¿Qué será lo que quiere León Valencia?
La verdad sea dicha, me asombró sobremanera el artículo “Gabinete para la paz” de León Valencia, publicado en la revista Semana, y no fue precisamente por el aporte con su idea en beneficio de la paz, sino por la forma tan sutil y disfrazada como postula su nombre para ese eventual Gabinete, y, por supuesto, está en todo su derecho. Además, su perfil encuadra como anillo al dedo en el sugerido, en caso de que el presidente Santos muerda el anzuelo y acoja la idea; afirma que, “el gobierno debe de tener a su lado, en el gabinete, a personas conocedoras de los temas y de las regiones del post-conflicto, comprensivas de la Colombia que abriga a la insurgencia y a los marginados”.
Sostiene también que, “aquellos deben de ser personas de carácter, ideas y capacidad técnica que se comprometan a acompañar al gobierno en los retos que vendrán en estos dos años decisivos para Colombia”, y, agrega que, “le convendría tener interlocutores idóneos con la Alta Comisión Legislativa que se encargará de tramitar en el Congreso las reformas para cumplir con los acuerdos de La Habana. Le convendría tener líderes que contribuyan a una gran votación en el plebiscito” (sic). Según esto, el compromiso de los nuevos altos dignatarios con el proceso debe de ser incondicional, sin que les importe los efectos colaterales que puedan sobrevenir por dañinos que sean, así se haya violentado el ordenamiento jurídico y subyugado la soberanía y la convivencia armónica del país, con sus territorios de paz o zonas de verificación.
Una de las razones del columnista para su propuesta es: “En la primera vuelta de las elecciones presidenciales de 2014, Clara López y Enrique Peñalosa (Polo y Verdes) obtuvieron más de 3 millones de votos. Las mayorías (?) en esos dos partidos respaldaron luego a Santos en segunda vuelta y fueron decisivas para su victoria sobre Óscar Iván Zuluaga”. Aserto muy discutible, y de difícil comprobación, por cuanto la indisciplina y/o desbandada en el Polo fue enorme y estuvo liderada por el Senador Jorge Robledo y sus fieles “escuderos”, quienes manejan una cauda electoral bastante copiosa; en cuanto a los Verdes, sus adeptos son de otra condición y muy independientes, otros, y son muchísimos, que no pertenecemos a esos dos partidos no votamos por Santos en la primera vuelta, pero lo hicimos en la segunda.
Muy respetable el análisis de León Valencia hecho en el artículo mencionado, pero no lo comparto por no corresponder a la realidad, y al posible desenlace que tendrán los acuerdos firmados en La Habana, con su refrendación y posterior implementación. Todo, habida cuenta de que la refrendación se hará por el mecanismo del Plebiscito con un irrisorio umbral sobre el censo electoral, y la pregunta se hará sobre los “monosílabos” SI o No, sin conocer el contenido y donde se resumen páginas llenas de ambigüedades, y cuya decisión es vinculante y genera efectos jurídicos de implementación en la integralidad de contenidos de los acuerdos. Motivo más que suficiente para votar en el plebiscito por el NO, salvo que se le dé amplia divulgación a lo acordado.
Para la implementación de los acuerdos se decidió en el alto gobierno que por medio de un acto legislativo, que modifique y le tuerza el pescuezo a la Constitución, crear un “congresito” integrado por unos pocos parlamentarios en ejercicio que se encargaran de aprobar en primera instancia los proyectos que desarrollen los efectos jurídicos de los acuerdos refrendados en el plebiscito; este engendro legislativo, por demás, vergonzoso para sus integrantes, no tendrá ninguna iniciativa de adición, reforma o supresión, salvo aquellos autorizados por el gobierno (léase Presidente), sus miembros serán escogidos a dedo, previa a la elección por parte del Congreso, y con la aquiescencia o guiño de las FARC .
Si se logra firmar la integridad de los acuerdos que se discuten en La Habana, y se supera y aprueba el tan cuestionado plebiscito, la paz será duradera y estable dependiendo de múltiples factores, sin ser relevante ni que sea sine qua non, en lo más mínimo, la conformación de un “Gabinete para la paz” con pupilos de la izquierda, bien sean del Polo o de los Verdes (?), y, así, de paso pagarles o retribuirles el respaldo a la reelección presidencial; propuesta ésta que no tiene razón de ser, ni en lo práctico ni en lo político, máxime si se tiene en cuenta el comportamiento histórico de nuestra izquierda, a quienes les ha faltado voluntad política para convertirse en alternativa de poder, su falta de cohesión, su anarquía populista irracional y por los intereses personales, de algunos de sus líderes, por encima de los generales y, aún, a los del partido o movimiento al que pertenece.
