La Paz del presidente Santos
La Paz es un derecho universal inherente a la persona desde su nacimiento hasta la muerte, y la cual es truncada con bastante regularidad por la violencia en sus diferentes manifestaciones, siendo una obligación prioritaria en un Estado de Derecho su restablecimiento por parte de la autoridad utilizando cualquier medio expedito, sea coercitivo o del dialogo, pero, sin que dicho restablecimiento vulnere o ponga en peligro inminente la convivencia pacífica y armónica de la comunidad. La Paz nos pertenece a todos.
El avance significativo que se dio en el camino hacia la Paz con la firma del acuerdo entre el gobierno y las Farc en La Habana en días pasados sobre cese bilateral del fuego, dejación de armas y garantías de seguridad, así como también, la aceptación de cualquier decisión que tome la Corte Constitucional respecto al Plebiscito, ha aumentado en algunos el optimismo sobre el mencionado proceso dejando la sensación de que lo que falta por acordar en la Mesa de diálogos, es de simple carpintería. Pero, no hay tal. Sólo basta recordar lo que expresó ‘Timochenko’ en las redes sociales: “falta pelo para el moño”.
Hay que hacerle un reconocimiento innegable al presidente Santos por su tenacidad y obsesión por procurar alcanzar la Paz, pero no al precio que sea, pues, si el presidente no se inmuta en lo más mínimo por las consecuencias o secuelas que se deriven de los medios utilizados a fin de lograr su objetivo, a muchos sí nos preocupa en grado sumo; no he creído que esta perseverancia obedezca a un desmesurado sacrificio o abnegación, por el contrario, de acuerdo al desarrollo de lo tratado, de lo aprobado, las concesiones en la justicia transicional y los pendientes vitales en los puntos de la agenda para los diálogos de La Habana, se evidencia que su interés está focalizado a lograr reconocimientos o premios de la comunidad internacional.
La Paz de que nos habla el presidente Santos a través de los medios de comunicación, mostrando un alborozo más que fingido, deja a muchos dubitativos, no obstante haberse ya firmado 3 puntos neurálgicos del conflicto, uno en ejecución, el cese del fuego, y los otros dos – dejación de armas y garantías de seguridad – que están en ciernes, nos llevan a inferir que dicha Paz se encuentra “biche” y en pañales, a pesar del espejismo que quisieron mostrar y que montaron con mucha parafernalia realizada hace poco en La Habana, faltándole a la consolidación de la Paz mucha trocha tortuosa por recorrer.
Y para los que creen que el camino está florido de rosas y expedito para alcanzar la anhelada y esquiva Paz, se equivocan de cabo a rabo. El trecho que le falta al gobierno para cruzar la meta es espinoso y está atestado, o mejor dicho infestado, de descomunales, peligrosos y venenosos batracios difíciles de esquivar y, por supuesto, de superar, y para los votantes de tragar. Los pendientes vitales de la agenda que quedaron en ascuas para ser tratados más adelante en la Mesa de diálogos, no son cosa de poca monta, y juegan un papel primordial y fundamental como requisitos sine qua non para sellar definitivamente el “fin del conflicto”, pero, únicamente con las guerrillas de las Farc, porque el resto de las bandas criminales, siguen vivitos y coleando, y no propiamente en un estado silente de los fusiles.
La Corte Constitucional, en su leal saber y entender, y antes de coadyuvar a “torcerle el pescuezo” a la Constitución con su beneplácito o vía libre al Plebiscito, no siendo óbice la cantidad de vicios, inconstitucionalidades e ilegalidades que rodearon las normativas que se han expedido en torno a este proceso de Paz, debe tener en cuenta los “pendientes” que faltan por analizar y aprobar por las partes y que son de primer orden para la preservación de la institucionalidad, como también, de la conservación de la convivencia pacífica y armónica de la población citadina y rural. Así mismo, que se haga una promulgación profusa de todo lo acordado y aprobado, y que en últimas es lo que encierran los monosílabos SI y NO, que se van a votar.
Los “pendientes”, unos más complejos y de más calado que otros, son: la reincorporación de los combatientes; implementación de los acuerdos, forma, seguimiento, veeduría, acompañamiento, forma y quien dirime las diferencias que surjan, quien investiga y reprime los delitos que se cometan en las zonas de concentración, forma de divulgación de los acuerdos, o sea, se divulgarán después de que el “inepto vulgo” vote; la hoja de ruta para llegar al acuerdo final; algunos aspectos del punto agrario, como el Fondo de Tierras y la distribución de ésta; el penoso tema de las drogas ilícitas; la circunscripción especial para la Paz, hasta ahora se desconocen cuántas curules y cuales regiones se escogerán; adjudicación directa y cantidad de curules para los milicianos farianos; la libertad por resolver de Simón Trinidad; el Tribunal especial para la Paz; Ley de amnistía; pedagogía fariana; etcétera, etcétera.
Es incomprensible, y deja muchas sospechas además, la actitud de los negociadores de la guerrilla en La Habana, por cuanto no mostraron el más mínimo interés por tratar en la Mesa de diálogos reformas urgentes que requiere el país, unas, tendientes a dignificar a todas las personas que conforman el “pueblo raso”, en aspectos como garantizar una plena seguridad social, educación gratuita en todos sus niveles, lo que mejora ostensiblemente la calidad de vida de toda la comunidad, otras, a que se busquen mecanismos eficaces para combatir la corrupción y su impunidad, y esto se logra con reformas constitucionales “draconianas” en las ramas legislativa y judicial, que es donde anida las pandemias mencionadas.
Pero no. Los señores negociadores de las Farc se dedicaron a enfrascarse en asuntos de su interés personal y de su cofradía, sólo les preocupó tratar temas que les pueden dar buenos beneficios a futuro, sí el constituyente primario se les traga el anzuelo, tales como: impunidad total; participación en política con adjudicación directa de curules, fuera de las alcanzadas por medio del voto constreñido (no hay que perder de vista que ellos ya tienen parlamentarios elegidos y que se encuentran camuflados); circunscripción especial para la Paz (no se conoce hasta hoy cuantas curules y zonas se asignarán); reincorporación de combatientes; implementación de los acuerdos; Fondo de Tierra y su adjudicación (esto sólo los favorece a ellos); Ley de amnistía; pedagogía fariana y la libertad de Simón Trinidad. Y las víctimas con un Bonbonbun en la boca. ¡Les parece poco!
Esta es la Paz nugatoria del presidente Santos, con cimientos de gelatina, sin duración ni estabilidad, y todo por no tener unas reformas a la política y a la justicia contundente que blinden la Paz y proteja la institucionalidad de las garras de las Farc.
Marco Aurelio Uribe García.
Manizales, junio 30 de 2016.
Apostilla: No es que el presidente Santos esté entregando el país, las Farc se tomarán el poder, cuando se conviertan en la primera fuerza política. Y el día no está lejos, cuidado con las circunscripciones especiales, las curules adjudicadas por Decreto, las curules que consigan por medio del voto constreñido, más las curules que ya tienen elegidas y acantonadas en el Capitolio Nacional.