Hace tiempo hablábamos aquí de la palabra ‘tema’, un sustantivo cuyo uso incorrecto lo ha llevado a ocupar un lugar de honor en todo libro de estilo y diccionario de dudas que se precie. Algo parecido ocurre con el verbo ‘adolecer’, al que muchísimos hispanohablantes le dan el significado de ‘carecer’, cuando en realidad quiere decir otra cosa. Acabo de mirar siete de los manuales que suelo consultar a diario y en los siete se habla de este asunto. Todos coinciden: ‘adolecer’ significa ‘tener o padecer algún defecto’ y no se debe emplear con el sentido señalado más arriba.

Por eso me suena tan mal esta frase que leí ayer en el Facebook: «Tenemos un presidente del Gobierno que adolece de comprensión». ¿Cómo va a ser eso? ¿No es la comprensión -en su acepción de ‘actitud comprensiva o tolerante’- una virtud? Las virtudes no se padecen. Lo que el autor de la frase quería decir es que el presidente del Gobierno de España, Mariano Rajoy, «carece de comprensión» o bien que «adolece de falta de comprensión».

En realidad ‘adolecer’ significa más cosas, pero su sentido más habitual es el que hemos indicado antes. El Diccionario panhispánico de dudas, de la Real Academia Española, dice que con este uso «lleva un complemento introducido por ‘de’, que expresa el defecto»: ‘Juan adolece de inmadurez’ (Juan padece el defecto de la inmadurez).

Emplear el verbo ‘adolecer’ donde no le toca es un error muy frecuente en nuestra lengua, lo cual explica que haya sido tratado en tantos manuales de estilo y diccionarios de dudas, desde el Libro de estilo del periódico español El País (Ediciones El País) hasta el Diccionario de uso del español, de María Moliner (Gredos), pasando por el Diccionario de usos y dudas del español actual (Ediciones Trea), de José Martínez de Sousa; el Diccionario de dudas y dificultades de la lengua española (Espasa), de Manuel Seco; el Manual de español urgente (Cátedra); el Diccionario panhispánico de dudas (en línea); la página web de la Fundación del Español Urgente (Fundéu)…

Todos vienen a decir más o menos lo mismo. El Panhispánico señala que «es impropio usar este verbo con el significado de ‘carecer’», el María Moliner dice que «se emplea con frecuencia impropiamente con el significado de ‘carecer’», El País aclara que «no debe equivocarse con el significado de ‘carecer’» y Manuel Seco escribe: «Evítese el error de emplear este verbo con el sentido de ‘carecer’». Martínez de Sousa y la web de la Fundéu coinciden con todos los anteriores. A eso lo llamo yo unanimidad.

Este error no es ninguna novedad ni una moda recién llegada. Hace casi treinta años, el maestro Fernando Lázaro Carreter ya hablaba de este tropezón semántico en su famosa colección de artículos El dardo en la palabra (Galaxia Gutenberg-Círculo de Lectores). Tropezón que, no obstante, parece gustar bastante a decenas de millones de personas que hablan y escriben en español, lo cual da que pensar sobre su futuro. Tal vez dentro de treinta o cuarenta años la Academia decida aceptar que ‘adolecer’ es sinónimo de ‘carecer’. Quién sabe…

Decía Lázaro Carreter que el uso erróneo de este verbo, que ha tenido una «difusión rapidísima», lo comete «una multitud ingente de hablantes». Y añadía esto a cuenta de algo que leyó en una crónica deportiva: «Si se dice que un equipo adolece de velocidad se manifiesta que correr y mover el balón con trazos de relámpago constituye una chapuza y que lo bueno es jugar con languidez de minué». El ejemplo de Carreter es tan sencillo que hasta Mariano Rajoy -un apasionado del fútbol- lo puede comprender, a no ser que adolezca de falta de comprensión, entendida en este caso como la ‘facultad para entender las cosas’. Pero esa es otra historia.

Ramón Alemán
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