RCN y su connivencia con posiciones veleidosas y desafiantes.

Las posiciones dominantes que se tratan de imponer en cualquier campo o actividad en razón de competencia desleal o por simple veleidad o porque obedecen a dictados de índole político o culto religioso son abominables de por sí, por cuanto denotan inequívocamente una odiosa superioridad frente a algo que está en condiciones de inferioridad, violando flagrantemente el sagrado derecho a la igualdad que tiene todo individuo de la especie humana.

Me causó bastante curiosidad el artículo “Claudia Gurisatti Y RCN” de León Valencia y publicado el 30-05-15, por la revista Semana, ya que como en el viejo refrán sabe más el diablo por viejo que por diablo, y su autor, experimentado izquierdista y abogado, sabe muy bien que estas situaciones, de las que se queja con sobrada razón, son muy propias de los emporios o pulpos económicos que conforman los monopolios o los oligopolios, máxime cuando estos operan a sus anchas en los regímenes capitalistas y que, en tratándose de medios masivos de comunicación, cuentan con el amanuense apropiado.

Le advertían, cuenta el autor del quejoso artículo, sobre los adjetivos que carga, para su deshonra y para el medio que representa, la señora Gurisatti, y, claro, no se requiere ser conocedor de las ciencias esotéricas para deducir, sin lugar a equívocos, que la ogresa periodista cuenta con el pleno respaldo del plutócrata dueño del medio, situación que le permite ser “desafiante, irreverente, alzada y obsesiva” más no audaz e inteligente, porque si fuera inteligente no esgrimiría esa audacia torpe, ni pelaría el cobre tan fácilmente; además, el intelecto es incompatible con todo fundamentalismo (léase Uribismo), misticismo o sectarismo.

Tampoco le doy crédito a lo que sostiene Valencia en su escrito, que la “Mona Ogresa” le ganó el pulso al presidente Santos. El debate por RCN Televisión fue cancelado por la campaña de Zuluaga por fuerza mayor, y para el cual se había escogido, por órdenes superiores, a la “Guri” para moderarlo, pero ya el asustado equipo de campaña de Santos había protestado y acordado no asistir a la encerrona. ¡Y qué encerrona! Zuluaga hubiese ganado lejos por haber tenido moderador de bolsillo y una mejor dicción que la de Santos.

El periodismo como tal debe de ser objetivo, veraz, oportuno, imparcial y, ante todo, procurar que prevalezca una convivencia armónica y tranquila en la comunidad, sin que se trate de sacar partido que la obstruya o altere a través de la polarización y la politización, como encargo a título gratuito u oneroso en beneficio de causas inicuas y en perjuicio de toda la sociedad. La paz es un derecho sagrado inalienable de todas las personas, y su manipulación se debe rechazar sin ningún temor, así esta provenga de los encumbrados y pocos grupos económicos que manejan este país.

A la periodista en mención le asiste su razón, como le asiste al Torero que lleva su cuadrilla para la lidia, en conformar su equipo de trabajo, pero eso sí, respetando la estabilidad laboral, las creencias políticas y religiosas y, siempre, bregando a mejorar los servicios informativos que se prestan, no cambiando por cambiar, y mucho menos que dichos cambios obedezcan a odiosos sectarismos y que solo recaigan en personas de ideología distinta a la del nuevo Jefe, como ocurrió con muchos del anterior equipo periodístico de RCN Televisión, la cuadrilla que tenía Rodrigo Pardo.

Este karma que arrastra la Gurisatti es extremadamente dañino en sumo grado para la noble y necesaria profesión del periodismo, ya que va en contravía de su misma esencia, de su razón de ser, es lo opuesto a la visión y misión universal que tiene la comunicación social; se convierte en un peligro público porque tergiversar la verdad crea desconcierto, caos y oscurantismo en la mayoría de las personas ingenuas, y que, por lo regular, son casi todas.

Es lamentable la concentración que se da en los diferentes medios de comunicación en este país, el acaparamiento es asfixiante, el encadenamiento en lo radial y en ciertas alocuciones televisivas es oprobioso; el manejo del espectro electro magnético debe de producir dividendos jugosos, siendo esta la explicación más ajustada a esta realidad y la cual no permite ampliaciones de canales y apertura a la libre competencia que nos brinde libertad en el escogencia, liberándonos de la restricción de información y de programas de cultura y esparcimiento.

Los dos eternos canales de televisión abierta son omnímodos, omnipotentes y omnipresentes, el control estatal es casi nulo, les permite toda clase de atropellos al sumiso televidente, cambio arbitrario de horarios, enlatados, y hasta se han atrevido a montar telenovelas sobre la vida y milagros de personajes siniestros que solo han dejado vergüenza como legado para nuevas generaciones, tales como criminales consumados, como de artistas y otros, siendo esto una abierta apología al delito, y todo movido por un espíritu mercantilista y comercial que da al traste con principios éticos, morales y religiosos.

¿Será que ese grupo económico amo y señor de RCN, se siente muy plácido con este paraíso de orden público que vivimos? ¿Alguien sabe cuántos hombres conforman el cordón de seguridad de estos “cacaos”? ¿Por qué respaldan a una persona que genera tanta animadversión, hasta en León Valencia?

He procurado al máximo no utilizar estos medios de propiedad de RCN y Caracol. Para mi información y entretenimiento recurro a la televisión por cable y medios escritos, además, sus noticieros televisivos son pésimos y están en pañales con los de otros países; de esta manera me evito incomodidades como las que padece don León Valencia.

Marco Aurelio Uribe García.
Manizales, junio 4 de 2015.