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´¿Por quién votar?´Esa es la pregunta (a la que no tengo respuesta), que escucho en todas partes.

Desde el guarda de turno en la recepción o el del parqueadero del edificio en el que vivo, pasando por el panadero, la señora de la tienda, la joven donde compro el baloto (del cual nunca cojo un solo número), hasta el joven del triciclo que nos saca a la estación del transmilenio. Todos me piden consejo, ´Don Giovanni, usted que es periodista´, (creen equivocadamente que por ser periodistas lo sabemos todo ), ´explíquenos por quién debemos votar´.

Yo les contrapregunto, ´¿Pero de qué me hablan?, ¿de revocatoria?, ¿Senado y Cámara? ¿o reelección?´. Ellos guardan silencio, como diciendo lo que contesta ´Pacífico Cabrera´, el personaje campesino, interpretado por Heriberto Sandoval, que siempre anda con su cabrita Colombianita: ´Usted sabe más que yo´.

Y rápidamente me salgo por la tangente argumentando que voy de afán, que el sábado nos tomamos unas frías y que les explico con tiempo.

Igual me pasa en la casa con mi suegra y mi señora. Muy interesadas me preguntan y muy inteligente les aplazo la respuesta. Mi hijo mayor Jr, de 25 años, tiene claro su voto, (trabaja en un canal de televisión y todos los días edita noticias de política entre otras), a mi hija Yeye, de 21, le importa poco o nada ese tema y el pequeño, Tataito, de 13, por obvias razones no se anima porque no puede votar.

Cuando llegan las visitas, la honorable pensionada Chavé, amiguis de mi suegra casi desde antes de nacer las dos; Sthelita, la querida y encantadora enfermera jefe, amiga de mi esposa por casi 35 año, o el padrino Flórez, de casi 80 años de edad, pero que se mueve por toda la ciudad como si fuera un estudiante de colegio, con todos ellos, evito tocar esos temas, porque bien lo decía mi papá Alonsito: ´de política y religión es mejor no hablar porque todos salen agarrados´.

Pero, de todas formas, y pese a todo, llegó el día, primero fué en el bar, donde no pude evadir más las preguntas de este público hetereogéneo, de diverso pensamiento y clase social. A la tertulia, en el negocio de Lucho, llegan diferentes personajes, como ejecutivos, universitarios, jóvenes, (mayores de edad aclaro), secretarias, oficinistas, vendedoras, la gente que tiene negocios en el barrio, pensionados y, hasta amas de casa, que aunque no lo crean, acompañan a sus esposos a tomarse una amarga.

Sin más preámbulos les contesté:

´´Empecemos por la revocatoria, ¡debemos decir no!, Petro debe quedarse y terminar su mandato, después la historia lo juzgará…»

«…para Senado y Cámara, después de escuchar los 300 programas que se emiten por radio y televisión, y que se llaman igual o parecido , ¡Ojo con su voto!, ¡Cuidado con su voto!, ¡Pilas con su voto!, o de leer las mil encuestas que hacen los medios de comunicación, todas con resultados diferentes, y para las cuales, estoy seguro, a ninguno de nosotros nos han preguntado nada, les puedo decir que los candidatos se dividen en tres…»

«…los de la vieja guardia, que practican la corrupta politiqueria clientelista y compra de votos…»

«…los delfines, hijos de estos políticos, que dicen ser la renovación y terminan haciendo lo mismo que sus padres…»

«…y los candidatos independientes, que si llegan al Congreso, no tendrán voz y voto para cambiar nada, porque no tienen bancada…»

«…además, hay un caudillo, que ya fue presidente, y que quiere coronar al Senado con su séquito, ( bueno, los que están libres, porque muchos de sus amigos están presos, menos él ), para, según él, terminar lo que no se hizo, o corregir lo que se hizo mal´´. A ese movimiento ya le dicen ¡el partido de los tomates!, porque los levantan a punta de estos en cuanta plaza pública llegan. ¡La gente ya no les come! perdón, ya no los come, ( me refiero a los tomates)».

«Y en cuanto a la reelección, les digo que eso es ¡pelea de tigre con burro amarrado!, que toda la maquinaria del estado está a disposición del presidente candidato, que al otro no lo conoce ni la mamá, que la tal tercería no existe, y que la izquierda no tiene ninguna opción».

Cuando terminé de hacer mi disertación, el auditorio quedó en silencio, apuraron sus bebidas, me miraron desconcertados, y gritaron al unísono, ´Lucho, ponga música más bien, salsita de golpe´.

Nadie interpeló, nadie refutó, nadie preguntó, solo ´Capullo´, un profesor de teatro, que también toca guitarra y canta canciones protesta en el lugar, se me acercó y me dijo, ´Tranquilo Giova, lo hiciste bien, no es tu culpa´, razonó y concluyó, mientras se tomaba su guaro ´fondo blanco´.

´Abstención o votar en blanco ¡He ahí el dilema!´

Camino a casa, tarde de la noche, intenté exponer mi teoría de voto a Charles, el vendedor de empanadas, pero me ignoró aduciendo que se le quemaban los pedidos si se ponía a hablar conmigo.

Al llegar a mi edificio, el guarda de la recepción me dijo que ´que pena´ pero que estaba viendo la repetición del cinco a cero, que la estaban pasando por un canal de cable, y el guarda del parqueadero, se disculpó por no ponerme cuidado pero que ´que pena´, que estaba viendo toda la saga de Rápido y Furioso. Mi esperanza era el rondero, pero al verme caminando en zig zag, me dijo: ´más bien Don Giovanni me explica eso de la política mañana y venga lo subo a su apartament´´, (vivo en un piso once y a esa hora siempre el ascensor está dañado).

Entré al apartamento decidido a asesorar a mi suegra y a mi señora en la cuestión del voto, de pronto con ellas tendría éxito mi teoría que muy bien interpretó el profe de teatro,  ´Abstención o votar en blanco ¡He ahí el dilema!´ , con tan mala suerte, que ya estaban dormidas, y no las pude aconsejar. Me quedé con las ganas, quería repetirles lo que dije en la tienda de Lucho pero no fué posible.

Al otro día, estaban tan bravas porque había tomado, que el tema de ¿por quién votar? pasó a un tercer plano. Pero creo adivinar su intención… mi suegra dirá ¡no a la revocatoria! pues la he escuchado decir ´Como se ensañaron con ese hombre ala´.

A Senado y Cámara votará por el expresidente Caudillo porque la he oído decir ´es que él si le da duro a la guerrilla´ y en cuanto a la reelección repetirá su voto por el presidente candidato porque la he oído decir, ´es mejor malo conocido que bueno por conocer´.

En cuanto a mi señora, esperaré pacientemente a que le pase la rabia conmigo por haber tomado, y cuando hagamos ´las paces´, lo discutiremos, y terminaremos votando igual, o no votando, (tal vez es en lo único en que nos ponemos de acuerdo ).

Abstención o votar en blanco ¡He ahí el dilema!

giovanniagudelomancera

periodista

síganos en twitter @giovanniagudelo

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