¿Plebiscito con pregunta capciosa?
La Corte Constitucional en su examen sobre el plebiscito, profirió sentencia señalando ciertos parámetros de forzoso cumplimiento, entre otros, el de su campaña, su divulgación y su publicidad en favor o en contra del SÍ o del NO, prohibiendo, de manera enfática, hacer alusión en beneficio político de partidos, movimientos o de personas, recalcando que los electores tendrán que ponderar su decisión tomando el acuerdo como un todo, con todos los matices, críticas y beneficios y de conformidad con la pregunta clara, precisa y concisa que se formule en el plebiscito. Algunos de estos parámetros han sido transgredidos por parlamentarios, sin que se haya oído ninguna voz de amonestación o sanción de parte de la autoridad constitucional.
Una vez surtido el trámite de constitucionalidad y firmado entre las partes, gobierno y Farc, el Acuerdo Final para la terminación de la confrontación, se dictó, por parte del gobierno nacional, el Decreto de convocatoria para el plebiscito fijándose el día 2 de octubre del año en curso para los comicios, y aprobándose la pregunta que se hará a los electores para su pronunciamiento: “¿Apoya el Acuerdo Final para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera?”
Defensores y opositores de los Acuerdos firmados en La Habana, han esgrimido sus diferentes puntos de vista, todos muy respetables, respecto a la pregunta a formularse, para unos es una “trampa”, sostienen que la pregunta no pueden venderla como la paz estable y duradera de Colombia, otros con arrogancia e insolencia como un Senador del partido de La U., sostiene: “Al que no le gusta la pregunta es porque está delirante, esquizofrénico, es peligroso y desea la guerra”. Reacciones muy propias de la polarización y la intolerancia frente al disenso y que son generadoras de violencia.
La pregunta, sin la menor duda, es de buena retórica y de buena sintaxis, pero induce al votante al “SÍ” y al error por cuanto no hay correspondencia con la realidad plena por la que se vota, ya que lo acordado, plasmado y firmado en la Mesa de Diálogos de La Habana, fue entre el gobierno nacional y las guerrillas de las farc, pues la terminación del conflicto es únicamente con los subversivos mencionados, más no con el resto de grupos al margen de la ley, tales como los Elenos, los disidentes farianos, las bandas criminales organizadas y reducto del paramilitarismo, el clan del golfo, los rastrojos, los urabeños, etcétera, etcétera, los cuales darán mayor brega para combatir que la guerrilla de las Farc en sus 52 años.
La pregunta a formularse genera engaño, confusión y falsas expectativas entre el “inepto vulgo”, pues pareciera afirmarse, según se desprende de la pregunta, que el conflicto armado en Colombia está sólo en las manos del gobierno y de las Farc, y que con la firma de los mencionados Acuerdos, si son aprobados en el plebiscito, se termina la guerra sangrienta, cuando esa no es la realidad que vivimos, por cuanto el tableteo de ametralladoras seguirá retumbando en nuestros campos con otros actores, y en defensa de los cultivos, producción y comercialización de los narcóticos, del secuestro y la extorsión; empresas lucrativas de difícil dejación.
El Acuerdo Final para la terminación del conflicto, firmado entre las partes, consta de 297 páginas, en el cual su esencia principal radica en el fin del grupo subversivo como tal, más no en uno de los seis puntos de la agenda como muchos creen, y el cual trata de la implantación de una justicia transicional que, en últimas, es lo que menos preocupa frente al logro del objetivo final. Sin embargo, hay puntos como la Reforma Rural Integrada en cuanto a su acceso y uso de la tierra (de difícil cabal cumplimiento por parte del gobierno), la Participación Política, la Reincorporación a la vida económica, requieren de análisis más profundos y en varios capítulos, y los cuales fueron redactados de manera gaseosa y confusa dificultando su interpretación.
Marco Aurelio Uribe García.
Manizales, septiembre 1 de 2016.