Esas épocas pretéritas en las que se celebraban las Convenciones de Partido, disfrazadas con tinte democrático, para la escogencia de los diferentes Dignatarios a través de unos Delegados vendidos y corrompidos por el poder político del eterno “gamonal” que volvía a aspirar a su reelección y/o a imponer sus incondicionales candidatos o se presentaba en el desarrollo del mencionado certamen algún contratiempo que truncaba aspiraciones, y que se terminaba imponiendo candidatos a punta de bolígrafo que manejaba el Delegado de la Dirección General del Partido, quedó por fortuna proscrita.

Hoy en día, existe un sistema de selección que aunque no es del todo perfecto, sí es más democrático que el de la usanza anterior, y son las consultas internas que realiza cada Partido o Movimiento para que el de mayor aceptación sea su representante, no dejándose de ver y constatar ciertas triquiñuelas que imponen sus directivas para saciar sus desafueros en el ejercicio del poder político clientelista.

Las coaliciones políticas entre los partidos o movimientos son mecanismos de defensa que al consolidar la unión y compartir los beneficios que depara el poder, se convierte en un instrumento eficaz para conjurar cualquier evento social y político que por su peculiaridad pueda tratar de impedir o truncar una evolución del régimen político, la estructura del poder y una gradación social y, por supuesto, que el desarrollo de las coaliciones está unido a las divisiones internas de partidos o movimientos.

Al asumir la presidencia Alberto Lleras Camargo en 1945, ante la renuncia de López Pumarejo, denominó su gobierno como el de la “Unión Nacional”, buscando crear una coalición con los moderados de los partidos tradicionales a fin de contrarrestar las dos alas radicales de los dos partidos que lideraban Jorge Eliécer Gaitán y Laureano Gómez. La colaboración de los “ospinistas” en el gobierno fue crucial y hubo conato de ruptura del sistema político, sintiéndose ya el alto grado de polarización creado en torno a los dos caudillos mencionados.

Si bien es cierto que el Frente Nacional, aprobado en el Plebiscito de 1957 e instaurado en Colombia desde 1958 hasta 1974, con la alternación del poder presidencial entre los dos Partidos tradicionales y un reparto burocrático igualitario en las tres ramas del poder público, influyó de manera decisiva en apaciguar la violencia partidista y los odios sectarios y se empezó a reorganizar el país después de la dictadura; también lo es, que trajo consigo unas situaciones epidémicas que se apoltronaron y que han y siguen causando estragos en el manejo de la cosa pública, como el clientelismo corrupto desaforado manejado férreamente por los que conforman las coaliciones.

Ese hibrido de coalición política que opera hoy en el país, Unidad Nacional, copietas del gobierno Lleras Camargo de 1945, tiene unos cimientos tan endebles y frágiles como la consistencia que pueda tener la “gelatina de pata”, su sostenibilidad descansa en la mayestática que encarna el cargo presidencial, girando sus decisiones en beneficios personales, sus dirigentes solo causan grima y desconcierto manejando un cinismo intolerable, su misión inequívoca es tratar de atomizar los partidos, porque si estos se reestructuran y se acomodan a la realidad, ellos, los intrusos, desaparecen por sustracción de materia.

Leí con asombro e indignación en el Portal Eje 21, Política con Pimienta, que el presidente Santos dizque tiene un especial interés en los mandatarios que se elijan para Gobernador de Caldas y Alcalde de Manizales, el próximo 25 de octubre, situación rara, ya que debería de preocuparse por Bogotá y Cundinamarca, su terruño, y no por estas tierras olvidadas por él para ciertas inversiones a que se tiene pleno derecho por aquello de la redistribución del ingreso como un deber hacer del Estado.

Se sostiene en los mentideros políticos de alta fidelidad de la Capital, que al Presidente lo incomoda y atormenta que en Caldas y, sobre todo, en Manizales, Uribe con su Centro Democrático, tengan un candidato fuerte como lo es la “Marquesa del Alto del Perro”, doña Adriana Gutiérrez Jaramillo y, además, de Jaramillo, a quien es bastante difícil disputarle esa posición, por cuanto los Manizaleños, como muchísimos colombianos, también sufren de amnesia pasajera o temporal, situación que de por sí la favorece enormemente en su aspiración.

Por ello, el presidente Santos ofreció de manera autónoma, arbitraria y sin consenso a Germán Cardona Gutiérrez ser el candidato de la Unidad Nacional a la Alcaldía de Manizales, aduciendo la necesidad de ponerle a la Marquesa un contendor de peso pesado, estando equivocado porque Germán no pesa más de 70 kilos, y creo que no sean muchos sus votos. Este es el problema cuando en una misma persona se da la dualidad de poder: Jefe de Estado y Jefe Político y, por ende, Director Espiritual de la coalición. ¿Será qué hasta allá llega la falta de personalidad y carácter de las directivas de la Unidad en Caldas?

Y claro, ganarle al Centro Democrático la Gobernación es casi un imposible, Uribe, proporcionalmente, en la región que tiene más votos es en Caldas, y en relación con Manizales es muy difícil la victoria, pero se tiene más probabilidad que en la contienda departamental, si se escoge un buen candidato, de excelsa preparación, conocedor del manejo de la cosa pública, campechano, con voluntad de servicio a la comunidad, que no sea muy “perfumado” y se haya untado de pueblo, que sea original en su modo de hablar y de obrar y que su talante e imagen encuadre, sin mucho esfuerzo, en los estratos 1, 2, 3, 4 y un poco del 5, no se necesita más.

El candidato que tiene el Presidente Santos, y que pretende imponerle a la Unidad Nacional, jamás le ganará a la “Marquesa” la Alcaldía de Manizales.

Ojala que los dechados de sabiduría que manejan hoy los hilos del poder en Caldas, amparados en la tal coalición, no se vayan a equivocar, como en otras ocasiones, en la escogencia del candidato.

“Los manizaleños como población educada, sabrán elegir a dirigentes honestos y competentes, diferenciando muy bien entre un programa de gobierno serio frente a una prédica populista” (copiado de un columnista de Eje 21).

Marco Aurelio Uribe García.
Manizales, febrero 5 de 2015.