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¿Cuál guerra se termina y cuál paz nos queda?

“Los muertos son los únicos que ven el final de la guerra” Platón

Menos mal que la Corte Constitucional en su examen a la ley que convoca al pueblo a un plebiscito para votar la refrendación, en favor o en contra, de los acuerdos firmados en La Habana entre el gobierno nacional y los voceros de las guerrillas de las Farc, a fin de terminar la confrontación bélica entre éstas y el Estado colombiano, y haciendo gala de su “inmensa sabiduría”, y para disimular su prodigioso invento de la tal “sustitución de la Constitución”, ordenó que todo lo acordado y firmado en la Mesa de diálogos se le diera profusa promulgación y divulgación para que el pueblo conociera a fondo el tema sobre el cual va a pronunciarse, guardando silencio sepulcral sobre algunos trámites y decisiones inconstitucionales y legales de gran impacto.

La promulgación y divulgación de los mencionados acuerdos entre gobierno y la guerrilla, con suficiente antelación al plebiscito, tiene gran connotación frente a la puja y especulación que se viene haciendo y cuyo único objetivo pareciera ser el de medir unas fuerzas personales o partidistas a través de los monosílabos “SI o No”, ya que lo que se busca es de que todo lo acordado con la guerrilla de las Farc, sea diáfano y conocido ampliamente por el elector para que tenga toda la plena libertad para su análisis y decida a conciencia si refrenda o no dichos acuerdos, procurando que tal decisión no vulnere la institucionalidad y que esté acorde con el interés y la convivencia general, primando sobre cualquier veleidad o interés personal.

Dentro de una sana, correcta y franca pedagogía, y como adición a la promulgación y divulgación de los acuerdos entre gobierno y guerrillas de las Farc, se tiene la obligación moral de informar al “inepto vulgo” sobre el alcance que tienen estos acuerdos, haciendo énfasis en su importancia por ser facilitadores para despejar el camino para lograr con los otros actores de la confrontación la Paz total; advirtiendo, que si se logra culminar este proceso y se da el cese de hostilidades, dejación de armas por parte de los subversivos, implementación y reinserción a la civilidad, y se firma el documento final que selle la Paz, ésta se dará únicamente con dicha guerrilla lo que arroja como resultado positivo su desmovilización y sus fusiles se silenciaran, quedando pendiente otras negociaciones o acuerdos con los violentos que seguirán con esta encarnizada guerra.

El presidente Santos con su arrogancia socarrona y su afán por procurar reconocimientos de organismos filántropos nacionales y extranjeros mantiene en un oscurantismo extremo a una gran parte del pueblo, sobre todo a los de ruana, y a los organismos internacionales, haciéndoles creer que la guerra sangrienta que se libra en Colombia está ad portas de terminar y que la Paz nos lloverá como el “mana”, con el argumento de que este proceso de Paz se adelanta con la subversión más antigua de América, y que hoy oscila entre 10 y 15 combatientes, ocultando que quedan por fuera de este proceso otro tanto de combatientes y delincuentes redomados pertenecientes a los disidentes o rebeldes farianos y sus milicianos urbanos, la guerrilla del ELN y las bandas criminales organizadas, y quienes en otrora conformaron la membresía rasa del macabro paramilitarismo.

Ojala no vaya a ocurrir, y el Señor no lo permita, que se repita la historia de la Unión Patriótica y surja la “mano negra” de una extrema derecha que extienda sus tentáculos no solo hacia los nuevos desmovilizados, sino a miembros de instituciones que de uno u otra forma han facilitado tanto despelote institucional, atajo éste que torpedearía la Paz que se firme con los farianos, o que esta desmovilización sirva para desencadenar y acentuar más violencia en procura de ocupar los territorios que dejaron vacantes para ejercer con plena libertad la industria y comercialización de los narcóticos, del secuestro y de la extorsión.

No hay que olvidar que la desmovilización del paramilitarismo no se dio en su totalidad, y gran parte de sus combatientes o sicarios, y son muchos, quedaron con sofisticadas armas de largo alcance y poder, y son los que hoy conforman, con nuevos muchachos, las bandas criminales organizadas y que están diseminadas por toda la geografía nacional, tanto en la parte rural como urbana, y que, sin lugar a dudas, por su facilidad de desplazamiento, mimetización e infraestructura terminarán haciendo más daño del que ha hecho la subversión más antigua de América, y con la cual se está ad portas de firmar la Paz y de reintegrarse a la civilidad.

Todas las conductas delictivas, sobre todo en aquellos delitos de lesa humanidad y marcados con extrema sevicia, son abominables y reprochables y todos son cometidos por enfermos criminales, pero, entre todos estos, hay algunos delitos que causan más estupor y terror que otros, sin tener ninguno una mínima brizna de justificación. Una cosa es el asesinato que se cometa con un tiro de gracia en la cabeza, y otro muy distinto y macabro es el que se comete con una moto sierra cercenando apéndices del cuerpo humano. Y estos “especialistas” son los nuevos actores del conflicto que sigue, y los seguros sucesores de los farianos en todas sus actividades.

Es por todo lo anterior, que hay que reconocer los esfuerzos que se hacen para buscar acuerdos con los diferentes grupos del conflicto hasta alcanzar una Paz general. Por ahora, sólo tenemos a la expectativa, mientras se firma el acuerdo final, una Paz con las Farc, necesaria para empezar a recorrer el camino tortuoso de nuevos diálogos y acuerdos con los otros actores; por eso, me parece ridículo y parroquial tanta parafernalia, tanto despilfarro de los recursos públicos, tantas concesiones a los subversivos y que son perjudiciales para la institucionalidad, tanto triunfalismo y alborozo por parte del gobierno, como si estos acuerdos suscritos con uno de los tantos violentos del conflicto fueran la panacea de los males que nos aquejan, y que a manteles dejaran servida la Paz total en todo el territorio nacional, ni que tampoco esta situación sea aprovechada por unas personas megalómanas que tienen polarizado el país y que pretenden mostrar su poderío a través del plebiscito que servirá como mecanismo de refrendación de dichos acuerdos.

Marco Aurelio Uribe García.
Manizales, julio 28 de 2016.

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