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Gustavo Petro - foto EL TIEMPO

Gustavo Petro – foto EL TIEMPO

Pareciera, para Petro y su Séquito, que el escándalo que generó Benedetti aparentemente se calmó, pero no hay tal, sabemos de muy buenas fuentes que Estados Unidos está muy interesado en las declaraciones del exsenador a través de sus agencias de inteligencia.

De otro lado, las investigaciones en la Comisión de Acusaciones de la Cámara y en el Consejo Nacional Electoral por violar los topes en su campaña ya se iniciaron, y a diferencia de otros casos similares, no es muy claro que la campaña de Petro vaya a salir exonerada. También se investigará si esos dineros son de dudosa procedencia.

Y de resultar culpable, siempre hay un chivo expiatorio, por lo general el gerente, (en este caso Ricardo Roa, presidente de Ecopetrol), pero al candidato nunca le pasa nada.

Sin embargo, la credibilidad de Petro y su bandera de anticorrupción, de combatir las mafias y de su trasegar impoluto quedan en entredicho.

Para quienes lo conocemos no nos sorprende que se le haya caído la estantería, porque sabemos quién es él realmente, y qué busca, por eso enumeramos acá sus siete pecados capitales.

La soberbia, es el primero y más grave del presidente. Ese es su talante, no tiene nada de humildad y no escucha razones ni consejos y por eso se equivoca tanto, mira por encima del hombro, a no ser que una cámara lo este tomando, ojalá con alguien de condición humilde, para cambiar de pose.

Esa soberbia le ha pasado factura como alcalde y ahora como presidente.

La avaricia, muy grave también en Petro. Él ha construido una imagen de ayudar a los pobres, pero es tan solo una fachada, le gusta el dinero, la buena vida y atesorarlo, de eso no hay ni duda.

La lujuria, eso no podemos comprobarlo, pero de oídas se le acusa de su vida privada turbia y eso se refleja en sus continuos incumplimientos para sus compromisos como gobernante, pero podríamos decir que sí hay lujuria por el poder y eso lo convierte en un dictador.

La ira, de eso si podemos dar fe. Cuando no le gusta algo, no entra en razón y se va lanza en ristre contra quien sea. Para él no hay otra verdad que la suya, y la hace valer, en muchas ocasiones, de muy mala manera.

La gula, que se conoce como un apetito excesivo por comida y bebida, en el caso de Petro, es querer llenar su estómago de elogios, de reconocimientos, de palmaditas en el hombro, de aplausos en Consejos de Ministros luego de tener al país en vilo, esa es la Gula del presidente.

La envidia, es tal vez el peor pecado capital del presidente. Siempre envidió a quienes estaban de alcaldes o presidentes, les hizo la vida imposible, los denunció y acusó por todo y los hizo investigar por todo, lo paradójico es que ahora lo denuncian, acusan e investigan por los mismo que él pregonó estaba mal hecho.

La pereza, tal vez no en el sentido estricto de la palabra, pero si podríamos decir que sigue en campaña y le ha dado pereza gobernar, nombrando y delegando ineptos en coyunturas muy importantes para el país.

Y esa pereza podría también entenderse como que no va al ritmo de las necesidades de Colombia, por el contrario, le quiere dar marcha atrás a lo bueno destruyendo sobre lo construido.

Y si pudiéramos agregar más pecados capitales a los que existen se podría hablar de su egocentrismo, narcisismo, terquedad, irrespeto y no acatamiento por las normas, por el ordenamiento jurídico, social, económico, por la autoridad y sobre todo, por su línea de pensamiento obsoleta, retrógrada y peligrosa.

Esa necesidad de hacer pactos con criminales, de brindarles impunidad, de legalizar todo lo que le hace daño a la sociedad y el querer ser un caudillo y no en un líder, el caudillo somete a sus cercanos, el líder los empodera.

Petro pregonó un cambio mentiroso, porque con los Barreras, los Benedetti, los Prada, los Velasco, los Samper, (hablamos del expresidente), los Santos, (hablamos de Juan Manuel), y muchos otros ¨los¨ que reflejan las malas prácticas, el clientelismo, la corrupción, vicios habidos y por haber, pues nunca se iba a generar dicho cambio.

Petro le vendió el alma al diablo para llegar al poder, no fijo límites, al parecer no solo en el tope y la procedencia de los recursos para la campaña, si no en vincular a cuanto investigado por actos criminales existe.

Para disculpar su ineficacia y su mal gobierno habla de un Golpe Blando, en donde según él tiene que ver mucho la prensa, ni Vicky Dávila, ni Daniel Coronell ni Julio Sánchez Cristo (a quienes les reprochamos su forma de hacer periodismo) lo van a tumbar, Semana, o lo van a recoger, WRadio, él termina su período pero en los peores índices de desfavorabilidad, resistido no solo por la oposición sino por quienes votaron por él, despreciado por gran parte de la comunidad internacional y pasando a la historia como el peor alcalde de Bogotá y el peor presidente de Colombia.

P.D. A propósito de Benedetti, ¨los niños y los borrachos siempre dicen la verdad¨ y en cuanto a la labor de los medios de comunicación la gente no es boba ni traga entero.

Giovanni Agudelo Mancera

Periodista

A.C.L.- Acord – CPB

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