Vivimos en un mundo donde la mayoría de los amores son de plástico o de papel, de sentimientos desechables que con facilidad son echados a la caneca y no sé si soy solo yo, pero ¡¡¡¡¡No me quiero conformar con algo así!!!!! No, no quiero un amor de un día o esas amistades que se rompen en una semana.
Deseo tener vínculos de esos que todo lo sufren, que no son envidiosos y que no tienen un plan B, que aún cuando todo pareciese imposible deciden creer. De esos que aunque no se ven todos los días, cuando se reencuentran se sienten como el hogar (Sí, Caro, Linis y Male, estoy hablando de amigas(os) como ustedes. Gracias por recibirme en sus países y hacerme sentir como en casa).
Qué bueno sería rescatar esas relaciones a la antigua, que van más allá de un mensaje en el muro de Facebook en el día de los cumpleaños o inclusive una llamada, volver a ser esas personas que no esperan una fecha especial para dar una sorpresa o que invitan a compartir la cena un día cualquiera.
El darme cuenta que cada vez son más las víctimas del cupido de las redes sociales me ha llevado a pensar que tal vez el amar a los otros sería mucho más sencillo si entendiéramos que los sentimientos no se pueden quedar en un mensaje de WhatsApp, un trino o el darle like a todas las fotos de Instagram.
Que un te quiero debe traducirse en acciones y que al final es el tiempo el único que demuestra si aquello que nos dijeron y dijimos era real o fruto de una emoción.
Aplica para relaciones y amistades. Un hombre o una mujer muestran la valía de lo que sienten con acciones, amor traducido en tiempo y en pequeños detalles (no se trata de cosas materiales).
Abandonando los miedos (y el celular) para mirar a alguien a los ojos diciendo un «Buenos días», «Cuenta conmigo» o «¿Cómo estás?» y dejando de huirle al compromiso por el pánico a que llegue el momento en que te canses de amar.
Pero querer también debe ir más allá de las palabras lindas a esa humildad que se demuestra con un «Lo siento», «Perdóname» o un «Me equivoqué», porque al final no se trata de amarnos perfectos sino de amarnos bonito, aceptando los errores y mejorando juntos.
Alguien que no es capaz de aceptar que lastimó a otro probablemente no tendrá la consistencia para ser una mejor persona para sí y para los demás. Recuerda que el primer síntoma de que se está cambiando es el tener la capacidad de aceptar que no se actuó bien y el segundo es que las acciones lo demuestren.
Y sí, tampoco el que alguien te haga daño significará que está destinado a los Cien años de Soledad de García Márquez, todos tendremos nuestra segunda, tercera, cuarta, quinta… oportunidad. Y por eso hay que aprender a regalar perdón, soltando y dejando que el agua siga corriendo hasta que lleguemos a buen puerto.
Dejar que pase el tiempo suficiente hasta entender que a veces simplemente algo no es y que, aunque creas que hay mil señales que te digan que sí, lo mejor termina siendo dejar de idealizar y de una vez por todas despertar a la sobriedad de la neutralidad. Que en ocasiones amar es alegrarse de la felicidad del otro a lo lejos.
Aceptar que el hablar con otros de lo mal que se portaron contigo solo agrandará las cosas y no te servirá de nada, pues al final, el que esa persona no haya sido feliz a tu lado no significa que no lo será con alguien más (tú también eres lo suficientemente valioso para merecer pasar página, para llegar a los lugares donde serás realmente feliz).
No, no hay tiempo para desperdiciar buscando culpables y por eso cada segundo debe ser invertido en ir más allá de lo que nos lastima, trabajar en curar el corazón propio, viendo la viga en nuestro ojo, antes de obsesionarnos en la que está en el ojo ajeno. Madurez para soltar y dar lugar a las segundas oportunidad o si definitivamente es un no, pasar desear cosas buenas a quien te hizo daño, pues sana más que el llenarte de resentimiento o de argumentos para sentirte víctima.
Que bonito es cuando quienes nos rodean nos aman de verdad, pero eso solo llegará si decidimos ser nosotros mismos los primeros en sembrar un cariño sincero hacia los demás sin ningún tipo de interés o contraprestación. Si trabajamos en que el corazón roto y dañado por los fantasmas del pasado cicatrice y se cure lo suficiente para volver a abrirse a lo que está por venir.
⊗ ¿Cómo saber si es amor?
Tan sencillo como entender que…
El que ama tiene paciencia en todo, y siempre es amable. El que ama no es envidioso, ni se cree más que nadie.
No es orgulloso. No es grosero ni egoísta.
No se enoja por cualquier cosa.No se pasa la vida recordando lo malo que otros le han hecho.
No aplaude a los malvados, sino a los que hablan con la verdad. El que ama es capaz de aguantarlo todo, de creerlo todo, de esperarlo todo, de soportarlo todo.
Sólo el amor vive para siempre.
(Corintios 13)
Si encuentras un amor así, no te atrevas a perderlo. Si aún no lo encuentras, no te conformes porque seguro está ahí afuera. Si quieres que otros te amen, el primero que debe decidir amarse a sí mismo y dejarse amar eres tú.
…Qué gran reto tenemos por delante ¿no creen?
…Afortunadamente nadie nació aprendido.
**Para cualquier comentario, sugerencia de temas para la próxima entrada, o si simplemente quieren charlar, pueden escribirme a dravelomendez@gmail.com o seguirme en mis redes sociales Twitter: @DianaRavelo. Instagram: dianaravelom.
PDT: Gracias a las personas que se han tomado el tiempo de compartirme algo de su vida, he intentado poco a poco responderles. Ha sido emocionante conocerlos ¡Nos seguimos leyendo!