Al país se lo están “robando”, en las narices de Santos.
“Yo declaro que la justicia no es otra cosa que la conveniencia del más fuerte”. Platón.
El clientelismo como tal es antiquísimo, entendido éste como una retribución de favores. En un principio se presentaba sólo en acuerdos o componendas legislativas para lograr la aprobación de determinada ley, por ejemplo, para la creación del departamento de Caldas, se canjeó el voto de los parlamentarios del Cauca a cambio de su nombre en honor al sabio payanés; posteriormente, la sal se fue corrompiendo con la implantación del Frente Nacional y el cual nos dejó arraigadas muchas prácticas nocivas no solo para el ejercicio pleno de la democracia, sino que se empezó a abrir la puerta de la corrupción, como lo fue, entre otras, el reparto o paridad de la torta burocrática y el invento de los auxilios parlamentarios, los cuales se prohibieron en la Reforma del 68; todo esto, y en especial dichos auxilios, son la génesis de esta purulencia nauseabunda que tenemos que soportar.
Y como dice el refrán, “hecha la ley, hecha la trampa”, los politicastros de turno, y a cambio de respaldo con su voto a iniciativas gubernamentales, con el beneplácito de gobiernos anteriores y, sobretodo, de éste se empezaron a rebuscar diversos eufemismos para disimular o disfrazar burdamente los prohibidos auxilios y justificar su práctica: distribución de recursos públicos por capacidad de gestión, asignaciones del gobierno a obras regionales, etcétera, y que son conocidos como “cupos indicativos” más dañinos que los auxilios de otrora y con unos efectos corruptores extremos, abominables y vergonzosos jamás vistos, y que dejan mucho que desear de la dignidad y la mayestática presidencial al patrocinar y ordenar los millonarios desembolsos para el festín de la corruptela parlamentaria.
La clase política nunca había tenido un aliado tan entreguista y de condiciones excepcionales para el ejercicio pleno de la corrupción como resultó ser el presidente Santos en aras de su gobernabilidad y reelección, éste entró a su redil reeleccionista a los comensales famélicos de la Unidad Nacional, y se dice en los mentideros políticos que ha repartido astronómicas sumas de dinero para la campaña electoral del pasado año y la que se avecina, dando la orden de manera descarada y abusiva a ministerios e institutos descentralizados para los desembolsos, sumas que para la destinación especifica jamás han llegado a su destino para su ejecución o, al menos, eso es lo que ha ocurrido en Caldas, manifestación que me hiciera en días pasados el doctor Omar Yepes Alzate, ex presidente del Directorio Nacional Conservador.
El presidente Santos no ha sido el inventor de la corrupción. No, pero fue el artífice de primer orden que procuró, entre nosotros, perfeccionar y cebar al abominable monstruo de la corrupción y blindar su impunidad, cuando siendo ministro de Hacienda en el gobierno de Andrés Pastrana, creó el engendro diabólico de los inicuos e inadmisibles “cupos indicativos”, y qué, posteriormente, de manera inexplicable recibió la “bendición” acomodada, arribista y protectora de la Corte Constitucional, en un fallo perjudicial en sumo grado para la democracia y que pareciera haber sido proferido por unos nefelibatas.
En Mayo 2 de 2011- el Presidente Santos, con cara transfigurada, denunció desfalcos monumentales en el sector de la salud’, y manifestó que las defraudaciones no eran de millones sino de billones de pesos, y qué con el concurso de los órganos de control e investigación se iniciaría una lucha frontal contra esas “ratas de cuello blanco”. Todo siguió igual y el saqueo en aumento. Al mes largo de este pomposo anuncio, presentó a la Corte una nueva terna para Fiscal reemplazando la entregada por el gobierno Uribe, y tuvo la osadía, la irresponsabilidad, la falta de carácter y de respeto para con esa institución y para con el país entero de postular a Eduardo Montealegre, a sabiendas, de que era el Abogado defensor de SaludCoop, la más defraudadora del sector salud, y quien había recibido un millonario pago por concepto de honorarios, suma ésta que hacía parte del fraude cometido.
No sabe uno si gritar o llorar o delirar de rabia al leer la columna de María Jimena Duzán, La nómina paralela del fiscal, publicada por la Revista Semana. Sentí inmensa rabia, no lo niego, pero con el postulante, y no me extrañó en lo más mínimo la actitud del fiscal por su “contratitis”, con inconfundible hedor putrefacto, por cuanto tengo ya una percepción muy clara e inequívoca de su modo de ser en obediencia a sus pírricos principios éticos y morales; y duele sobremanera que un personaje como este tenga el sagrado encargo de investigar y acusador a los infractores de la ley y, que junto al presidente de la República, se le encomiende la delicada misión de fijar políticas de Estado en materia criminal y, dizque, de presentar proyectos de ley al respecto. El contrato del que acusan a Sandra Morelli es una fiestecita de quinceañeras al lado de esta orgia contractual en la fiscalía.
Otra perla desconocida y guardada con celo por el gobierno nacional, es la denuncia que hace el Portal Las 2 Orillas del registro de parlamentarios beneficiarios de proyectos por más de 110 mil millones de pesos para ayudar a la gente pobre afectada por desastres naturales y entregados por la oficina Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres y que depende directamente de la Presidencia de la República. No he podido encontrar en la Constitución Política que estas gestiones se hayan encomendado a ningún parlamentario. Me extrañó muchísimo que dentro de esta grotesca repartija estén incluidos 3.300 millones para el alcantarillado de Salamina y cuya gestora fue la representante Juana Carolina Londoño Jaramillo, no sabiendo que esta linda dama tuviese nexos tan estrechos con ese pueblo del norte de Caldas, ni que allá hubiere ocurrido un desastre de esa magnitud. ¿Sería que Juana Carolina sirvió de gancho ciego?
Lo señalado anteriormente parece ser poco. Señalan algunos “barruntadores” y politólogos criollos caldenses que la danza de los millones que se dio en este departamento en las pasadas elecciones por los politicastros que aspiraban a su reelección fue exorbitante y por cuenta de los ignominiosos cupos indicativos, que las cifras son de tantos dígitos que no caben en ningún aparato de cómputo, y les creo, por lo que pude percibir ese día electoral. ¿Se imaginan qué pudo haber pasado en otras regiones, como en los departamentos de la costa atlántica? Pero uno se pregunta: ¿No sentirán un poco de escozor y vergüenza los organismos de investigación y control por ser tan ineptos o cobardes o alcahuetas o cómplices de estos descarados “robos”?
El Presidente Juan Manuel Santos, tiene el deber ineludible y la obligación moral y ética de ordenar de manera perentoria a todos los organismos estatales, así sean institutos descentralizados o empresas industriales o de economía mixta, que den a conocer a la opinión pública, como también a los órganos de control para lo de su competencia, los millonarios desembolsos efectuados entre agosto de 2013 a la fecha de dineros canalizados como cupos indicativos y con destino a diferentes obras regionales, nombres de los beneficiarios, sean personas naturales o jurídicas tales como, Departamentos, Municipios, Asociaciones, Fundaciones, Ancianatos, Centros Docentes, etcétera,. Lo contrario sería cohonestar y ser connivente abiertamente con el fraude y la corrupción en procura de sostener la gobernabilidad.
Marco Aurelio Uribe García.
Manizales, septiembre 10 de 2015.
Apostilla: Eran preferibles y menos dañinos los finados auxilios parlamentarios, al menos tenían más control, que este nuevo filón de corrupción como lo son cupos indicativos.