El municipio cuenta con 264 bienes considerados de conservación integral y cultural que fueron realizados por ebanistas y tallistas, convirtiéndolo en una joya arquitectónica del paisaje.

Salamina, Caldas, es conocida como ‘la Ciudad Luz’, el lugar donde nacen poetas, escritores y artistas, en un valle lleno de palmas de cera y un olor a café típico del eje cafetero.

Es un lugar mágico al que los amantes a la madera, al arte Batangarifista y a los diseños únicos para decorar sus casas visitan para observar y admirar a uno de los pueblos declarados Patrimonio Cultural de Colombia.

Y es que ganarse este nombramiento no fue tarea fácil, pues han pasado más de ciento cincuenta años en donde diferentes personajes han aportado a la cultura de Salamina.

Uno de los protagonistas que marcó la diferencia y será recordado para siempre es el maestro Eliseo Tangarife, un artista, arquitecto empírico, diseñador, marquetero, ensamblador y tallista, entre otros oficios,  quien llegó a este pueblo en 1891 para realizar un trabajo como cualquier otro, sin embargo, en ese momento no se imaginó que construir una casa en la plaza principal de aquel municipio lo convertiría en un referente para los ebanistas colombianos durante más de un siglo.

Fernando Macías Vasquez, Maestro Formador en los oficios de carpintería y ebanistería – Foto personal

“Comienza a desarrollar su trabajo en una población con excelentes trabajadores. Cómo olvidar esos enormes y bien trabajados retablos que tiene la basílica del pueblo que fueron hechos por dos artesanos salamineños. Llega a refrescar ese arte de tallar madera, realizar diseños únicos y trabajar varios años en el pueblo, para luego ser olvidado por muchos años”, señala el escritor Fernando Macías, quien ha evitado junto a otras personas de la región, la Fundación Escuela Taller de Caldas y el Paisaje Cultural Cafetero, que el legado del maestro Tangarife no muera para siempre en el municipio.

Cuenta la historia que, en 1912, luego de estar varios años trabajando en el pueblo, este talentoso tallista, nacido en Rionegro, Antioquía, independizó su accionar artístico y se dedicó a hacer felices a las personas con sus obras de arte, a realizar muebles, portones, mesones y balcones con diferentes diseños que nunca se repetían y siempre debían contar una historia. Sin embargo, después de 1952, año que falleció, el maestro empezó a ser olvidado por las personas del pueblo, sus diseños y obras pervivían pero él había quedado en el olvido.

En los años 80, Fernando Macías, junto a otros obreros, empezaron una batalla para recuperar el nombre de este ebanista colombiano, lograron conservar la bóveda que guarda sus restos mortales, y allí comenzó una investigación que duró 20 años, y que recopiló los trabajos del maestro para darlos a conocer a las nuevas generaciones.

Es por esto que decidió escribir un libro en homenaje al maestro Eliseo, titulado El Miguel Ángel de la Montaña. Con él busca recuperar el arte Batangarifista, incentivar a los artesanos para que con sus manos y la imaginación vuelvan a construir casas, y utilizar la madera como herramienta para hacer diseños coloniales.

“Es un trabajo de poco reconocimiento, vimos morir en Salamina casi a todos los artesanos en situación de miseria, hubo necesidades, tanto así, que se debía vender la herramienta para pagar su entierro. Tenemos que trabajar en darle algún estatus al artesano para que con sus trabajos puedan disfrutar de una vivienda digna, que puedan educar a sus hijos y que las personas valoren el talento que tienen”, dice Macías, quien además dicta clases en el Taller de Talla en Madera, de la Fundación Escuela Taller de Caldas y del Paisaje Cultural Cafetero. Allí ha incentivado y ha logrado que, si una persona hace una obra en madera bella, le ponga un costo y sea valorada como lo fueron algunas obras del maestro Eliseo en su época.

Manifiesta Macías que desafortunadamente la ebanistería en Salamina pasó de trabajarse de las manos a lo moderno, cortes láser y a computador y recuperar el trabajo de la imaginación y las manos es nuestra tarea.

“Lo hacen muy bien, pero no se debe olvidar y perder la tradición cuando los ebanistas y tallistas diseñaban una casa y comenzaban a contar una historia escrita en madera desde la entrada hasta la sala. Seguiremos trabajando para que no se pierda esta práctica”.

Salamina también es considerada Joya Arquitectónica del Paisaje, cuenta con 264 bienes considerados de conservación integral y cultural. Son casas decoradas con moblaje hecho por ebanistas que con su arte buscaban que el pueblo no perdiera ese sello tradicional.

Es por esto que James Peña Garzón, director ejecutivo de la fundación Escuela Taller de Caldas y del PCCC, invita a las personas que no conocen este municipio a que lo hagan y, además, no se pierdan la oportunidad de distinguir el arte Batangarifista.

“Nuestro territorio es cuna del paisaje cultural colombiano y turismo cultural. Venir a Salamina es como leer un libro de Gabriel García Márquez, una ciudad macondiana, una ciudad con gastronomía y cultura diversa. Donde se tiene una experiencia de saberes y sabores, de saberes y sentires. Es una oportunidad para incentivar a las nuevas generaciones a seguir construyendo un mejor patrimonio cultural del Eje cafetero y del país”, dice Peña.

Un libro que busca reconocer al artesano y a la escuela de arte

El Miguel Ángel de la montaña es un libro escrito por Fernando Macías con prólogo de Simón Vélez. Cuenta con 120 fotografías de las obras más importantes del maestro y es promovido por la Fundación Escuela Taller de Caldas y del Paisaje Cultural Cafetero; esta ONG sin ánimo de lucro pertenece al programa nacional de escuelas y taller del Ministerio de Cultura y su función es salvaguardar, proteger y gestionar la conservación del patrimonio cultural colombiano, a través de la formación en arte, oficios y saberes ancestrales.

“Contamos con tres talleres; cocina tradicional, costura y talla de madera. Estos cursos son dirigidos a jóvenes, mujeres y madres cabeza de familia, para hacer ropa corporativa y rescatar la obra del maestro Eliseo Tangarife”, afirma James Peña, director ejecutivo de la fundación, quien adelanta una alianza con Hoyos editores para publicar el libro, además, ha iniciado una campaña para reunir el dinero para la edición, impresión y diagramación.

“Tenemos una gran responsabilidad con el patrimonio cultural, pero no tenemos el soporte financiero necesario, la obra impresa en finísimo papel y a todo color la podemos hacer llegar a cualquier parte del país o del exterior, es por esto que las personas pueden realizar una donación de 100 mil pesos y recibirán a cambio el libro en su casa u oficina. Asimismo, quienes hagan una donación de 150 mil pesos recibirán el libro y un CD de música colombiana del festival Mono Núñez”, agrega James Peña.

Se espera que este libro salga en preventa el 15 de septiembre y oficialmente esté disponible desde la primera semana de octubre.

Para conocer sobre los talleres e información general de la fundación pueden ingresar al siguiente link: www.fescuelatallerdecaldas-pccc.org

Giovanni Agudelo Mancera

Periodista

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