LOS VARIOPINTO DEL REFERENDO REELECCIONISTA.
Erradicar de manera total las fricciones, tanto físicas como verbales, que se suscitan por las diferentes ideologías entre las personas es bastante complicado, por no decir imposible. El libre pensamiento, que exteriorizado se convierte en libertad de expresión, siempre ha traído consigo situaciones conflictivas entre los asociados que, en hora buena, en gran escala han sido superados en este país, quedando un pequeño reducto de una especie muy parecida a los fundamentalistas, y que para protección de esta jauría se debe tener una piel de paquidermo para resistir las dentelladas de sus improperios, sobre todo cuando alguien manifiesta su punto de vista y éste no coincide con su modo de pensar y/o actuar, o con el de la persona que oficiosamente se representa en la defensa con la gratuita y perjudicial «solidaridad de cuerpo».
Dentro de los «connotados columnistas» de los diferentes medios, hay unos que sostienen que el tema monotemático de la reelección presidencial ya está bastante trillado y causando fatiga, otros lo consideran de mucha actualidad y que merece tener un debate más amplio para lograr un análisis más profundo sobre este aspecto de tanta relevancia para nuestra vida republicana; aquí no se trata de pontificar, ni de jugar a las adivinanzas, sino de hacer unas modestas y concretas consideraciones, siendo necesario un somero repaso de la reciente historia que originó y permitió la elección y la primera reelección inmediata de Álvaro Uribe Vélez, a la Presidencia de la República- 2.002 y 2.006- Es preciso manifestar que gozo de una plena independencia y libertad frente a cualquier eventual encasillamiento en partido político alguno, credo religioso o fetichismo, razón ésta más que suficiente para no ser uribista, y siento la misma aversión por los sanguinarios ‘paracos’ que por los terroristas ‘farianos’.
El ex director de la Aeronáutica Civil, ex senador de la República y ex gobernador de Antioquia, como Candidato a la primera Magistratura de la Nación para el periodo constitucional 2.002-2.006, sin tener la envergadura que caracteriza a los grandes Estadistas, ni ser un orador consumado, ni tener la fluidez en la retórica, con relativa facilidad se ganó la confianza de la opinión pública colombiana lanzando una novedosa y sorpresiva propuesta sobre las siguientes premisas: acabar en el primer año de su gobierno con el grupo subversivo de las FARC, sin mencionar en ningún momento la existencia y las «pilatunas» de los tenebrosos ‘paramilitares’; Congreso Unicameral, se creyó en el momento que se convocaría a una Asamblea Constituyente lo que implicaría la clausura del Congreso, ya que tenía bien ganado su desprestigio; se impulsaría una verdadera y moderna reforma constitucional que tocaría de fondo la estructura del Estado, ocupando orden preferente la Rama Jurisdiccional respecto del injustificado e ineficiente Consejo Superior de la Judicatura, su desaparición era inminente; y, otra, combatir de raíz la corrupción política y burocrática, la cual cabalgaba, en ese entonces y aún persiste, muy oronda en el lomo del clientelismo aupado por una sociedad que se ha distinguido por su apatía e inferioridad frente al compromiso ineludible de depurar la Rama Legislativa, a través del medio más idóneo de participación ciudadana como lo es el sufragio libre y voluntario. Sólo necesitó el Candidato cambiar el discurso arcaico y repetitivo sobre la salud, vivienda y educación, y la gente «mamada» de lo mismo se entusiasmó y creyendo en estas nuevas propuestas puntuales arrasó con todos los pronósticos de las encuestas, no dejando títere con cabeza, y ganando en la primera vuelta la Presidencia. Claro que el Candidato, además, tenia a su favor que habían pasado dos gobiernos de grandes escándalos y sobresaltos que incidieron de manera definitiva en lo político, económico, social y judicial, y para que a los amnésicos les vuelva la memoria sin necesidad de mucho medicamento, sólo deben desempolvar los periódicos de la época; estas son, y no otras, las razones para su apabullante victoria.
El Gobierno de Uribe Vélez, en algunos aspectos ha tenido aciertos que en ningún momento se pueden desconocer como la inversión en infraestructura, manejo adecuado y responsable de la economía, seguridad ciudadana, con mayor efectividad en áreas rurales que en las urbanas con un costo muy alto, pero también pululan los lunares y desaciertos en muchos otros aspectos que afectan directamente a la comunidad, sobre todo, en lo relacionado a demostrar lo imprescindible de la política de seguridad democrática, recurriendo a infinidad de argumentos e incentivos poco recomendables y escasos de ética, y a veces a métodos que violan los Derechos Humanos como los escabrosos ‘falsos positivos’, que no son otra cosa que viles y alevosos asesinatos; desapariciones forzadas; persecución sindical; persecución y hostigamiento a la justicia y oposición; recorte al presupuesto para la salud, lo que ocasionó el cierre de varios hospitales; alto desempleo y una gran infestación en el manejo de la cosa pública en todo los órdenes y en el más amplio sentido de la palabra, por sólo mencionar unos de los muchos otros.
