¡Qué vergüenza, señor Presidente!
Expoliación del erario, hambre y sed, desnutrición y muerte, son los hechos apocalípticos y pavorosos que más sobresalen y que parecieran ser la impronta con la que se grabará y recordará el segundo periodo presidencial de Juan Manuel Santos; adicionados, además, por los militantes del Centro Democrático, con la felonía que se cometió contra su máximo conductor y líder.
Las expoliaciones del erario son tan antiguas como lo es cualquier terreno o solar ubicado en Mariquita (Tolima), no habiendo tenido antes una cascada de tal magnitud, con un Presidente tan inmutable y tan connivente con la abominable corrupción, como el actual. No solo fue el “padre putativo” de la figura siniestra de los cupos indicativos, como ministro de Hacienda de Andrés Pastrana, sino que como primer mandatario, y para sostener su gobernabilidad, se desaforó en la entrega de éstos a la clase política de su Unidad Nacional, casi a sabiendas de que los mencionados cupos no llegarían a su destinación especifica.
No obstante, el 2 de Mayo de 2011, el Presidente Santos, con cara transfigurada, denunció con bombos y platillos, desfalcos monumentales en el sector de la salud, y manifestó que las defraudaciones no eran de millones sino de billones de pesos, y que con el concurso de los órganos de control e investigación se iniciaría una lucha frontal contra esas “ratas de cuello blanco”, pero todo siguió igual y el saqueo en aumento.
Al mes largo de este pomposo anuncio, presentó a la Corte Suprema una nueva terna para Fiscal reemplazando la entregada por el gobierno Uribe, y tuvo la osadía, la irresponsabilidad, la falta de carácter y de respeto para con esa institución y para con el país entero y coadyuvando a su impunidad, postuló a Eduardo Montealegre, a sabiendas, de que era el Abogado defensor de SaludCoop, la EPS más defraudadora del sector salud, y quien había recibido un millonario pago por concepto de honorarios, suma ésta que hacía parte del fraude cometido.
De qué se ufanará y qué sentirá el presidente Santos, cuando sale con frecuencia por la televisión, con risita tahuresca y socarrona, a decir que la paz se encuentra a la vuelta de la esquina y que este país es un dechado de felicidad con calidad de vida, tratando de desconocer con hipocresía extrema que por los diferentes puntos cardinales del suelo patrio, nuestros críos padecen de sed y de hambre, lo que los lleva a un estado de desnutrición y que de manera indefectible son abrazados por la yerta y terrorífica muerte.
Señor Presidente, sed y hambre genera violencia, y mientras haya violencia, por supuesto, no habrá paz, y si esta se firma a la brava o a las volandas, pronto florecerá una nueva carnicería fraternal, y la anhelada paz será una quimera o falacia.
Señor Presidente, ¿cuántos pozos se podrían perforar en la alta Guajira para el suministro de agua con los dineros de los cupos indicativos que se entregan a los corruptos parlamentarios para su incremento patrimonial? ¿Cuánta leche en polvo se podría comprar con lo que se gastó en ese viaje estéril e inútil a celebrar el cumpleaños del “Plan Exterminio Colombia”?
¿Para qué carajos sirve el ICBF?
Sobran más palabras.
Marco Aurelio Uribe García.
Manizales, febrero 12 de 2016.