Para ser honesto, he atravesado unos días oscuros, a pesar del calor tan extremo que en algunos casos vivimos aquí – temperaturas sobre 40 grados centígrados-, de cual contaré más detalles en otra crónica, pues ésta es dedicada al arte del trabajo.
Varias personas me han preguntado si ya he conseguido trabajo, qué hago, en dónde, cuánto gano, que quién es mi jefe; la respuesta es sí, hace unos dos meses trabajo en una oficina del Ministerio de Defensa Australiano y mi trabajo en realidad es sencillo: Soy el Coordinador Logístico Encargado del Acicalamiento Nacional Repetitivo: es decir, si sacamos la sigla de mi cargo, soy el CLEANER.
Con esta breve entrada que, más adelante ampliaré en detalle, escribiré un poco de cómo ha sido la experiencia laboral adquirida trabajando en estas lejanas tierras.
Recién bajados de la avión una de las primeras preocupaciones es el tema de encontrar un buen trabajo. Como una gran barrera, según mi opinión, es el idioma, pues en realidad entender el inglés australiano se toma su tiempo y como lo que necesitamos son dólares urgentes, se opta por buscar trabajos donde no haya mucho contacto verbal con las personas, donde no se necesite usar el cerebro y donde el trabajo sea mecánico y repetitivo día tras día, hora tras hora; en conclusión, ser cleaner es una de las únicas opciones rápidas para comenzar a generar los primeros dólares aquí.
Claro que hay personas que ya tienen un buen nivel y consiguen mejores trabajos, o apenas se bajan del avión ya entrar a trabajar. Aquí la clave ha sido moverse, hacer contactos, preguntar, tocar puertas y decir «Hello, I am looking for a job, is there any position available here?, no? Ok, thank you»
Luego de los primeros días comenzamos los primeros contactos. Buscando al amigo del amigo del amigo, que tiene una amiga que es amiga de un amigo, cuyo amigo le dijo a un amigo que un amigo de un amigo está buscando gente. La estrategia es buscar números de celulares y enviar mensajes de texto avisando que estamos ¡Pa las que sea! .
Mi amigo Juanito tuvo la suerte de encontrar trabajo casi recién bajado del avión pues en un día normal fue a buscar a una de nuestras compañeras quien se encontraba perdida en una estación del tren. Mientras esperaba, algo cansado, decidió comprar un sausage roll, pues era lo más barato que había.
El tendero al ver la cara de hambriento, se compadeció y le rebajó un dólar en la venta. Ahí comenzó una breve conversación que terminó en un contrato a término indefinido. Su labor consistía en suplir la demanda de alimentos de los urgidos y agrupados usuarios de una estación de tren, quienes llegaban a comprar algo de comer o tomar en ese puestico ambulante de que desde ese día administraría Juanito.
Una vez arribé a Sydney comenzamos a buscar otras opciones, dejamos hojas de vida en bares, hoteles, tiendas, y otros establecimientos donde solicitaban personas para trabajar.
También hicimos algunos cursos que exige el gobierno australiano para poder trabajar. Por ejemplo, para el área de la construcción exigen una «green card», pues aunque es un trabajo muy bien pago – un «ruso» puede ganarse 5000 dólares al mes-, es un trabajo que tiene sus riesgos, y ese curso es para conocerlos y saber cómo trabajar. Hay que sacar certificados para ser mesero, niñera, servir un café, entre otros.
El tiempo pasaba y no llamaban para nada. Sólo una vez me llamaron de un restaurante mexicano que abriría dos sucursales, pero parece ser que no pasé el examen de admisión. Incluso un día salimos como a las 5 de la mañana a buscar trabajo en un establo que quedaba cerca de un hipódromo. Allí, el trabajo consistía en cuidar y arreglar unas pesebreras mientras los caballitos descansaban antes de entrar a su rutina diaria. Ese día fuimos e igual nos dijeron: No hay trabajo.
Como no salían opciones nos inscribimos en un curso para aprender a hacer una hoja de vida, el cual nos dio algunas pautas, pues aquí las hojas de vida se hacen de una forma algo diferente a las tradicionales. Entonces imprimimos unas nuevas, y salimos entusiastas a dejar nuevas en otros sitios. El resultado: Nada.
Entonces recurrimos a los contactos. Un amigo que vive aquí hace algún tiempo, nos dio una lista de teléfonos para enviar mensajes de texto y así buscar que nos llamaran. Varias veces lo hicieron y pudimos comenzar a hacer algunos turnitos. Uno de mis primeros trabajos fue con un colombiano que limpiaba casas.
