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Un gobierno patético y vergonzoso

“Entre un gobierno que lo hace mal y un pueblo que lo consiente, hay una cierta complicidad vergonzosa” (Víctor Hugo)
Los dos periodos del presidente Santos han sido, hasta ahora, patéticos y vergonzosos, pero eso sí, haciendo gala de su gran habilidad y destreza para el manejo de algunas situaciones que requieren tener piel de paquidermo, una alta dosis de cinismo y una desvergüenza extrema para salir, con retrovisores, a defender y justificar su pésima administración, y la cual sólo ha brillado por sus constantes desaciertos que han servido para demostrar inequívocamente su impacto negativo en las clases más vulnerables y la carencia de gobernabilidad. El presidente Santos está en deuda con el país en sus promesas demagógicas que le valieron su reelección.

La inversión pública ha sido un caos, despilfarradora y “coimera”, la ineptitud y corrupción en algunos de sus cercanos colaboradores ha sido protuberante. Ha fracasado rotundamente en las reformas vitales para la estructura estatal y para el país. Se ha dejado manipular y manosear por ciertos “voraces” legisladores que se creen garantes de la gobernabilidad, no obstante ser, sin lugar a dudas, Santos el presidente más clientelista que se haya tenido, y, como si fuera poca la corrupción que tenemos que soportar, se ha encargado de fomentarla progresiva y descaradamente a través de los “cupos indicativos”, desembolsados a los “parlamentarios gestores”, dizque para obras regionales, y cuyo manejo ha sido ignominioso y delictivo.

¡Qué gran daño, señor Presidente, el que usted le está haciendo a Colombia con esta mermelada! En este opulento banquete los invitados de primer orden han sido los señores de la Unidad Nacional, quienes han recibido a cántaros astronómicas sumas de dinero, dizque para obras de desarrollo regional y con destinación específica, las cuales jamás han llegado a su destino para su ejecución o, al menos, eso es lo que ha ocurrido en el departamento de Caldas. Todo este desafuero corruptor del presidente Santos se dio con más énfasis en la pasada contienda electoral para las elecciones presidenciales y legislativas. Es de anotar, que en la pasada elección presidencial resultó reelegido Santos.

Entre las decisiones tomadas por este gobierno en cabeza de Santos, cabe mencionar algunas que han causado gran impacto por su efecto nocivo en la vida institucional, tales como: la postulación de Eduardo Montealegre para fiscal general, a sabiendas de que era el abogado defensor de la EPS más defraudadora de la salud, habiendo recibido como honorarios la suma de seis mil millones de pesos, los cuales hacían parte de esa expoliación; su extremada y negligente pasividad frente a la perjudicial y ominosa reelección del procurador general Alejandro Ordoñez; dar el espaldarazo y mantenerlo en el cargo como ministro de Hacienda, a Mauricio Cárdenas Santamaría, lo cual entorpece el buen desarrollo investigativo, no obstante haber sido señalado como partícipe en el desfalco de Reficar por el Contralor.

La indecisión es perjudicial en grado sumo, y, por lo regular, lleva a la persona a cometer equivocaciones garrafales que producen efectos desastrosos, máxime si el indeciso es el gobernante. El presidente Juan Manuel Santos, pasará a la historia por sus innumerables desaciertos, por sus acostumbrados “reversazos”, por sus pusilánimes reacciones en las controversias con Uribe, por su silencio timorato frente a los “insultos” irrespetuosos del presidente y canciller venezolanos respecto a nuestra Patria, por su gabinete ministerial tan inepto e insignificante, por no haberle hablado claro y con franqueza al pueblo sobre los arcanos que encerraba los Acuerdos de Paz de La Habana.

La última vez que el presidente Santos dio muestras de su inmensa “chispa” fue en la alocución televisiva celebrada el 1° de julio de 2015, cuando, sin sonrojarse y sin tartajeos, lanzó esta perla: “En este Gobierno no ha habido un solo señalamiento a ninguno de mis ministros, a ninguno de los funcionarios y así seguirá siendo, porque la lucha contra la corrupción y el buen uso del tesoro público ha sido, es y seguirá siendo una prioridad”. Mientras tanto, la firma Invamer Gallup daba a conocer su última encuesta sobre corrupción y señalaba que el 84% de los colombianos considera que la corrupción subió en el país, y la mayoría de parlamentarios enriqueciéndose a costa de los cupos indicativos. ¿Será que los presidentes se hacen los gilipollas cuando toman posición del cargo y se vuelven ciegos y sordos? Y los medios de comunicación mudos.

