LAS AMBIVALENCIAS DEL PRESIDENTE URIBE

Sólo hay un paso entre el pináculo de la majestad y el tenebroso estado de la soberbia. Y es muy dado  que los sátrapas se sientan más a gusto en ese estado que en dicha altitud. La ambivalencia en el ser humano tiene unos efectos desconcertantes y perniciosos que inciden notablemente en las relaciones interpersonales, sobre todo cuando esta alteración síquica recae en el gobernante de turno, lo que nos conduce indefectiblemente a un estado permanente de incertidumbre y zozobra como consecuencia de los bruscos cambios con los que prioriza o valora determinadas políticas gubernamentales con una frialdad pasmosa, sin antes haber analizado el alcance de su decisión y sin importar en lo más mínimo los peligros que esta encierre u ocasione, así esté de por medio lo más preciado como lo es  la vida humana y la libertad

Con ocasión de los anuncios  de la liberación de secuestrados de manera  unilateral por las Farc, el gobierno ha sido más prolijo en estos regalos, se ha presentado por el lado del gobierno dos ‘pataletas’ en la cual se ha rechazado la intervención humanitaria de personas ajenas a la Cruz Roja Internacional aduciendo que aquellas buscan figuraciones mediáticas con diversos fines políticos en el ámbito nacional e internacional, tanto en lo personal como en lo colectivo a favor del grupo subversivo ante las diferentes naciones del mundo, o que algunos de ellos son miembros de los llamados «intelectuales» de esa organización, habiéndose superado en algunos casos los escollos y quedando en el aire la liberación del cabo Pablo Emilio Moncayo, hijo del «caminante por la paz», quien fue secuestrado hace once años en el cerro de «Patascoy» en el Departamento de Nariño, situación que ha generado gran malestar e inquietud  entre la comunidad y una muy segura angustia desesperante causada al militar y  a su familia, pero con la casi total certeza que no incomoda en lo más mínimo al interior de los secuestradores, quienes deben de estar muertos de la risa  de ver los tumbos contradictorios que da el gobierno frente a las liberaciones, a  un lejano proceso de paz y al de un intercambio humanitario.

El secuestro es uno de los delitos más execrables que se pueda cometer contra cualquier ser humano porque lleva implícito todos los vejámenes imaginables que reducen a la persona a su mínima efigie y destruye su autodeterminación, es por ello que requiere toda la atención, la solidaridad incondicional y, por sobre todo, en procurar por todos los medios permisibles cumplir los protocolos exigidos por los captores, y que no sean imposibles, para lograr un desenlace positivo sin ningún riesgo para la integridad física del potencial liberado, sin tener en cuenta sus condiciones sociales, económicas, religiosas, de sexo o raciales, y mucho menos, en tratándose de la libertad de «prisioneros» de la guerrilla, entrar a realizar un minucioso análisis de las personas que pretendan prestar su concurso en una intermediación humanitaria, para poder determinar en cual de los dos sentimientos opuestos que coexisten se pueden encasillar, según el estado de ánimo que se maneje.

El cambio brusco que ha tenido el comportamiento emocional del Presidente Uribe- como candidato en el 2.002, y como mandatario después- es bastante notorio y preocupante, al fin y al cabo, es la primera Autoridad de la Nación, es el Jefe de Gobierno y, ante todo, es el Presidente de Colombia y cualquier alteración en su salud mental nos preocupa a todos por igual, así no pertenezcamos a las huestes uribistas; y ese comportamiento que dejó de ser emocional y se convirtió en ‘crónico visceral’ deja mucho que desear en una persona que encarna la Unidad Nacional y que por su dignidad debe de conservar ciertas distancias para no incurrir en trivialidades. La Majestad es inherente al cargo de Presidente de una Nación, lo que irriga decoro, honor, respeto, honestidad, recato, reserva y, sobre todo, modestia, lo cual debe de ser acatado y celosamente guardado por el Gobernante, primando la convivencia pacífica y armónica sobre la base inquebrantable del mutuo respeto.

Hay ciertas reacciones del Presidente Uribe que son en grado sumo desconcertantes y patéticas frente a unos hechos inocuos y que para la mayoría pasan inadvertidos y sólo se perciben cuando sale un comunicado de prensa de la Casa de Nariño o aparece con bastante frecuencia por la televisión lanzando estridentes improperios a diestra y siniestra contra cualquier «alma en pena» que esporádicamente pasa por la otra acera del Palacio Presidencial, o contra un Periodista porque no dijo lo que él dijo, o porque dijo lo que él no quería que dijese, siguiendo en ese circulo vicioso. Si ese grupo subversivo le viene en gana decir que van a liberar a determinado rehén y que requieren que la Cruz Roja esté acompañada de X, Y o Z  persona de esa ONG  de «Colombianos por no se qué», no veo una razón lógica para que nos incomode y mucho menos para que Uribe se atraviese como ‘vaca muerta’ en la mitad del camino que conduce a la anhelada libertad y que no le mengua en lo más mínimo su Majestad, ni su Dignidad, porque sigue siendo el Presidente de Colombia, así vaya en esa misión humanitaria  hasta el ‘perico de los palotes’ o ‘la negrita del Batey’.

Nuestros abuelos, sobre todo los que somos descendientes de los ‘montañeros brochas’ de la agreste Antioquia, decían cuando uno no cumplía un cometido:» le falta pelo para la moña» o «del dicho al hecho hay mucho trecho», por eso es tan complejo y delicado el manejo de las posiciones radicales, sin medir las consecuencias, cuando sobrepasan la órbita propia e invade la de los demás coartando o atropellando derechos ajenos. Quisiera preguntar : ¿Se atrevería el Presidente a tomar esta decisión frente a una hipotética liberación de Ingrid, Luís Eladio, Gechen, la Polanco o de los tres ‘gringos’? ¿O que fuera el hermano de César Gaviria.? ¿O qué tal que fuera el Zar de la Banca, Luís Carlos Sarmiento?. No hay nada de tan alto costo, ni tan detestable : «Que la imposición de la personalidad por medio del efecto exterior».

 Todo hecho ignominioso causa rechazo y produce rabia pero hay ciertas circunstancias que exigen paciencia y cierto grado de tolerancia cuando está de por medio una vida humana o su libertad cuyo valor intrínseco es inconmensurable, así se trate del ser más humilde, porque lo que se busca a toda costa es la liberación de unas personas que se encuentran sepultadas vivas en la manigua y sometidas a la tortura rastrera e insoportable del secuestro.

 

Marco Aurelio Uribe García

Manizales, mayo 1º de 2.009