Allí me monté en su camioneta y me fui a limpiar casas con el salario de 20 dólares por casa limpiada. Éramos dos cleaners por casa y me tocó hacerlo con una brasilera. En la primera casa que me asignaron mi labor era poner los platos en la lavadora de platos (wash machine), y limpiar la cocina. En realidad no me tocó hacer mucho. Aquí dije – Uff este trabajo es breve- y claro como no hay que escupir para arriba, la segunda casa que nos tocó limpiar era de una mujer australiana bastante mayor y desordenada, – por no decir que era una cochina inmunda-.
En fin, ni para que recordar cómo era ese baño, pero me dispuse mi armadura mental, y a limpiar esa mierda -literalmente hablando-.
Luego limpiamos dos casas más. Después de casi 7 horas de trabajo mi ganancia fue de 80 dólares. Salí cansado pero con algo de billetico. Era mi primer salario australiano. MI jefe de ese momento se llamaba Danilo, un colombiano con 12 años en este país. Aventurero, viajero y algo solitario tiene su empresa de limpieza y al parecer le va muy bien, pues intuyo que el negocio de la limpieza aquí es bien remunerado, bueno, cuando uno es empresario, porque de cleaner la cosa es a otro precio.
Llegando a este punto, al parecer en Australia existe una mafia colombiana acerca de la limpieza; aunque esta es una mafia que hace buenas cosas; es decir, muchas empresas de limpieza aquí son de colombianos, o algunas otras están en manos de latinos. He sabido de casos de personas que llevan aquí 5, 10 ó más años en estas labores. Considero que les ha ido muy bien económicamente, pero a veces me inquieto y me pregunto ¿y sus sueños eran estos? Es decir, no tengo nada en contra de ese trabajo, es más, lo he hecho yo, tanto en Colombia hace muchos años, como aquí, y es como cualquier trabajo, aunque más duro y difícil, pero, ¿toda una vida en estas?. Bueno, respetable decisión.
Otra situación que he notado es que el trabajo de limpieza no es muy bien pago. Los capos de este cartel aducen la mala paga a la situación mundial. Que la llegada de Obama alteró las acciones de las empresas de limpieza en la bolsa; que el retiro de Bill Gates de Microsoft fue porque se va a dedicar, entre otras cosas, a limpiar la casa él mismo y por eso botó al cleaner, etc.., en fin muchas excusas presentan, unas válidas otras no tanto; pero el caso es que el promedio de pago es 12 dólares la hora.
Algunos australianos de pura cepa, viejitos y con inglés imposible, se indignan cuando saben que así se están pagando los salarios. Pues sí señores, así son los sueldos en el mercado de los cleaners, aunque hablo por lo que he vivido. He oído de personas que ganan un poco más o que tal vez en otras ciudades australianas este trabajo sea mejor remunerado, pero hasta el momento ha sido así.
Aunque con un salario así, trabajando lo que permite el gobierno, es decir unas 20 horas a la semana, se ganan unos 1000 dólares al mes, que le permiten pagar una habitación, comer, y de vez en cuando comprar un cono de 50 centavos en McDonald’s.
Uno de estos capos de la limpieza me contactó para hacer labores varias. El hombre y su esposa son un par de colombianos bonachones y buenas personas. Mi labor inicial se encaminó a limpiar una oficina de arquitectos. Aquí lo clave para comenzar estos trabajos es aprenderse el nombre de las herramientas de trabajo, pues una particularidad que todos tienen es que hay un extraño manejo del spanglish, el cual es necesario adquirir para que no se estén repitiendo las tareas. Aquí describo algunos ejemplos del spanglish de la limpieza:
Mop: Trapero
Mopear: Trapear
Hey, ven y me mopeas aquí, y luego vas y mopeas allá.: Trapéame aquí y allá.
Vacuum machine: Aspiradora
Hazme la vacuum o pasa la vacuum: Aspira
Dust: polvo
No olvides hacer el «dusta». Recuerda limpiar el polvo
Bucket: Balde
Pilas, no haga reguero con el mop, cuando mopee, mejor use el bucket.
Bleach: Cloro
Pilas hombre!!! Dele más duro con el bleach, échele más bleach. : Cuando limpie use más cloro para sacar esa mugre tan dura.
