Cuando el fútbol parece devolverte la ilusión de un deporte manejado por el corazón de los jugadores y no por las decisiones corporativas; cuando llegas al trabajo a comentar la odisea de un equipo sin estrellas que deja su escudo en la cancha y logra hazañas frente a los gigantes; cuando crees que por ninguna circunstancia un suceso de tal magnitud puede volver a ocurrir en un futuro cercano; te ves sumergido, apenas al día siguiente, en una fantasía de gladiadores que quieren escribir una historia similar pero auténtica, en el Santiago Bernabeu al minuto 92, ad portas de un tiempo extra…

…Y aparece la “mano invisible” de la UEFA.

Nos toman de las narices, nos arrodillan en la grama y nos clavan un penalti salido del sombrero de un bufón, representado en un árbitro, que culmina su encargo con una expulsión sin precedentes.

Ahí te das cuenta que el sueño terminó. Te das cuenta que vives en el siglo del fútbol moderno, y que lo que apenas sucedió horas atrás, fue un pequeño desliz de un espectáculo circense muy bien orquestado por un batallón de cerdos hambrientos de poder y dinero que juegan con nuestra pasión.

Señores fanáticos del fútbol, volvemos a repetirlo: #OdioAlFútbolModerno