Este año, por primera vez, tuve un arbolito de Navidad real. Un fragante pino elegido en un vivero que tenía una amplia variedad. Esta fue mi primera navidad en Vancouver. Fue un poco difícil estar por fuera de casa durante esta época navideña que es tan hermosa y especial en Colombia. No importaba dónde viviera antes, siempre volvía para Navidad.

En Barranquilla la Navidad se siente en cada esquina. La gente transpira felicidad, los almacenes están en descuento, los que viven en otros lados regresan para disfrutar en familia, hay villancicos y canciones navideñas en todas partes y los niños esperan ansiosos la llegada de Papa Noel. Las calles las decoraban* con encantadores arreglos y luces navideñas por doquier, lo que acentuaba este sentimiento vacacional.

Acá en Vancouver es tan distinto. No sé si es por un tema nostálgico o por idealización de la propia tierra, pero acá no hay el mismo espíritu. En el centro, por donde yo vivo, no hay decoración navideña existente. Los grandes almacenes sí tienen gigantescos árboles y en algunas partes se puede apreciar la Navidad, pero en general no se ve. La gente no tiene un espíritu festivo, aunque tal vez eso sea porque hace frío, no hay nieve y llueve todo el tiempo. No hay mucho para celebrar así.

La cena navideña es parecida a la de Thanksgiving: pavo, stuffing (que es el relleno que le ponen al pavo y lo que más me gusta de todo), gravy [salsa], salsa de arándanos, puré de papas al horno, alguna ensalada y pumpkin pie [torta de calabaza]. Es deliciosa, pero nada como el pastel de carne, el pernil de pavo ahumado, el muchacho relleno, los buñuelos recién hechos y calentitos o la natilla con clavitos y canela de la abuela, por mencionar solo algunas delicias.

El 25 de diciembre es la fecha oficial de la Navidad. Ese día es cuando se reúne la familia, se reparten los regalos y se hace la cena. El 24 es día de shopping: todo aquel que se olvidó de hacer las compras o lo dejó para último minuto, sale ese día a comprar y las tiendas tienen descuento sobre el descuento. Eso sí que lo aproveché yo.

Se acabó la Navidad y eso fue todo, chau descuentos, chau al poquito de festividad que había. En la víspera de año nuevo no hay ninguna canción alegórica al cambio de año. Nada de “faltan 5 pa’ las 12..” sonando media hora antes de las 12, nada de sirenas ni gente saliendo a la calle a gritar ¡Feliz Año!, nada de tradiciones, ni pantaletas amarillas, ni lentejas en los bolsillos, ni salir corriendo con las maletas, ni muñeco viejo, ni nada de esas cosas a las que uno está acostumbrado.

Por fortuna, aquí estoy acompañada y fue lindo decorar nuestra primera casa por primera vez. Si estuviera sola sería triste, pero celebrar con la familia que tengo acá ha sido especial, diferente, pero especial. Al final, no importa donde uno esté si está rodeado de amor.

Nevó una noche y al día siguiente llovió y se fue la nieve. Foto en Instagram @Joanacronica

*Me refiero a la decoración en pasado, porque en el 2012 la ciudad y sus típicas calles no fueron decoradas y en el 2013 pusieron las luces navideñas más horrorosas que encontraron en el mercado.