Aeropuerto del café: Una “ubre” mágica
Ninguna teta que haya dado tanta leche como éste embeleco de proyecto, y todos los “mamíferos” que succionaron de ella se encuentran “rozagantes” y muy orondos disfrutando de las mieles que prodigaron los descarados y continuados “serruchos”, según cuentan los entendidos, unos en escritos timoratos y eufemísticos; pero, ninguno de aquellos sin responder por nada y ante nadie, al contrario, algunos fueron premiados por la misma administración pública en otros niveles y latitudes, como es el caso del secretario de Ambiente de Bogotá, nombrado, sin sonrojarse, por el actual alcalde Peñalosa.
El proyecto del aeropuerto empezó a sentir el descalabro económico desde la llegada de un señor Cruz Prada a su gerencia, cuya importación de los Llanos Orientales se le debe al Partido de La U., en cabeza de su dirigencia regional integrada en ese entonces por Óscar Iván Zuluaga, Adriana Gutiérrez (hoy militantes del Centro Democrático), Mauricio Lizcano y el señor Penagos, quienes se equivocaron de cabo a rabo con este “ilustre llanero”, creyendo erróneamente que en Caldas no se tenían belitres de cuello blanco, y con mejores pergaminos para el cargo. Deuda ésta que los caldenses deben cobrar de contado a estos señores en futuras elecciones.
Estas garrafales imprevisiones, acompañadas de la alta corrupción que ha acompañado el mencionado proyecto, lo están haciendo inviable tanto por lo oneroso, por su costo-beneficio y porque la operación no está garantizada por un flujo de pasajeros y de carga que justifique la inversión, reflejando cero en su tasa de retorno. La responsabilidad de toda esta debacle recae sobre todos y cada uno de los que han metido las manos y uñas en este proyecto: clase política, gremios, gobernadores, Alcaldes, contratistas y hasta los celadores que cuidan esas laderas que tratan infructuosamente de explanar y de acondicionar en terraplenes, los cuales han producido jugosas coimas.
La dilapidación de recursos públicos en gastos fútiles, suntuosos, nóminas paralelas o cargas laborales innecesarias sólo por cumplir promesas clientelistas politiqueras, son también hechos o actos de corrupción que afectan la presentación de cualquier proyecto, máxime cuando en éste no se muestra una voluntad austera que coadyuve a sostener posiciones serias y férreas en defensa de dicho proyecto que está agónico y sin recursos financieros a corto, mediano o largo plazo, y con un futuro que sólo encierra incertidumbre y esperanzas infundadas.
Es inaudito, inadmisible e ininteligible que unas personas que conforman la junta directiva del Aeropuerto del Café, se comporten de manera complaciente y sean tan desentendidas en el manejo y futuro de esta mega obra, y que para muchos ilusos es el paso adelante para lograr un desarrollo integral del departamento, y que los pocos recursos o limosnas que le llegan del poder central y los ínfimos aportes departamentales y municipales, sean tirados por la borda empleándolos irresponsablemente en el sostenimiento absurdo de una nómina de alto costo y, ante todo, que no se necesita.
Una denuncia pública grave, y que produce exacerbación, hizo en su programa radial el periodista Germán Ríos Martínez, acerca de la descomunal e injusta “sinecura” mensual que le pagan a unos privilegiados burócratas en el proyecto del Aeropuerto del Café, transcribo la denuncia:
“La gerente se gana $ 12 millones mensuales, los Directores Técnico y Jurídico, cada uno, $ 9.591.000 pesos; el Coordinador Administrativo, cinco millones de pesos; la Jefe de Comunicaciones $ 2.670.000, el Jefe de Control Interno $ 2.557.000, el Contador $ 3.569.000, cuatro Auxiliares Administrativos gana cada uno cerca de dos millones de pesos, y tal vez, quien más trabaja, el Coordinador de la oficina de Palestina, devenga $ 960.000 mensuales”.
¿Creen ustedes que se requiere este tren burocrático tan exclusivo y costoso para vigilar una ladera medio explanada?
Marco Aurelio Uribe García.
Manizales, octubre 5 de 2017.