Uno de los aspectos que más realzan la mística del fútbol es la rivalidad entre las hinchadas. El rival de patio, el clásico local o nacional, la previa a esos partidos “diferentes” y las repercusiones post-juego son elementos únicos que hacen del fútbol un deporte tan popular. Tal y como lo menciona Alan Bairner, Profesor de Teoría Social y del Deporte de la Universidad de Loughborough en Inglaterra, “los hinchas necesitan la rivalidad, porque los hace sentir más importantes y les da un aire de superioridad temporal frente a sus pares”.
Hoy en día, desafortunadamente, existe una línea muy delgada entre el concepto de rivalidad y el de violencia. El hooliganismo, erradicado exitosamente en algunos rincones de Europa, ha dejado su legado en diferentes canchas del mundo, con el fenómeno de las “barras bravas” y las manifestaciones de violencia dentro y fuera de la cancha como principales exponentes de este fenómeno.
Casos recientes de violencia como el de Salim Helo, ciudadano colombiano que recibió una golpiza en un centro comercial de Bogotá por portar la camiseta de River Plate; el asesinato de “Jimmy”, ultra de Riazor Blues, a manos de hinchas del Atlético de Madrid; la amenaza de muerte en el estadio por parte de los hinchas del Standard de Lieja para con Steven Defour, otrora capitán de su equipo pero ahora defendiendo los colores del Anderlecht; o los disturbios de hinchas del América de Cali por su fallido ascenso a Primer División; son algunos de los lamentables ejemplos que demuestran cómo algunos hinchas confunden lealtad y pasión con violencia. Por ello nos preguntamos, ¿cuál es el límite entre ser fanático y utilizar la violencia para justificar esa connotación?
Si bien este fenómeno detenta un altísimo componente social, es un tema de la agenda del fútbol que debe abordarse de manera institucional. Un ejemplo claro de ello es el caso inglés, que a través de políticas gubernamentales como el Informe Taylor en 1990, logró erradicar un fenómeno estructural como el hooliganismo. Si bien las medidas aplicadas (estadios con sólo silletería, un control policivo mucho más fuerte, incremento en el precio de la boletería) lograron su cometido en una alta proporción, ello derivó igualmente en un desplazamiento de la violencia a otros lugares, junto con la consolidación de un modelo excluyente que alejaba a la clase media de los estadios en función del alto precio en la boletería.
Ello, subsecuentemente, dio pie para la consolidación del modelo de negocio de la Premier League, que hoy en día se caracteriza por un inmenso poderío de los clubes en detrimento de los hinchas, que ha derivado en la ausencia de una atmósfera adecuada dentro de los estadios y en un incremento desorbitante en los precios de boletería. El fútbol se ha convertido en un bien de “lujo” para la mayoría de la población.
No obstante y a pesar del impacto de esta medida excluyente, la reacción de la mayoría de los hinchas no se ha centrado en escaladas violentas. Por el contrario, un segmento significativo de ellos se ha puesto de acuerdo para organizarse y fomentar empoderamiento colectivo que les permite estructurarse como grupos de presión que buscan un mayor involucramiento en el proceso de toma de decisión en el fútbol, o incluso el hacerse con la propiedad de los clubes. Así las cosas, los Supporters’ Trusts (asociaciones de hinchas con personería jurídica) emergieron precisamente como una respuesta al aislamiento que estaban teniendo los hinchas, junto con los malos manejos de algunos clubes. Según Alex Martin de GIVEMESPORT, hoy en día existen alrededor de 180 Supporters’ Trusts en Inglaterra, de los cuales aproximadamente 100 detentan un control accionario minoritario. Asimismo, existen más de 30 clubes en Inglaterra en los cuales los hinchas poseen la prioridad.
Esta respuesta pacífica y colectiva ha fomentado la creación de un diálogo y agenda común que incluso ha llamado la atención del gobierno del Reino Unido y de partidos políticos de la oposición como el Laborista en torno a un cambio legislativo que permita el involucramiento de los hinchas en la gestión de los equipos. Se busca llegar a ese estado ideal en la Gobernanza, tal y como acaece en Alemania o con algunos ejemplos de España. Sostenibilidad, rendición de cuentas y competitividad son algunas de las ventajas estipuladas en este nuevo modelo.
En ese orden de ideas, cabe la pregunta: ¿qué tipo de hincha quiere ser Usted? ¿Le interesa co-construir y contribuir, o por el contrario anteponer su interés individual sobre todas las cosas? Si los hinchas se organizan y unen su voz a través de canales de comunicación transparentes dejando de lado la violencia, pueden generar un impacto representativo. Esto puede significar un punto de inflexión en el Fútbol Profesional Colombiano, en el que hemos estado acostumbrados a una dualidad en cuanto a la caracterización de los hinchas: a) los barras bravas (que están estigmatizados con actos de violencia) y b) el hincha tradicional (que ha perdido porcentualmente su asistencia al estadio por miedo o desacato a la situación actual). ¿Qué pasaría si la organización y coordinación de un movimiento de hinchas devenga en resultados tangibles que permitan incrementar el nivel de involucramiento y exposición de los temas sobre los cuales los hinchas están interesados?
Precisamente a ello le apunta FanVox, al estructurarse como la primera plataforma online que de manera transparente busca centralizar y exponer la voz del hincha, con el fin de crear un nuevo punto de referencia en la dinámica de la industria. A través de este canal independiente se podrá expandir el alcance del movimiento de hinchas, gestando la creación de una nueva dinámica de conversación en el fútbol, en el que los hinchas contarán con una herramienta tangible de presión y opinión.
Apoyemos la creación de una verdadera cultura del hincha.