Nada se dio de esa fabulosa, anhelada y utópica propuesta de campaña que sirvió de señuelo para aglutinar a tantos de tan variados pelámenes, lo que no sabíamos o desconocíamos los colombianos era que ese Congreso estaba blindado contra cualquier conato de clausura o cierre por ese contubernio macabro con el grupo que estaba ‘re-fundando el nuevo país’, pero no contaban los ‘socios’, tanto industriales como intelectuales, que el revestimiento acerado no resistiría la prueba de ráfaga de La Corte Suprema de Justicia, este es otro tema, pero es importante acotar que aquí se empieza a develar el escándalo político más grande y grave que haya tenido Colombia en toda su historia; con el transcurso de los días y en la misma medida en que subía el barómetro de la popularidad, o mejor de aceptación, del Presidente, de igual forma se evidenciaba inequívocamente de que el Gobierno era presa de los tentáculos perversos e infames del clientelismo político y sus altos Funcionarios terminaron involucrados en unas relaciones personales ‘non sanctas’, llegando al extremo cinismo de comprar «conciencias legislativas» y de poner al servicio de las ‘mafias’ el Organismo civil de inteligencia y seguridad del Estado -DAS- subastando al mejor postor información privilegiada, por sólo mencionar dos casos bien aberrantes..
Se ha pregonado a los cuatro vientos, por parte de unos, que la reelección es dañina para la democracia, que perpetuarse en el poder tiene consecuencias funestas, que se cambia la estructura del régimen, etcétera. Pues no. Nada de la anterior cantinela es cierta. La democracia es el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, o sea, el pueblo es el elector determinante primario por mayoría de sus miembros, es quien decide que gobierno quiere, a quien quiere de gobernante y cuanto debe durar el periodo de su mandato. Ahora se pretende convocar un referendo para que el pueblo manifieste si está de acuerdo o no con la reelección inmediata, y a cuantas veces de estas se puede aspirar, pero es al pueblo a quien le corresponde la decisión definitiva, entonces, ¿ luego en una democracia no es acaso su pueblo quien toma las grandes decisiones.? ¿porqué la reelección es antidemocrática?, no tiene ningún asidero lógico ni razón de ser de este argumento tan peregrino; si el pueblo aprueba el referendo y supera el umbral requerido (25% del censo electoral), se convoca a elecciones para Presidente y a esperar los nuevos comicios para saber quien es el triunfador, es el número de votos depositados por el pueblo en las urnas quien tiene la última palabra, no es que Uribe ya esté elegido o reelegido, como creen muchos, no; también el pueblo puede optar por negarse a votar para que no logre el umbral y el referendo queda sepultado por voluntad popular, de manera implícita, las cosas concebidas así, son una plena y verdadera democracia, ¡ entonces a qué se le teme!; la naturaleza del régimen no cambia; los periodos del ejercicio de los cargos siguen los mismos; la estructura del Estado sigue siendo la misma, mucho ojo, lo que si vuelve a cambiar es el mismo articulito que cambió Yidis y Teodolindo, con la tutoría patriótica de Sabas y Diego, para permitir la reelección de Uribe; en cuanto a perpetuarse en el poder no es una determinación unilateral de un Presidente en ejercicio y que se concentra más poder estando en el poder, es innegable, pero eso depende en primer orden de la voluntad soberana del pueblo que lo eligió o reeligió y, en segundo, de una legislación que permita la reelección y es la que le amplía su poder discrecional, y eso es competencia del Órgano Legislativo, lo que hay que procurar por todos los medios es sacar del oscurantismo al ‘inepto vulgo’, y, sólo, con el concurso de éste se reforma como a bien se tenga la Rama Ejecutiva o Legislativa, siempre en una verdadera democracia es requisito sine qua non la participación de la comunidad y cuando esta se niega o desconoce se termina ‘tumbando’ el régimen, así sea muy democrático, y los ejemplos los tenemos por doquier, aún con nuestros vecinos.
Ahora bien, la situación en sí del referendo tiene otros ingredientes o especias que asociados entre sí de pronto pueden producir problemas de indigestión legal por exceso en ‘condimento’: cómo fue realmente la financiación para la recolección de las firmas solicitantes del referendo; se violó o no la ley de los topes permitidos; hubo dineros de procedencia ilegal en la financiación de esa campaña ( recuérdese que el objeto y la causa deben de ser lícitos ); se puede o no modificar la pregunta original del referendo; las leyes tienen como característica que son generales e impersonales, este es un Acto Legislativo que, como el anterior, tiene nombre propio: Álvaro Uribe Vélez.
Los Partidos de Oposición, si es que existen, en vez de estar convertidos en «plañideras» y rasgándose las vestiduras por cuenta de la nueva aspiración de Uribe Vélez, deben aterrizar y proponerse a rediseñar una plataforma política e ideológica con programas serios, ambiciosos, novedosos y realizables que redunden en beneficio de la comunidad, procurando, ante todo, mejorar la calidad de vida, o, al menos, que la desigualdad no sea tan abismal y aglutinar adeptos que los convierta en una verdadera alternativa de poder.
Sólo espero que toda la parafernalia del referendo supere los escollos en el examen constitucional, y de pasar si se supera el umbral, ganarle al Presidente-Candidato la batalla de manera limpia en los comicios electorales, estoy plenamente convencido de que esta es la mejor forma de aleccionar a un ‘soberbio’. No me ha preocupado, ni ahora ni antes, la cacareada reelección, yo jamás votaría por ese señor.
Marco Aurelio Uribe García
Manizales, Mayo 8 de 2.009.