El fútbol nos proporciona alegrías y nos une como hinchas. Pero últimamente, pareciera que el deporte se centra más en los intereses económicos que en el bienestar general de todos los actores involucrados. Esto nos lleva a preguntar, ¿de quién es el fútbol?

El fútbol es hoy en día un negocio de carácter privado. De eso no hay ninguna duda, pues detenta una estructura específica en la que los poseedores de un capital pueden hacerse con la propiedad y gestión de un club. Estos, sean empresarios, fondos de inversión, asociación de hinchas o socios, basan sus decisiones estratégicas en la sostenibilidad del club y el éxito deportivo. No obstante, hay un elemento que lo hace único y lo diferencia de cualquier otra empresa: la relación con su hinchada y la construcción de una identidad propia de la que el club es primordialmente responsable.

Dicen muchos que uno puede cambiar de pareja, de religión, de ideología política o de lugar de residencia; pero nunca de equipo de fútbol. Es una relación monógama que la gran mayoría de los hinchas tienen durante toda su vida. Y como relación que es, se basa en una interacción entre dos partes en la que se busca reciprocidad. Sin embargo, recientemente, pareciera que la relación tira para un solo lado: el de las billeteras.

A partir del nuevo milenio, los jugosos contratos de televisión y de patrocinio empezaron a inundar las arcas de los clubes de fútbol. Los jugadores y agentes se convirtieron en celebridades y el viejo adagio de la búsqueda de la gloria en el fútbol se cambió por las chequeras, los peinados, las selfies y los followers en redes sociales. Bienvenidos a la era del fútbol moderno.

El hincha pasó de ser espectador a convertirse en un cliente; una figura sobre la cual recae un potencial de monetización para los actores de la industria. Esto, nuevamente, desde una mirada práctica y realista, es totalmente válido (pero con unos límites), aunque mina la reciprocidad mencionada anteriormente. No obstante, los últimos acontecimientos sucedidos dentro y fuera de la cancha demuestran que el interés económico va por encima de todas las cosas: no sólo de los hinchas, sino también de los jugadores o los clubes. Ellos, quienes, en teoría, son los más beneficiados por el modelo de negocio del fútbol moderno.

Sea un hincha auténtico, no un #HinchaGolondrina

Los lamentables acontecimientos previos al choque entre el Borussia Dortmund y el Mónaco afectaron al deporte más hermoso del mundo de diferentes maneras. De una parte, el atentado al bus del Borussia Dortmund nos hizo caer en cuenta que el fútbol sí podía ser afectado por el terrorismo. De otra parte, nos hizo entender a todos los hinchas que el espectáculo va por encima de todo y que «el show debe continuar». ¿Cómo es posible que solo 24 horas después de casi afrontar la muerte, cuerpo técnico y jugadores deban afrontar el partido más importante de la temporada? Incluso, se puede aducir que una semana después y jugándose la permanencia en la Champions, no es ni siquiera tiempo suficiente para sobrellevarlo. O solo intenten hacer algo productivo después de ver su vida en un abrir y cerrar de ojos, sabiendo que se puede acabar…

La UEFA ha tenido una posición muy egoísta al respecto. Por un lado, condolencias y toda su cara amable a través de su estrategia de PR. Pero detrás, la chequera, el lobby de patrocinadores, canales de televisión, e incluso el fixture de la apretada temporada europea, le obliga a presionar la realización del juego. Afortunadamente, los hinchas de ambos equipos le dieron una lección inigualable al solidarizarse por encima de los colores, demostrando que el fútbol nos une como sociedad, como especie y que es un mecanismo real y social para compartir como seres humanos. Ovación total a esa actitud e iniciativas como la de #bedforawayfans. Nuevamente, los hinchas de verdad -la gran mayoría-, le enseñan a todos el verdadero significado del deporte más hermoso del mundo.

Los casos de corrupción en la FIFA o Federación Colombiana de Fútbol, las continuas muertes de obreros en las obras de Qatar 2022, o incluso las muy cuestionadas decisiones arbitrales en los últimos partidos de gran calibre nos hacen perder la fé en el fútbol. Pero por más aspectos que contaminen al fútbol, está en nosotros, los hinchas, la responsabilidad de retomar el cauce del balompié y hacer de él una fiesta para todos.

Por eso les preguntamos, ¿de quién es el fútbol?

PD: Y ahora con la certeza que el atentado fue producto de la avaricia de un especulador financiero, alzamos nuestra voz para recalcar la importancia de la solidaridad entre hinchas. Ese es el verdadero poder del hincha.