El 25 de marzo, después de fuertes presiones y señalamientos, Iván Duque decidió declarar la cuarentena en Colombia. Desde ese momento hasta hoy el debate entre la salud y la economía ha sido uno de los más relevantes para los gobiernos y la opinión pública. Como siempre, este también ha sido uno de los temas de moda en la agenda tuitera en donde las voces expertas han sido Zulma Cucunubá y Julián Fernández, entre otros epidemiólogos.
A mediados de abril la presidencia empezó a hablar de la posibilidad de flexibilizar progresivamente el aislamiento en un intento de dinamizar la economía. A partir de este momento la demanda de información ha sido más alta y los medios de comunicación tradicional tomaron la tardía, pero loable decisión de quitarle los micrófonos a los congresistas para entregarlos a los verdaderos expertos en el tema. Este mismo mes, una investigación del Imperial College de Londres reveló que el aislamiento le ha salvado la vida a un aproximado de 120 mil personas solo en Europa.
Con el tiempo, empezaron a nacer las voces que se cuestionaban si tal vez la cuarenta empezó demasiado pronto, si las medidas que se tomaron fueron acertadas y si los recursos fueron bien ejecutados. Es claro que para pocos ha sido realmente claro el comportamiento esperado de la curva de contagio y la mayoría nos contentamos con oír en la radio que nada se ha salido de control.
Sin embargo, esta no fue la estrategia de afrontamiento de todos los que no terminan de entender qué pasa. Sectores de oposición a la alcaldía de Bogotá han sido muy críticos porque afirman que la plata de la unidad de atención instalada en Corferias se está perdiendo y periodistas como Camila Zuluaga han llegado a afirmar que no tiene sentido el aislamiento si el pico de contagio se mueve mes a mes.
Todos los días se suman críticos al modelo del Imperial College hasta el punto de llevar el debate a las ofensas personales y desde el oficialismo algunos se han atrevido a tildar de “dictadores” a los epidemiólogos que alertan que el pico de contagio todavía está por venir. Incluso, algunos parece que se extrañan porque la situación ha estado controlada y exigen cifras de contagio y mortalidad más altas solo para justificar el gasto público.
Prevenir es un trabajo muy mal agradecido y en Colombia, últimamente parece ser que fue la decisión impopular. Ahora mismo vivimos el aislamiento con 43 excepciones y algunas aerolíneas hablan de la posibilidad de volver a operar pronto. Lo único cierto es que nadie sabe a ciencia cierta que pasará y es cuestión de un par de meses antes de saber cuál de los dos bandos tenía la razón.