Réquiems por los dos grandes Partidos

Son los cánticos luctuosos que se vienen entonando en este triste e inmerecido “funeral” que se le viene celebrando al Partido Liberal y al Conservador, y con una parafernalia muy propia de los sepelios de cualquier “N.N.”; y todo, por cuenta de unos “avivatos o vividores” – léase: los vivos, viven de los bobos. – quienes se tomaron por asalto las directivas de las dos mencionadas colectividades en provecho personalísimo y excluyente, valiéndose de artimañas rastreras y obnubilando las conciencias a través del dinero maculado y corruptor, con fines lucrativos inconmensurables.

El Partido Liberal, bajo los principios de Ezequiel Rojas en l848, y el Conservador en 1849, bajo la orientación de Ospina y Caro, han sido los grandes protagonistas de la evolución historia de Colombia a partir de la mitad del siglo XIX y hasta la década de los 90, fecha en la cual la sal se empezó a corromper y las mencionadas colectividades perdieron su norte y, por ende, su respeto y credibilidad, dejándose permear por una asfixiante corrupción, por grupos al margen de la ley y, lo más grave, permitiendo no sólo el ingreso a sus huestes de personajes de pasado y presente oscuro, sino dándoles su aval o respaldo a cargos de elección popular y a aspirantes a cuerpos colegiados, a cambio de excelente retribución económica.

Tanto el Partido Liberal como el Conservador, antes de los años ochenta, tuvieron en su dirigencia – incluida la representación en cuerpos colegiados – personas probas y capaces, portadores de principios éticos y morales, ajenos a la codicia y pletóricos de virtudes, amantes del trabajo honesto y enemigos de lucros facilistas y raterías, siendo éstos reemplazados de manera brusca y rapaz por una mayoría con prontuario delictivo extenso, mercaderes de una política degradada y repugnante, ambiciosos y embriagados por un apetito desordenado de poder no sólo político, sino económico que les permite ejercer un amplio “tráfico de influencias” y saciar así sus pecaminosos instintos libidinosos.

Estos últimos mencionados, son los verdaderos monstruos apocalípticos de esta política inicua, rastrera y miserable que tenemos que soportar, catapultados por unos electores iguales o peores que ellos, sin ninguna dignidad ni carácter, de un minúsculo cerebro que no les permite ver más allá de sus propias narices, ni pensar en el futuro de su descendencia, siendo ésta lo más sagrado que tiene el “don de la procreación”; situación ésta que genera corrupción y nos lleva a una inexorable descomposición social.

En Colombia, hoy más que nunca, se necesita del Partido Liberal y del Partido Conservador, fortalecido, reestructurado y con una catarsis profunda, con una dirigencia que regrese por sus fueros y con la frente en alto, con sapiencia, dignidad y autoridad que les permita extirpar todas las “cucarachas” que están ostentando por asalto esta rectoría, reorganizando los partidos e imponiendo disciplina, con miras a próximas elecciones y que lleguen a ser verdaderas alternativas de poder.

Este es un compromiso y una responsabilidad histórica y política de liberales y conservadores con cada uno de los partidos. Derrotemos estas alimañas con nuestro voto, es la mejor arma que tiene una verdadera democracia.

No sigamos reeligiendo a los mismos corruptos e incapaces de siempre. Los políticos corruptos son fáciles de detectar, llevan una mancha indeleble difícil de borrar, sólo se necesita observar su nuevo modus vivendi, su abultado bolsillo los delata.

Marco Aurelio Uribe García.
Manizales, septiembre 15 de 2017.