Hay más ejemplos de cómo se combina el inglés y el español, e incluso uno de tanto estar escuchando eso termina por adoptar esta nueva jerga a su léxico. Pero suena tan horrible, como aquel día que fuimos a una agencia para solicitar información de cómo extender la visa, y uno de nuestros asesores nos dijo que era muy necesario «bukear» el IELTS.
En términos hispanohablantes, el hombre se refería a «reservar» el IETLS y presentarlo. Pero el consejo fue «Bukéalo, bukéalo pues los cupos son pocos. Qué viva el spanglish. ¿ Me understendieron?
Luego de varios días de prueba con los jefes, pasé el periodo de entrenamiento y fui asignado a labores de mayor responsabilidad como vaciar los cestos de basura, limpiar baños y hacer el «dusta», sumado a labores adicionales como limpiar ascensores y recoger las colillas de cigarrillos de la entrada de un edificio. Al comienzo trabajaba con mis jefes, pero luego de varias semanas hacía el trabajo solo. Ya tenía la rutina preparada. Limpiaba las oficinas de dos pisos, más la entrada principal en el edificio del Ministerio de Defensa. Llegaba a las 5 p.m. y comenzaba mi labor. En el piso seis una empresa del gobierno había rentado ese piso. Allí llegaba como cualquier parroquiano: «Ey, I´m the cleaner». Allí en esta oficina había tres celadores, dos muy buenas gentes y el otro no tanto, y además, colombiano.
Aquí debo resaltar que ha habido unos colombianos que se han portado muy bien con nosotros. Nos ayudan con trabajo, nos dan consejos de cómo es la vida por aquí, de vez en cuando llaman para saber cómo vamos; pero hay otros que definitivamente, no pueden ver una gallina feliz comiendo purina porque fijo le meten una patada. Qué envidia tan mamona!!!.
Aunque en el caso de este colombiano que trabajaba en la oficina, el hombre nació en Medellín, pero a los dos años se lo trajeron para acá; de hecho un día tuvimos una conversación y me contó que se había ido a vivir a Medellín dos años, pero que no le había gustado y se regresó. -Yo soy australiano-, replicó.
Los otros dos son unos bacanes. El primero es un australiano, de origen turco. Siempre que llego hacemos una charla sobre cosas de la vida, me pregunta cómo voy por aquí y me ayuda con el inglés. El hombre vive aburrido con su trabajo, pero como él mismo dice ¿qué más hago? El otro personaje es un nepalí al cual le enseño algunas cosas básicas del español. Aquí mis labores consisten en aspirar, sacar las basuras, limpiar los baños y surtirlos – lo que implica también poner el rollito de papel en el tubito -. Siempre me he preguntado, por qué ellos no lo ponen? Un amigo me dijo – Usted haga su trabajo, para eso le pagan-. Tiene razón.
Luego debo sacar las basuras y dejarlas en unos cestos para que en la noche pase el carro recolector y se las lleve. En esta oficina el trabajo es suave, aunque en ocasiones me ha tocado ir de urgencia, pues han ocurrido unas «gravísimas emergencias» que requirieron mi presencia inmediata: Una vez se regó un café en la alfombra, y en otra ocasión, al instalar un tóner en una impresora laser, se regó un poquito del polvito también en la alfombra. Lo dicho: Gravísimas.
En el piso siete, el trabajo es un poquito más pesado. El primer día cuando estaba sacando las basuras, alguien había botado un vaso lleno de café en unos de los cestos y zas!! por poco me lo echo encima, pero sí me unté las manos y la sensación fue algo desagradable. Afortunadamente era sólo café.
Al otro día me compré mis guantecitos y fui feliz, pues la empresa no surte los elementos de protección necesarios.
Desde este piso se pueden ver otros edificios, y en las noches uno alcanza a notar la tropa de cleaners en otras oficinas; como sí cuando Australia duerme, la tropa sale y limpia el país. Muchos de quienes hacemos estos trabajos somos invisibles. Llegamos a las oficinas cuando todos se han ido, recogemos sus desórdenes, botamos la basura, limpiamos y aspiramos. En algunos casos nos dejan avisos «ey cleaner, bótame esto o límpiame aquí», incluso cuando los cleaners llegan y hay personas aún en las oficinas, nadie se inmuta; no se escucha un «buenas noches»o un «por favor». No hay palabras, solo cosas por limpiar, organizar y botar. Es el mundo de los cleaners.
Y todo iba tan bonito cuando de pronto… me botaron del trabajo. Llegaron los días negros