En el caso que nos ocupa, la designación de una o más personas en una alta dignidad (ministerio) no sería un nuevo aire a la política colombiana, como tampoco sería un mensaje contundente de que algo va a cambiar en el país con la firma del acuerdo entre las partes. La designación de altos funcionarios da un nuevo aire en la política, cuando se requieren de coaliciones para fortalecer un régimen y garantizar la gobernabilidad, lo demás es fomentar un clientelismo perturbador. El nuevo aire y el mensaje contundente de cambio se dará cuando se haga la reforma constitucional radical a la política y a la justicia corrupta y desvergonzada que tenemos, éste sí, es un factor decisivo para la estabilidad y duración de la paz, de la que venimos añorando y hablando. Lo contrario, sería que en un futuro cercano sirviera de excusa para el regreso a la subversión o para que afloren nuevos grupos ilegales.
Tanto al gobierno como a las FARC, en la mesa de La Habana, les ha faltado más claridad y sinceridad para tratar y consignar en los acuerdos ciertos temas ambiguos, y que son esenciales y garantistas de una paz estable y duradera, tales como si es dejación o es entrega real de las armas, destino final de éstas, plazo definido para terminar y firmar los acuerdos, modus operandi de los llamados territorios de paz o zonas de verificación, participación en la política, garantías y certeza de la total desmovilización de los subversivos, y el más espinoso y complejo: el lavado de activos, bienes y capitales en cualquier lugar del planeta. ¿Qué pasará cuando salgan a la luz pública, bienes en cabeza de uno de ellos o de algún testaferro, se entregan, se legalizan o se confiscan?
La cacareada y publicitada verificación por parte de la ONU, es como su nombre lo indica, de verificación, no es que el Consejo de Seguridad de ese organismo garantice ni la plena paz ni su duración, ni su plena desmovilización, ni, aún, el cumplimientos de los acuerdos por las partes. Si en realidad se quiere manejar el post-conflicto con seriedad y responsabilidad, y no se quiere tirar por la borda todos los esfuerzos que se están realizando hasta el momento, y superados si es que se logra, se debe emprender, sin pérdida de tiempo y de manera simultánea, la reforma radical a la justicia y a la política, sin titubeos y sin consideración a la magnitud del revolcón.
Los avatares que pueda traer el post conflicto son diversos y debe tenerse previsto sus soluciones y su manejo como, perdón de la sociedad y acogida en su seno de los reinsertados a la vida civil; acompañamiento y ayuda económica y técnica de la comunidad internacional; prever la generación de empleo; manejo adecuado y diáfano de los recursos para su sostenibilidad; un estatuto garantista de oposición; garantías reales para nuevas fuerzas políticas; seguridad individual y colectiva que responda a la protección y garantía de los derechos; reforma agraria que facilite el acceso al verdadero trabajador del campo y, ante todo, una radical reforma de la política y de la justicia, incluida la transicional, a fin de evitar sobresaltos con los organismos internacionales.
Marco Aurelio Uribe García
Manizales, enero 28 de 2016.
GABINETE PARA LA PAZ. no les da verguenza ni colocarle nombre a otra entidad generadora de mas corrupcion. ahi estan pintados estos malnacidos politicos, corruptos y sin verguneza alguna.
que tristeza este bello pais, en manos de estas piranas, sanguijuelas, chupasangres. Dios, libranos de este ejercito de hampones.
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Sensato artículo que deje en primer plano que este gobierno está anulando, protegiendo y premiando lo pedante y descarado comportamiento del grupo terrorista farc
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león valencia no es mas que un «ex»- narcoterrorista indultado que como petro y sus secuaces no han renunciado a ver a colombia sumida en una dictadura criminal y violadora de todos los derechos humanos como la cubana. además que no han pagado por los crímenes cometidos contra colombia. y el hecho de que hayan sido indultados no los convierte en decentes o buenas personas, ni siquiera tiene autoridad moral para pontificar de nada. también hay que tener en cuenta que para los comunistas miserables, retrógrados y resentidos sociales como estas malas hierbas, la mentira, la trampa, el embuste y el engaño son su forma de vida.
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