangre temerariamente vertida, pura e inocente».
Julián se despidió con un chao, y ella volvió a internarse en las espesas selvas de la Macarena para no volverse a ver por esos lugares, porque días después en la operación «Sodoma» cayó muerto Jorge Briceño, alias «Mono-Jojoy» que la quería como una hija, ya que debido a sus idiomas la consideraba una parte fundamental de la propaganda militar de las Farc en España, Holanda, y Dinamarca.
Después de terminado estas palabras quede impactado por la historia detrás de la historia; de lo verosímil de que Tanja Nijmeijerse haya desahogado con Julián  Rivera y de que yo en ese preciso momento haya sido el que escucho el desahogo de Julián.
Cayendo el atardecer, también me  despedí con un chao para  Julián; Salí caminado recto, pero no para internarme en la selva colombiana, sino para regresarme de nuevo a Orito y tomar  la ruta hacia mi casa en Perú.
Nunca hasta ahora he vuelto más a Caño Cristales en el Meta. Y en muchos meses no he vuelto a saber nada de Julián Rivera, mi fuente directa,  ni de «Eillen», o  «Alexandra» o Tanja Nijmeijer, la fuente principal de los mass media.
Diego García
Periodista LA LUPA
diegogarcia473@gmail.com