Paola Jara es un sudado de suerte y talento. Una mujer a la que nunca le ha importado el qué dirán. De no ser así no habría publicado en sus redes el plato que hizo pensar a cuantos lo vieron. Claro que una cosa es verlo y otra cosa es probarlo, pero esa diferencia solo podría establecerla a ciencia cierta Jessi Uribe, el hombre al que le cocina, pero también al que le entregó en bandeja de plata su reputación sin medir consecuencias.
Paola le apostó al amor como en su momento le apostó a la música popular, un género que para muchos no alcanza a serlo, que no se exalta como tal en galas internacionales como los Latin Grammy, y que en nuestro propio país fue segmentado durante muchos años a las zonas rurales de la región paisa y a la interpretación y escucha exclusiva de hombres.
De las dos trascendentales decisiones la antioqueña ha salido bien librada, porque a pesar de que las críticas con respecto a su relación han sido un ingrediente permanente en sus redes sociales, por su supuesta intromisión en el hogar de Jessi Uribe, en general la pareja goza de buena aceptación y se ha consolidado como tal ante los medios de comunicación, que entrevistan a dos por uno, como una promoción surgida del amor que desde hace algunos meses no han parado de profesarse los artistas.
Y en el ámbito musical, ni hablar. El público los puso en sus preferencias con la canción que los hizo enamorar mientras la grababan como dueto, ‘Como si nada’, mientras de manera independiente ella despegaba una carrera que inició con apenas 14 años y que después de dos décadas la posiciona como una de las figuras más reconocidas del entretenimiento en Colombia. Por no hablar solo de su faceta como cantante y a juzgar por su protagonismo en el programa de talentos con mayor rating en la televisión nacional.
Valió la pena la disciplina con la que se entregó a la música mientras cursaba sus años de bachillerato en el colegio la Presentación de Bello, a la vez que tomaba clases de guitarra y se preparaba de manera estricta para participar en festivales y concursos como “El Mono Núñez”, “Antioquia le canta a Colombia” y otros que le sirvieron como plataforma mientras le ayudaba como motivación el apoyo incondicional de sus padres, que aunque separados lo dieron todo por sus dos hijas.
Con la ruptura amorosa de sus padres empezó a entender, sin juzgamientos, que las relaciones se acaban, a veces ‘Como si nada’ y otras veces por varios factores que suman un todo definitivo. Lo probó en carne propia cuando parecía cantarle su exitosa canción ‘Murió el amor’ al productor de la misma, Iván Calderón, con quien sostuvo durante más de 10 años una relación sentimental que al mismo tiempo fue profesional, y a quien no ha dudado en calificar varias veces como un “ángel” en su vida.
Y no es para menos. El reconocido productor, a quien se le atribuye gran parte de la popularidad de Pipe Bueno y la autoría de grandes éxitos vallenatos, metió las manos al fuego por ella en la casa disquera Codiscos, que a su vez apostó por el talento de Paola, pero más por el de Calderón, quien produjo toda la discografía de Jara desde el año 2009, demostrando con cada trabajo que veía la luz, que Paola estaba hecha para cosas inversamente proporcionales a su baja estatura.
Durante aquellos años tampoco le importó el qué dirán, si hablamos de los 18 años de diferencia entre las edades de Paola y su exnovio. No le ha importado nunca aparentar lo que no es, y eso explica el “emplatado” del polémico sudado de pollo que la puso hace unos días en las bocas que no se saborearon mientras miraban la foto en sus redes sociales.
Lo cierto es que las apariencias engañan, pero el sabor no. Y Paola Jara es eso, su esencia de mujer valiente, la osadía de sus decisiones, lo atrevido de esas ganas que la han llevado hacia los triunfos que pueden saber amargo para algunos, pero por los que ella ya puede darse por bien servida.
Por: asanjuanello
Puedes ver las entrevistas de las invitadas en nuestro canal de Youtube, Las mujeres de mi tierra.