Caldas, el paraíso de la impunidad
Antes de entrar en materia, y por el contenido de este artículo, me parece oportuno transcribir una síntesis de un WhatsApp enviado por un amigo: Un prestigioso abogado caminando por un centro comercial encuentra una tienda de mascotas y ve un letrero que dice: “Nos especializamos en mascotas para abogados”. Entra y pregunta: ¿Cuál mascota me recomienda? Yo soy abogado.- Le responden: ¿Qué opina de estos 3 loros?- El abogado pregunta el valor del loro más joven – ¡Mil dólares! -¿Y qué sabe hacer? Responden: sabe toda la legislación vigente y concordante, toda la jurisprudencia en las diferentes áreas, maneja bien la conciliación y el arbitraje.- El abogado pregunta el valor del otro loro más maduro.- Ese le vale 3 mil dólares. – Caramba y qué sabe? -También sabe toda la legislación, incluyendo el código marítimo, las reformas a todos los códigos, las rondas de los TLC, el medio millón de leyes vigentes que tenemos y, sobre todo, los comentarios de los Tratadistas. -El abogado responde asombrado: Ahh ¡es todo un jurista! Oiga, y por pura curiosidad, ese loro gordo con cara de pendejo que está al fondo, ¿cuánto vale? -Ese vale 10 mil dólares. No me crea tan # % &% &%, responde el abogado, y ¿qué sabe y qué hace? -Pues mire, en tres años que llevo con él no hace ni dice nada, pero estos 2 loros cabrones le dicen “Magistrado”.
Caldas y Manizales, que en otrora fue el departamento y la ciudad modelo de Colombia, pasaron a ser unos focos de corrupción liderados por ciertos personajes emergentes y oscuros de la clase política que maneja hoy los hilos del poder, y quienes fueron patrocinados y catapultados por capos del narcotráfico y/o por el dinero producto de las expoliaciones del erario cuando se desempeñaban como funcionarios públicos, verdad sabida y buena fe guardada, gozando de la connivencia y protección de los órganos de control e investigación que les garantiza plenamente su impunidad, dejándoles el camino expedito o despejado para seguir cometiendo sus ominosas fechorías de manera continuada, tal y como está ocurriendo en la actualidad.
En Caldas, y sobre todo en Manizales, por sus laderas no sólo se desliza cantidades de metros cúbicos de tierra con resultados catastróficos y mortales provocados por fenómenos naturales con agravación coadyuvada por la codicia y la mala fe de los constructores en el mal uso del suelo, impacto ambiental negativo y otros, como también, por la corrupción de las autoridades que por la “coima” conceden licencias de construcción en zonas de restricción o áreas de cesión, sino que hay constantes deslizamientos de recursos públicos en forma descarada y a la luz pública en todo el departamento, en sus municipios y en entidades descentralizadas del orden departamental y municipal; de aquellos y de éstos delitos muchos están en la impunidad a sabiendas de las autoridades, otros están durmiendo en los anaqueles de la fiscalía y de los juzgados de conocimiento.
Es inaudito que se “roben”, a través de una celebración indebida de contratos, 120 mil millones de pesos en la construcción de unos terraplenes en el Aeropuerto del Café, en las narices del gobernador de Caldas, del alcalde de Manizales (de esa época) y, por sobre todo, de una entidad inepta y bullosa que se precia de ser la veedora ciudadana de última generación, como la Corporación Cívica de Caldas, y quienes sólo ponen el grito en el cielo cuando no es uno de los suyos los que cometen las fechorías. Este descalabro se dio en la nefasta gerencia del Aeropuerto de un advenedizo de nombre Francisco Cruz Prada. Y nada ha pasado, mientras tanto la fiscalía, procuraduría y contraloría, siguen orondas y sumidas en su acostumbrado letargo cómplice y cobarde.
