La Copa América Centenario, un evento futbolístico conmemorativo y con fines comerciales, está uniendo a diversos países en torno a la fiesta del gol. Sin embargo, en el seno del ‘soccer norteamericano‘, hay una historia que vale la pena contar.
Juan nació en Viña de Mar en la década de los ochenta. Como sucede con muchos niños en Suramérica, su primer amor fue la pelota y su primera novia una camiseta: la de su Colo Colo. Todo parecía normal en la vida de Juan hasta que su familia decidió migrar por mejores oportunidades a Estados Unidos a mediados de la década de los noventa. Un nuevo idioma, una cultura por descubrir; una nueva experiencia. ¿Y una nueva liga de fútbol a la que seguir?
Coincidentemente, Juan llegó a Estados Unidos en el renacimiento de una nueva liga de fútbol, la MLS, en el año 96. El soccer había llegado para quedarse como consecuencia del esfuerzo corporativo de la Federación de Fútbol de ese país después del Mundial de 1994. No obstante, había un componente especial, que incluso fue manejado ante la FIFA como una excepción: la MLS tendría un reglamento único (¿se acuerdan de esos penalty shootouts tan extraños?), se manejaría un modelo de franquicias en el que la Liga se haría cargo de todo, y no habría ascenso o descenso. Siendo un adolescente, Juan seguía de cerca las gestas de su albo querido, mientras se adaptaba a una nueva cultura futbolística en Sacramento, California.
¿Fútbol con tradición centenaria?
Veinte años después, Juan hace parte de esa fiesta que es la Copa América Centenario (a pesar del mayor interés que suscitan las finales de la NBA). Un torneo conmemorativo, impulsado por el potencial de mercado del soccer en esta economía (a pesar de la celebración de la Eurocopa) y que congrega a 16 selecciones a jugar por la simple gloria, pues el cupo para la Copa Confederaciones de la FIFA fue adjudicada a Chile, campeón de la edición pasada.
Juan tiene claro que apoya a muerte a su Chile querido y disfrutó el domingo pasado con la paliza que su selección propinó a México para el paso a semifinales; una muestra de la belleza del deporte más hermoso del mundo, en el que en estas instancias hay un ganador y un equipo que se va a casa.
Todo parece ser de color de rosa. Sin embargo, Juan es un hincha incomprendido en la cultura futbolística de Norte América, y esta situación está empezando a calar en miles de hinchas a lo largo y ancho del territorio norteamericano. Y por ello, quiso compartir su historia con FanVox.
La excepción a la regla
Si bien el soccer es uno de los deportes con más crecimiento y potencial entre la población estadounidense, las nuevas generaciones han crecido con una percepción diferente en torno a los valores claves del fútbol. «Muchos hinchas piensan que el fútbol es un deporte joven en este país y no se dan cuenta que lleva más de 100 años. Por ejemplo, La Lamar Hunt US Open Cup fue creada en 1914 y sigue disputándose hoy en día; asimismo, Estados Unidos fue tercero en el Mundial de 1930″, asevera Juan.
Y añade: «Pero sobre todas las cosas, hay un tema que a mí como hincha del fútbol me sorprende y que no concibo: no hay ascenso o descenso para los equipos. Las diferentes ligas que existen son excluyentes; como la Nascar y la Indy para ponerlo en esos términos». No obstante, añade, «lo más sorprendente es que la gran mayoría de los hinchas, especialmente los de la MLS, están de acuerdo con este sistema y ven como un riesgo que clubes de otras ligas compitan para llegar algún día a la Primera División. Si tú planteas esta situación en cualquier otro país con tradición futbolera, te van a tildar de loco o absurdo: el mérito deportivo hace parte de los valores del fútbol. O que lo digan los hinchas del Leicester City en Inglaterra».
Por ello, a lo largo y ancho del país ha empezado a gestarse un movimiento de hinchas que creen en los beneficios deportivos, económicos y sociales que trae consigo el ascenso y descenso: Promotion and Relegation Supporters’ Association (Asociación de Hinchas por el Ascenso y Descenso).
De manera descentralizada, pero con un objetivo claro, miles de hinchas que no se conocen han unido su voz en las redes sociales y han estructurado un discurso claro y coherente que busca otorgar a hinchas de muchos equipos en el país la posibilidad de acceder al club VIP de la MLS. Un privilegio que pocos pueden lograr, pues para hacerlo se necesita dinero (100 millones de dólares cuesta el cupo), infraestructura (estadios o proyectos de estadios que estén a la altura del modelo de negocio) y el potencial de una hinchada (exista o se construya artificialmente). Don Garber, Comisionado de la MLS, tiene entre sus objetivos estratégicos crecer la liga a 28 equipos en 2020 a punta de chequera, no por mérito deportivo.
¿Un esquema sostenible?
A pesar de la más que respetable participación de la Selección de Estados Unidos en esta Copa América, uno de los argumentos más sólidos en contra del modelo actual es la falta de competitividad de clubes y equipos nacionales. Constantemente, los equipos estadounidenses participantes en la Liga de Campeones de la CONCACAF son derrotados por los mexicanos. Asimismo, la selección Sub 23 no pudo clasificar a los Juegos Olímpicos y Jürgen Klinsmann, entrenador de la Selección de Mayores, públicamente ha apoyado el movimiento, ganándose poderosos detractores que lo ven como un enemigo del sistema.
En otras palabras, si miles de hinchas, personalidades del fútbol y técnicos y jugadores ven el potencial de un esquema abierto con ascenso y descenso, ¿por qué unos pocos que velan por el modelo de negocio continúan fortaleciéndose? Lo único que espera Juan, es que el poder del hincha abra los ojos de todos los actores y beneficie integralmente al fútbol norteamericano. ¡Paso a paso!
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