Santos, una persona dañina, indecisa y clientelista

No me alcanzo a imaginar cuál hubiera sido el futuro de Juan Manuel Santos, si su tío abuelo, el ex presidente Eduardo Santos Montejo, no hubiera dejado la Casa Editorial El Tiempo como legado o herencia a sus sobrinos Hernando y Enrique Santos Castillo, hijos estos de Enrique Santos Montejo – “Calibán” – hermano del ex presidente Santos Montejo.

Repito, por enésima vez, que no voté por el presidente Santos en su elección del año 2010, y tampoco voté en la primera vuelta de su reelección en el año 2014, pero sí voté en la segunda vuelta más por físico miedo, no tanto a Uribe, sino a algunos directivos o mandos medios del Centro Democrático, por sus viejas y estrechas relaciones con personas non sanctas.

Leí en el Portal Kienyke el artículo “El regalo Griego” de Sergio Araujo, y me topé con mucha información conocida por muchos, y otra no solo desconocida sino difícil de digerir o comprender, tal es el caso de “Santiago” el alias con el que se camuflaba el presidente Juan Manuel, en su efímera militancia en el partido comunista, y si todavía conserva la simpatía por los regímenes comunistas, como también qué arcanos puede encerrar los acuerdos logrados en los diálogos de paz que se adelantan en La Habana, y que algunos se han mantenido en un hermetismo inexplicable, de lo que se infiere que se cocina allí una gran impunidad y gabelas concedidas por doquier.

A Santos se le conocía su habilidad para el manejo de su ubicuidad burocrática, y en política siempre estuvo en el partido liberal hasta su ocaso; a partir del año 1998 procuró estar a la sombra del árbol político más frondoso ganándose la confianza con su proceder servil y socarrón, y fue aquí donde empezó su malabarismo burocrático con alta dosis de contenido dañino y corruptor. En su paso por el ministerio de Hacienda, en el gobierno de Andrés Pastrana, para congraciarse con él y con la clase política corrupta y voraz, se ingenió la perjudicial y diabólica figura de los “cupos indicativos”, los cuales han distorsionado la libre y plena democracia, y hasta la sal la están corrompiendo.

En el gobierno de Álvaro Uribe, cuando empezaron los truenos por el paramilitarismo, Juan Manuel Santos en un acto de gran felonía le dio el puntillazo de descabello al partido liberal y, bajo la égida de Uribe, creó el partido de La U., al cual se afiliaron rápido la mayoría de liberales y unos pocos conservadores que estaban incursos en contubernio macabro con los paramilitares. Esto le valió para que Uribe Vélez lo fichara como la prolongación indefinida de su poder en cuerpo ajeno, y procedió a ungirlo como ministro de la Defensa, y como vaca ladrona no olvida el portillo, siguió cometiendo diabluras que lo congraciaron más con su jefe, sólo basta recordar su protagonismo y relación con el caso del almirante Arango Bacci y/o del ex senador y ex ministro Rafael Pardo, hoy su gran colaborador y amigo. El almirante no ha olvidado, el otro fue anestesiado por el poder burocrático.

Para ningún colombiano es un secreto, con excepción de un señor Roy Barreras, que el presidente Santos jamás hubiese alcanzado la Presidencia de Colombia, ni aún una concejalía en Tenjo, sin el guiño o beneplácito o imposición del hoy Jefe del Centro Democrático, y como no conozco qué compromiso pudo haber existido entre los dos, no puedo asegurar si esta es otra felonía más del presidente Santos.

La indecisión es perjudicial en grado sumo, y, por lo regular, lleva a la persona a cometer equivocaciones garrafales que producen efectos desastrosos, máxime si el indeciso es el gobernante. El presidente Juan Manuel Santos, pasará a la historia republicana por sus innumerables desaciertos, por sus acostumbradas “reversas”, por sus timoratas reacciones en las peleas o controversias con Uribe, por su gabinete ministerial tan insignificante, por no hablarle claro y con franqueza al pueblo sobre lo que se ha acordado en La Habana, por tenerle miedo o pavor a los mecanismos de refrendación e implementación, como una constituyente, por su afán de vender a Isagén, habiendo un solo postor en la subasta, etcétera, etcétera.

Pero, la comunidad jamás le podrá perdonar la creación de los abominables “cupos indicativos”, cuando era ministro de Hacienda, y las desaforadas sumas de dinero que se desembolsaron a través de las diferentes agencias estatales para las elecciones de presidente y parlamentarias de 2014, dineros que fueron a engrosar los patrimonios de la clase política corrupta, y que no se han atrevido a investigar ni la Procuraduría ni la Fiscalía, pero esto es poco comparado con el daño que le hizo al país y a la institución que investiga y acusa por los delitos cometidos, con la postulación que hizo ante la Corte Suprema de Justicia de Eduardo Montealegre para Fiscal General de la Nación.

Marco Aurelio Uribe García.
Manizales, marzo 10 de 2016.

Apostilla: Si el presidente Santos no terna oportunamente para el cargo de Fiscal General, propiciando así una interinidad, queda plenamente demostrado que sí existe una persecución política de su parte a la familia de Uribe, a través del ente investigador y acusador, no siendo esto óbice para que algunos amigos delincuentes del ex presidente se cubran con su teflón. Y eso que soy antiuribista hasta el tuétano.