Todo este “pésimo y despelotado” gobierno de Santos, está dejándole al país un legado funesto, tétrico y luctuoso, ya que está vulnerando lo poco que queda de los partidos políticos que integran la Unidad Nacional, y que hoy, no son otra cosa que unas agencias políticas famélicas de burocracia, manejadas por politicastros despreciables y corruptos, lo cual está facilitando o dejando el camino expedito para el surgimiento y alcance del poder por parte de una reaccionaria y tenebrosa “derecha”, como la que pregonan algunos ideólogos del Centro Democrático, y que no tiene nada que envidiarle o copiarle al Nacionalismo Hitleriano, de la década de los años 30 y 40. En un artículo anterior, mencioné sobre esto e hice alusión a una posible candidatura de Luís Alfredo Ramos. (Ver: http://blogs.eltiempo.com/la-pringamosa/2017/02/16/quien-pescara-mas-votos-en-estos-rios-de-corrupcion/)

Las elecciones del año 2018, presidenciales y legislativas, serán de lucha ardua y a brazo partido. La selección del candidato, tanto para presidente como para congresista, tendrá un escrutinio riguroso de su hoja de vida, de sus valores morales y éticos, así sostengan algunos oscuros candidatos que tienen disponibilidad de miles de millones de pesos para la compra de votos a diestra y siniestra, no vaya de pronto el destino a cobrarles una “mala jugada” y en el cubículo resuelvan “tragarse la carnada” y votar por el Papa Francisco.

Es difícil o casi un imposible que alcance el poder cualquier candidato a presidente que tenga la más mínima relación o identificación con el régimen actual o haya practicado el “clientelismo político”; lo mismo ocurre y es extensivo para los aspirantes a reelección al congreso. Esto ya lo he sostenido, siendo esta decisión el mejor “veneno” para los corruptos y su corruptela. Sólo veo una fórmula que sirva para detener ese “bólido” de la Derecha, y es una gran coalición en torno al candidato del partido o movimiento menos cuestionado, y que a ojo de buen cubero y a las volandas, es el de la Alianza Verde, en los otros no lo veo, y menos que tenga la autoridad moral para enarbolar la bandera de la anticorrupción.

Solo la historia se encargará de pasarle la cuenta de cobro a Santos por sus notorios y probados desafueros en la expoliación de las arcas del Estado, en favor de los parlamentarios que se sientan a manteles en la “mesa opípara”, y que hacen parte de la dañina y perjudicial coalición llamada Unidad Nacional.
No me alcanzo a imaginar cuál hubiera sido el futuro de Juan Manuel Santos, si su tío abuelo, el ex presidente Eduardo Santos Montejo, no hubiere dejado la Casa Editorial El Tiempo como legado o herencia a sus sobrinos Hernando y Enrique Santos Castillo, hijos estos de Enrique Santos Montejo – “Calibán” – hermano del ex presidente Eduardo Santos Montejo.

Marco Aurelio Uribe García
Manizales, mayo 11 de 2017.

Apostilla: ¡Ah, se me olvidaba! El presidente Santos, como otro ex presidente y un candidato aspirante a la presidencia, permitieron el ingreso de dineros ilícitos a sus campañas, constituyendo esto un “fraude electoral” inicuo, irrespetuoso y de asalto a la confianza y a la buena fe del pueblo, así se rasguen las vestiduras negando o aduciendo que no tuvieron conocimiento, que todo ocurrió a sus espaldas.
Este gobierno tiene que ser muy desastroso, mientras tenga como sus figuras más representativas de su vocería y como sus delegados, casi, permanentes con capacidad de decisión en asuntos de alta complejidad como: Juan Fernando Cristo, Mauricio Cárdenas, Mauricio Lizcano, Roy Barreras y Armando Benedetti. ¡Qué horror!

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