¿Cómo es posible y cómo se puede explicar que INFIMANIZALES, propiedad del municipio de Manizales, banco de segundo piso constituido hace 20 años con capital cercano a los 500.000 mil millones de pesos, producto de la venta de la empresa de teléfonos, y que llegó a tener un patrimonio de 800.000 mil millones de pesos, sólo tenga hoy en día en bancos una cifra cercana a los 30.000 millones de pesos y unos activos improductivos que sólo causan gastos por valor de unos 6 mil millones de pesos (esta información fue suministrada por mi amigo y periodista Germán Ríos Martínez), y que a estas alturas de la “esquilmación” no se haya abierto una simple investigación administrativa, fiscal o penal para establecer quienes han sido los responsables de su detrimento patrimonial? ¿Qué prodigiosas inversiones se han hecho para generar semejante descalabro? ¿Quiénes se han “chupado” la sangre de Infimanizales? ¿Qué ha hecho la contraloría municipal, la fiscalía y la procuraduría?
En la comuna del Barrio San José de Manizales, en la administración del alcalde Juan Manuel Llano, en julio de 2009, se dio la resolución de adopción del Macro-proyecto San José, catalogado como uno de los más grandes de Colombia. Hasta el día de hoy, este proyecto tiene todas las características de “fallido”, por su improvisación inicial, su desvío de recursos y sus permanentes visos de corrupción. En la actualidad, la contraloría municipal profirió fallo fiscal por detrimento patrimonial en cuantía que supera los 7 mil millones de pesos, contra el ex gerente de la Empresa de Renovación Urbana e Infimanizales, Fabio Alberto Aristizábal y Fernando Montoya, respectivamente. Y la fiscalía y procuraduría siguen sin inmutarse y haciéndole el juego a la impunidad.
Es raro, y no es coincidencia, que en la administración municipal de Juan Manuel Llano, se hubieren presentado tantas situaciones dudosas, pero con hedor pestilente, tales como la adquisición de la silletería del Estadio Palogrande; la adopción, improvisación y mal “arranque” del Macro-proyecto San José; en esta administración se empezó a sentir con mayor rigor el descalabro financiero de Infimanizales; y lo más inaudito y nunca visto en ningún lugar de Colombia, como para replay o una gran película, el increíble e insólito “robo masivo” de 348 vehículos de los patios de la secretaría de tránsito. En el primer caso, el Juez de conocimiento, quieto y mudo, y en el segundo y tercero, la fiscalía apostándole a más impunidad y en el cuarto, se dictó sentencia condenatoria, pero no se conoció nada sobre sus autores intelectuales.
En Caldas, enfrentan imputación de cargos por diferentes delitos los alcaldes de Supía, Aguadas, Salamina, Pensilvania, La Dorada, Risaralda, Belalcázar, Chinchiná, Neira, Victoria y Marquetalia, pero sus procesos están en estado de congelamiento, vaya uno a saber el motivo, en los despachos de los jueces de conocimiento. Ojala estos juzgados no vayan a ser escenarios de «juegos pirotécnicos», aunque algunos de estos implicados sostiene que la situación “ya fue arreglada”. Hace año y medio en el Tribunal de Manizales, se encuentra por resolver una apelación a una condena en contra de un ex alcalde de Victoria Caldas, por Celebración Indebida de Contratos, proferida por el Juzgado Penal del Circuito de La Dorada. ¿Será que tiene mucha carga laboral el magistrado de conocimiento? ¿Y dónde está la inoperante Sala Disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura?
De algunos de la actual clase dirigente política de Caldas, es mejor ni hablar, su hedor pestilente es inefable, ni los “gallinazos” escapan a las náuseas que producen. Poco a poco empezaremos a denunciar indicios graves inocultables, presionando así a la fiscalía, a fin de que desenmascare a algunos corruptos camuflados en Caldas, y que gozan hoy de las mieles que deparan ciertas dignidades.
Los caldenses deben volver por sus fueros y recuperar la dignidad e independencia perdidas, derrotando la corrupción en las urnas, única forma de acabar con las “verduleras políticas” que venden burocracia y enciman dinero.
Somos más corruptos que cualquier otro departamento de la geografía nacional.
Marco Aurelio Uribe García
Manizales, mayo 25 de 2017.